Mié 02.06.2004

EL PAíS  › REPORTAJE A LA FUTURA MINISTRA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ELENA HIGHTON DE NOLASCO

“Endurecer las penas no soluciona nada”

No quiere opinar sobre las causas pendientes en el máximo tribunal, como las de derechos humanos. Pero dice que resolverlas ayudará a pacificar el país. Su posición sobre el aborto, Blumberg y el descrédito de la Justicia. Su relación con el Gobierno.

Por Irina Hauser y Victoria Ginzberg

Estaba en la peluquería, muy cerca de su casa, cuando su marido fue corriendo a avisarle que la llamaban para una cita urgente con el presidente Néstor Kirchner. “Fui bien peinada de pura casualidad”, dice Elena Highton, futura integrante de la Corte Suprema. Se la nota de buen humor. Está relajada porque todos los medios dieron por sentado que pasó con dignidad el examen final antes de llegar al máximo tribunal. En su departamento hay pocos cuadros pero abundan las plantas. En esta entrevista, la todavía camarista civil cuestionó el endurecimiento de penas como solución al problema de la inseguridad, avaló las reformas judiciales propuestas por el Gobierno y mencionó como un objetivo prioritario es “revertir el descrédito” de la Justicia.
–¿Cómo vivió el proceso de selección?
–Siempre es un poco desgastante. Nunca pensé que iba a tener impugnaciones. En treinta años en la Justicia, las impugnaciones fueron por dos expedientes. Uno el de la filiación de quien dice ser hija de Perón y el otro, también porque no le gustó una resolución, de un abogado que debe alquileres y que entre todas las chicanas que hizo fue denunciarnos invocando la APDH, que nunca nos denunció. Es inquietante que de repente digan que una viola los derechos del niño.
–Por ese caso recibió la impugnación del Comité de Defensa de los Derechos del Niño.
–Lo hizo Estela de Carlotto acompañando la denuncia falsa de la APDH. En el descargo escrito en el Congreso dije que lamentaba que una persona seria y luchadora por los derechos humanos, según a mí me parecía, había sido engañada.
–¿Es pertinente que se evalúe si una persona puede integrar la Corte por su posición respecto del aborto, como le ocurrió a usted?
–No me parece pertinente que se evalúe como tal. La idoneidad para evaluar un juez no surge de una opinión. Pero me parece legítimo que si hay grupos de interés que quieren plantear los temas, los planteen. Hubo una confusión porque de un artículo se descontextualizaron tres frases que todo el mundo invocaba. De la lectura se desprende que no hay una posición ni a favor ni en contra del aborto. No me expedí sobre ese tema ni me voy a expedir.
–¿Por qué se usa el tema del aborto para impugnar a las candidatas mujeres?
–Yo diría que el tema lo puso sobre el tapete de alguna manera la doctora (Carmen) Argibay. Tal vez igual lo hubieran preguntado pero no sé si con esta combatividad. Pero es legítimo. A los pro choice y los pro life le parecerá que cuando hay mujeres de por medio es un tema que se puede conversar más. A los candidatos hombres nadie les preguntó eso.
–¿Qué pueden cambiar dos mujeres en la Corte?
–El cambio de composición de una corte de por sí es relevante. Tal vez la imagen de honestidad que en general tienen las mujeres y nosotras en particular es importante. Aparte de agregar una mirada de mujeres.
–¿En qué temas aportarían esa mirada?
–Me parece que se miran las cosas con mayor flexibilidad, tolerancia.
–¿Qué fue para usted lo peor de la Corte menemista?
–Sin particularizar sobre casos concretos que no me parece pertinente, todo el sistema llevó a un descreimiento. Justamente lo que hay que hacer es revertir ese descreimiento.
–¿Cómo se hace para revertirlo?
–Reduciendo la cantidad de causas y que los jueces, de verdad, entiendan en ellas. Toda la vida como jueza de primera y segunda instancia trabajé en mis propias sentencias. También decidiendo los grandes temas de repercusión social, no demorar ciertas sentencias que la sociedad está esperando, independientemente del resultado que tengan.
–¿Los jueces deben hacer pública la declaración de bienes?
–Yo la tengo en Internet. Esa medida por un lado da mayor transparencia pero también hay que pensar que los jueces no son funcionarios cualquiera, en el sentido de que en un juicio siempre hay uno que gana y otro que pierde y por lo tanto están sujetos a presiones. Sobre todo los jueces penales, que tratan con delincuentes o presuntos delincuentes, no da confianza para la seguridad que todos sepan lo que tienen.
–¿Los jueces deberían pagar el impuesto a las ganancias?
–Acá hay dos principios constitucionales. Por un lado, la igualdad ante la ley, que hace que uno piense que deben pagar. Pero por otro lado está la intangibilidad de los sueldos de los jueces que es una cláusula constitucional. Hay que tratar de compatibilizar estos dos principios.
