Lun 24.05.2004

EL PAíS

Gracias a Barrionuevo, los mozos no tienen feriados ni vacaciones fijas

Como jefe de los gastronómicos, Barrionuevo firmó un nuevo convenio que copia las peores flexibilizaciones de la época menemista. El Ministerio de Trabajo puede no homologarlo.

› Por Laura Vales

Luis Barrionuevo habrá perdido las elecciones en Catamarca y ya no ocupará una banca de senador, pero sigue siendo el secretario general del sindicato de los gastronómicos, donde acaba de firmar con Daniel Funes de Rioja –el hombre de la Unión Industrial que en los ‘90 fuera uno de los más fuertes operadores de la flexibilización laboral– un nuevo convenio colectivo de trabajo para la actividad. El convenio es el primero acordado luego de la derogación de la ley Banelco, aunque el dato no se nota en lo más mínimo: la nueva reglamentación tiene cláusulas que precarizan el trabajo, propias de la década menemista.
El acuerdo permite una ilimitada cantidad de contratos basura, da vía libre a los dueños de hoteles y restaurantes para disponer de los trabajadores para cualquier tipo de tarea, con jornadas que pueden durar hasta 12 horas diarias y turnos rotativos y crea en el escalafón laboral una categoría inferior, inventada al solo hecho de contar con un salario barato. Estas son las características del nuevo convenio Barrionuevo:
Aprendices
El sueldo más bajo de los gastronómicos (la categoría 1, para los peones y encargados de los baños) era hasta el año pasado de 240 pesos. Cuando el Gobierno dispuso sumar los 244 pesos de los aumentos otorgados por decreto a los salarios, el mínimo del sector pasó a ser de 484 pesos.
El nuevo convenio colectivo debió fijarlo así. Pero la cifra resultó parecer demasiado a los negociadores, ya que sindicalistas y empresarios buscaron la forma de incluir en el convenio el sueldo más bajo que permita la ley. Lo hicieron creando una nueva categoría, la categoría cero, con el cargo de aprendiz y una paga de 350 pesos, igual al mínimo vital y móvil. La baja de los sueldos se extiende a algunos contratados, como los extra, quienes cobraban un plus del 50 por ciento por jornada que ahora será reducido al 30 por ciento.
Trabajo flexible
La reforma que suplantó a la ley Banelco derogó ocho modalidades de contratos creados en la década del ‘90, que precarizaban el trabajo. Aún con limitaciones, su espíritu fue poner coto a los contratos basura. Sin embargo, Barrionuevo y la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica ampliaron sus posibilidades. El convenio permite que las patronales tomen:
- Trabajadores a plazo fijo
- Eventuales
- Extra comunes
- Extra eventos
- A tiempo parcial
- Aprendices en una altísima cantidad, para cubrir hasta el 25 por ciento del plantel
- Pasantes.
Los efectos de este esquema sobre el mercado laboral, implicarán que el dueño de un restaurante pueda abrir su negocio con un puñado de trabajadores estables y una enorme cantidad de precarizados. Por ejemplo, un 25 por ciento de aprendices, otro 10 de pasantes, “la cantidad que considere necesaria” de trabajadores a plazo fijo y eventuales, más las otras categorías mencionadas arriba.
12 horas
Muchas de estas medidas son justificadas con el argumento de que la actividad gastronómica tiene características especiales. Con esta idea, el convenio habilita a los empleadores a fijar jornadas de hasta 12 horas y les da la potestad de cambiar los horarios de trabajo de un día al otro, con la única condición de comunicarlo con 24 horas de anticipación. También permite los turnos rotativos y los francos móviles, de manera que el trabajador pierde la posibilidad de planificar su vida fuera del trabajo.
Ni siquiera podrá negarse a trabajar los días feriados, un derecho que no se había perdido en los ‘90. El convenio implica que los gastronómicos estén disponibles para la empresa de manera permanente. Con un criterio de rapiña, avanza en todo lo que puede: dice que “el trabajador deberá encontrarse uniformado y listo al inicio de la jornada” (la ley señala, en realidad, que el día empieza cuando el trabajador está disponible para la patronal) y establece que el descanso para almorzar no será parte de la jornada laboral. Finalmente, dice que las horas extras no darán derecho al correspondiente franco compensatorio.
Vacaciones
La Ley de Contrato de Trabajo fija que los trabajadores deben gozar de un “período mínimo y continuado” entre el 1º de octubre y el 30 de abril. La norma permite que, en un caso fundado, el Ministerio de Trabajo autorice la concesión de vacaciones en otro período, pero no permite fraccionarlas. A pesar de esto, el convenio estipula que el derecho a tomar vacaciones en los meses del verano deberá ser respetado una vez cada tres años y que las mismas pueden fraccionarse en períodos de siete días, y en el caso de las Pymes, de seis.
Finalmente, el acuerdo avanza en la idea de eliminar las indemnizaciones por despido. Propone crear “un régimen de capitalización individual de cada trabajador” similar al que tienen los albañiles. La negociación sobre este punto parece bien encaminada, ya que las partes se pusieron un plazo de 180 días para redactar un “proyecto definitivo en la materia”.
Una de las limitaciones de la nueva ley laboral es que no obliga a los sindicatos a someter los Convenios Colectivos de Trabajo a la aprobación de la asamblea de trabajadores. Eso ha permitido que los gordos estén firmando convenios con cláusulas que ninguno de sus representados aprobaría. Rodolfo Daer solucionó el problema de la desafiliación masiva que sufrió en su gremio, incluyendo en el último convenio un punto por la cual los no afiliados fueron obligados a aportar el 2 por ciento de su sueldo al sindicato como “aporte solidario”, pago que no les da derecho ni a usar la obra social. Otro tanto hizo el titular de la Federación de Comercio, Armando Cavalieri.
En el caso de los gastronómicos, Daniel Jorajuría, secretario general de la Nueva Organización Sindical, opositor a Barrionuevo, apuntó que los convenios del sector han sido históricamente testigo para la actividad privada. “En 1998, Barrionuevo se adelantó a la sanción de la flexibilización laboral incluyendo cláusulas precarizadoras que los legisladores usaron como antecedente en el debate parlamentario”. Para Jorajuría, el convenio actual es “no sólo flexibilizador sino delegativo, en el sentido de que traspasa al sector empresario la potestad de fijar todas las condiciones de trabajo”.
El problema es que una vez que la cúpula sindical y la cámara empresaria han llegado a un acuerdo, los trabajadores no tienen posibilidades de revisar nada. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo podría intervenir, no homologando condiciones que deterioren aún más el mundo laboral. El convenio entre la Uthgra de Barrionuevo y la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica fue rubricado el 17 de marzo pasado. Trabajo todavía no lo homologó, aunque se desconoce si por cuestiones administrativas o por objeciones de fondo.

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