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Cuba
Por Eduardo “Tato” Pavlovsky
Estuvimos una semana en La Habana invitados para el Festival de Teatro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral de Casa de las Américas. Las obras elegidas fueron La Muerte, de Marguerite Duras, y Potestad, con Susana Evans.
Tuve un laboratorio que se titulaba “Improvisaciones sobre Meyerhold” (con Eduardo Misch y Susana Evans). En realidad traté de exponer una obra no escrita, compuesta por improvisaciones donde se relata el ataque del gobierno stalinista a la imaginación creadora de Meyerhold, que nunca se adaptó al realismo socialista. Las improvisaciones llevadas mostraban en Meyerhold encarcelado, torturado, con el agregado del degollamiento de la mujer y una vejación constante donde sufría todo tipo de humillaciones y donde llega a firmar (como lo hacían otros durante la época de terror de Stalin) todo tipo de complicidad con agentes extranjeros y con el trotskismo.
Cuando Meyerhold (68 años) leyó lo que había firmado durante las torturas lo llamó a Molotov, con quien había estudiado y compartido la militancia revolucionaria de octubre, y obtuvo como única respuesta su rápido fusilamiento en 1940. Meyerhold era un auténtico revolucionario y pensaba que la imaginación era revolucionaria. No fue un crimen por diferencias políticas sino por la extravagancia imaginativa de Meyerhold, que jamás se adaptó al realismo socialista al que se lo quería conducir.
Todo esto fue llevado al escenario durante 45 minutos ante 250 personas. Hubo un gran aplauso final y algunos me acercaron libros de Meyerhold publicados en La Habana. Encontré una recepción fascinante. Confieso que llevar este tema al festival me producía un cierto temor. Pero descubrí una apertura cultural conceptual en La Habana, que convirtió mi temor en un prejuicio. Basta hablar con Abel Prieto, el ministro de Cultura, que vino a ver La Muerte, de Marguerite Duras, para comprobar que existe una Cuba abierta a todo tipo de cuestionamientos culturales.
También tuvimos la suerte de participar con la bandera argentina que solicitamos, en la marcha contra las últimas medidas de Bush contra Cuba. Imposible relatar lo que es marchar con la bandera argentina junto a 1.200.000 cubanos. También nos acompañaron en la marcha Susana Evans, Eduardo Misch, Daniel Veronese y María Figuereido. ¡Una fiesta inolvidable! Y una experiencia cultural muy apasionante. El discurso de Castro a Bush pronunciado a las ocho de la mañana fue también emocionante. Cuba es siempre un lugar nuevo a descubrir en cada viaje. Un lugar necesario, imprescindible.