–¿La Corte hizo mal en postergar la decisión sobre las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y el corralito?
–Aparentemente había problemas de mayorías. Me parece que son temas que, cuando antes se resuelvan, pacificarán a la sociedad.
–¿Hay una deuda pendiente de la Justicia para con las víctimas de la dictadura?
–La Justicia tiene que resolver. Hubo distintos momentos, distintas legislaciones. No voy a decir lo que voy a resolver. Además antes de resolver uno tiene que ver el caso y el expediente.
–¿La incorporación de pactos internacionales con rango constitucional obligan a tener una mirada diferente?
–No puedo contestar eso.
–¿Cree que si en Argentina se cierran los juicios, es lícito impulsarlos en el exterior?
–Son temas controvertidos. Son gobiernos o jueces de otros países los que deciden. No voy a emitir opinión sobre decisiones independientes de jueces de otros países.
–¿El endurecimiento de penas es una solución para combatir el delito?
–No es la solución de nada. Me parece que si se baja la edad a cero y se impone pena de muerte a todos los delitos, esto no pararía la delincuencia.
–¿Como vivió el fenómeno Blumberg?
–Creo que es una expresión de la sociedad civil y que la sociedad civil participe en la Justicia es bueno. Yo participo en la Mesa de Diálogo de los Argentinos en el sector Justicia. Me parece que al poner en claro que es lo que está sintiendo gente que no se expresó hace que se tomen medidas. Ahora, que todas las medidas se tomen de un día para otro...La precipitación legislativa quedó clara cuando salió un fallo en el que se advirtió que se habían olvidado del delito de las balas de guerra.
–¿Firmó el petitorio?
–No. No firmé ningún petitorio. Me parece que justamente mi posición no es para firmar el petitorio sino que soy receptora de las preocupaciones. El petitorio tampoco puede ser algo que solucione todo. Está claro que el problema de la seguridad no se soluciona ni en un día, ni en dos, ni en un año.
–¿Cómo evalúa la propuesta de reforma judicial del Gobierno?
–El juicio por jurados está en la Constitución en tres artículos. El método no lo discuto, al contrario. Creo que la participación de la sociedad civil a través de los jurados va a ser una oxigenación.
–¿La unificación del fuero federal y nacional en la Capital?
–Estoy de acuerdo. La división en la Capital en federal y nacional siempre ha sido arbitraria. Como el mayor descreimiento de la población está en que hay un monopolio de pocos jueces sobre ciertas causas, va a ayudar a mayor credibilidad el reparto con otros jueces.
–¿Qué es para usted la criminalización de la protesta?
–En realidad es un juego de palabras, una terminología nueva es una forma de llamar a que se considere delito que al ser protesta puede o no ser delitos. Son temas sobre los que no voy a opinar.
–¿Tuvo militancia política?
–Mi militancia siempre fue en la facultad, fui consejera por los profesores. Y estuve en la política de la Asociación de Magistrados.
–¿Cómo fue que escribió un libro con el ex ministro de Justicia Elías Jassan?
–Jassan, después de (León) Arslanian, fue el que tomó el tema de la mediación. Yo trabajé con el ministerio de Justicia, con distintos proyectos, en los últimos veinte años. He conocido a todos. Si Jassan fue secretario, subsecretario y ministro de Justicia y se ocupó de la mediación, había que divulgar la mediación y el ministerio aportó muchos elementos, materiales. Por una cuestión de honestidad intelectual decidimos incluirlo en el libro. No tuve una amistad personal.
–¿Cómo lo conoció a Alberto Fernández?
–No lo conozco de antes. El era superintendente de seguros y parece que sabía de mi actuación por todos expedientes sobre accidentes de tránsito, pero yo no lo conocí hasta que me llamó por teléfono y lo vi un ratito mientras los esperábamos a (Néstor) Kirchner.
–¿Usted cómo se define, progresista, conservadora, garantista?
–Son distintos aspectos. Soy progresista en el sentido de que siempre he estado por las reformas. He sido inquieta, en la enseñanza universitaria, en la Justicia, en todo momentos. Justamente la introducción de la mediación en Argentina se debe a la doctora Gladys Alvarez y a mí. Garantista, es palabra ha sido muy tergiversada. En realidad todo juez debe garantizar la defensa en juicio y en ese sentido todo juez es y debe ser garantista.
–¿Le cree al Gobierno cuando dice que quiere una Justicia independiente?
–El buscar gente que no se sabe qué va a decidir, con los que no hay afinidad, por lo menos en mi caso, claramente, es un indicador.
–¿Va a entrar a la Corte con alguna propuesta específica?
–La propuesta es revertir el descreimiento.

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