EL PAíS
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Por Haití, pero desde la región
Por Marcelo Saín *
La participación de tropas argentinas en la fuerza de paz de la ONU, conformada por unidades de los países latinoamericanos a los efectos de mantener la paz en Haití, resulta, por lo menos, auspiciosa. Dicha intervención se enmarca en la Resolución 1542 del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que le otorga un marco de legitimidad internacional que no existe en otras situaciones de conflicto en donde se han perpetrados invasiones y guerras en un marco de ilegalidad como ocurre en Irak.
Sin embargo, lo importante de la intervención argentina en el proceso de restauración y mantenimiento de la paz está dado por el hecho de que los 600 cuadros castrenses que conformarán la fuerza de paz lo harán bajo el mando brasileño. Ello resulta apropiado, porque bien puede dar lugar a dos situaciones importantes, una ubicada en plano internacional y otra en el plano doméstico.
Por un lado, la intervención militar conjunta de tropas de nuestros países bajo el comando brasileño constituye una instancia refractaria a toda forma de unilateralismo norteamericano tan en boga durante los últimos tiempos a la hora de articular sus intereses en el mundo. Al respecto, no se debería perder de vista que la crisis que justifica esta intervención se ha acelerado a partir del golpe institucional del que fue víctima el presidente haitiano Bernard Aristide, hecho en el que participaron tropas de los Estados Unidos.
Por otro lado, esta intervención constituye un hecho fundamental en la necesaria convergencia y cooperación entre Brasil y Argentina en el plano militar. Los parámetros estratégicos centrales de la defensa nacional de la Argentina están inevitablemente determinados por la integración con Brasil así como también con Chile. La integración regional es de “interés estratégico” para la Argentina y los lazos existentes entre los países de la región en materia de seguridad son de carácter predominantemente cooperativos.
En este marco, se abre la posibilidad de colocar como uno de los ejes centrales de nuestra defensa nacional y, en su marco, del planeamiento estratégico-militar, la continuidad y profundización de los lazos integrativos con los países vecinos –en particular, con Brasil y Chile, dado el nivel de confianza mutua articulado y el grado de cooperación política alcanzado–, en el plano de los asuntos de la seguridad internacional, regional y de las cuestiones defensivo-militares. Pero ello también puede enmarcar algo más importante aún: el desarrollo de un esfuerzo efectivo, gradual y viable para construir con los vecinos un mecanismo o sistema de defensa regional asentado en el desenvolvimiento de iniciativas militares comunes y hasta en la conformación de agrupamientos operacionales combinados, lo cual influiría en la dimensión, composición y despliegue de los instrumentos militares de los países comprometidos en un sentido cooperativo y no ofensivo.
Así, la reivindicación regional de la legalidad internacional en Haití y los esfuerzos conjuntos de nuestros países en ese emprendimiento pueden ser el puntapié de estos nuevos aires.
* Politólogo.