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Tropas a Haití: una estrategia riesgosa
Por Alicia Castro *
Los diputados tenemos la responsabilidad de reflexionar y decidir sobre el envío de tropas a Haití y sus consecuencias. En Haití hubo un golpe de Estado y una invasión estadounidense. El presidente Aristide fue secuestrado y cargado en un avión hacia la República Centroafricana. Es el nuevo presidente haitiano, designado por el Departamento de Estado estadounidense, quien pidió ayuda a la ONU. En este contexto, la Argentina se prepara a enviar tropas que actuarán juntamente con Brasil y Chile para “imponer” la paz entre los pobres haitianos.
La organización de una fuerza armada sudamericana no puede verse sólo como un fin en sí mismo. La ambición de los Estados Unidos de consolidar una fuerza militar latinoamericana, que actúe en conjunto para controlar e intervenir en la región, no es nueva; ya lo intentó Clinton con el Plan Colombia y lo impidieron oportunamente Fernando Henrique Cardoso y Hugo Chávez. Es imprescindible analizar con rigor el contexto continental para entender que el envío de tropas a Haití inaugura una estrategia riesgosa. Imaginemos que el golpe de Estado en Venezuela del 11 de abril de 2002 hubiera resultado exitoso; que los golpistas hubieran logrado, efectivamente, secuestrar a Hugo Chávez. Imaginemos si aquel presidente-títere auspiciado por los Estados Unidos, Carmona Estanga, que disolvió el Congreso y la Constitución en sus primeros cinco minutos de poder, hubiera contado con el tiempo para convocar a la ONU a “imponer” la paz. ¿Hubieran concurrido tropas argentinas a contener y reprimir la heroica resistencia popular que logró el retorno del presidente constitucional al poder y la reposición del Parlamento? La invasión a Venezuela aún sigue planteada, mientras se infiltran paramilitares colombianos armados con un plan de desestabilización y violencia apoyado por los Estados Unidos.
Imaginemos ahora la hipótesis de un golpe de Estado en la Argentina que sacara al presidente Kirchner. ¿Querríamos los ciudadanos argentinos que tropas conjuntas sudamericanas llegaran al mando de un general brasileño a imponer la paz por las armas, o, más bien, demandaríamos el respeto irrestricto por la autodeterminación de los pueblos? El gobierno belicoso del presidente Bush está empeñado en extender su guerra “sin fin”, librada contra todo alegado enemigo de los intereses de los estadounidenses, que representan el 5 por ciento de la población del planeta. El golpe de Estado propiciado ayer en Venezuela, hoy en Haití, son buenas excusas para militarizar nuestro continente.
Estamos en un retroceso al imperialismo del siglo XIX: los mismos métodos, los mismos discursos; se trata de dominar regiones con medidas financieras –caso Argentina– o acciones armadas: invasión a Irak. El horror y la irracionalidad de ese régimen militar-carcelario se resume y se “revela” en las fotos de la prisión de Abu Ghraib. El horror de su régimen económico de dominación por vía del endeudamiento y ajuste se “revela” en las fotos de nuestros pobres niños torturados por el hambre y las privaciones cotidianas. El envío de tropas a Haití representa un antecedente riesgoso para las democracias de nuestro continente. La Argentina, cerca de los doscientos años de declarada su independencia, debe decidir si se coloca del lado del imperialismo o del lado de los pueblos que resisten.
* Diputada nacional por Frente para el Cambio.