EL PAíS
› KIRCHNER Y SOLA ENFRIARON LA
PELEA POLITICA SIN LLEGAR A ACUERDOS ECONOMICOS
Como una previa de la pelea con Duhalde
La reunión, realizada al finalizar la tarde, fue muy dura. Hubo cruce de reproches y facturas de todo tipo. Esa tensión se tradujo en la conferencia de prensa final, entre Solá y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Lejos de llegar a un acuerdo dinerario, Presidente y gobernador quedaron en seguir conversando. Un inoportuno reportaje de Duhalde.
Por Diego Schurman y Martín Piqué
En una muy tensa reunión, Néstor Kirchner y Felipe Solá comenzaron a recomponer ayer las relaciones políticas, pero cada uno se mantuvo firme en su postura sobre cómo alcanzar una solución económica para la provincia de Buenos Aires. Y aunque ambos volverán a conversar sobre este punto el lunes, el gobernador se retiró del encuentro con dos certezas: que no hay ni una mínima chance de sacar este año una nueva ley de coparticipación y que deberá negociar con el Gobierno con el trasfondo de una decidida batalla que éste ya comenzó a librar contra Eduardo Duhalde.
Los pases de factura fueron infinitos. Solá, como lo viene haciendo en público, se mostró como una víctima de las decisiones oficiales.
–Desagradecido –fue la expresión más suave que le endilgaron al gobernador, en un encuentro con un nivel de franqueza que hubiera espantado a cualquier diplomático.
Kirchner y su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, recordaron todo lo que la Nación había realizado por los bonaerenses. Desde el salvataje del Banco Provincia al rescate de los patacones, además de inversiones por miles de millones de pesos.
Uno de los puntos de discordia, que ni siquiera los contendientes pudieron ocultar en la conferencia de prensa, son los 300 millones de pesos de subsidios para financiar la caja de jubilaciones bonaerense. Se trata de una cifra presupuestada en la Nación y que la provincia lo da como un ingreso seguro para sus arcas.
Fernández dejó en claro que si bien figura en los papeles no se trata de una obligación asumida. Y que por lo tanto es materia de estudio. Solá consideró que se trata de un dinero ya presupuestado y que, entonces, la provincia lo considera suyo.
La tensión que hubo puertas adentro se derramó en la conferencia de prensa ofrecida por Fernández y Solá. No respetaron allí el compromiso asumido en el despacho presidencial, donde el gobernador pidió a Kirchner que lo ayude a bajar los decibeles de la disputa.
Solá se reconoció en inferioridad numérica respecto de sus pares a la hora de pelear por los fondos coparticipables. A no ser por el neuquino Jorge Sobisch y el salteño Juan Carlos Romero, el resto de los mandatarios provinciales interpretaron la misma música que el gobierno.
Originalmente Solá quería llevar de 22 a 30 puntos los fondos coparticipables de la provincia. Después admitió que se conformaría con mucho menos que los dos mil millones de pesos que ese incremento representa. “Lo que he planteado es que se pueda discutir alguna revisión de mediano plazo de esa ley. Las diferencias objetivas de cifras están ahí. Pero no pretendemos que se solucionen las cosas mágicamente”, dijo.
Solá recordó que el proyecto oficial fija acuerdos por plazos de diez años. Y que, como está a la vista que el Gobierno ni se acerca a la mejora que busca, planteó modificar los tiempos para que pueda haber una revisión de lo pactado mucho antes que al cumplirse esa década.
Kirchner dejó en claro que no cambiará un ápice su postura. Y esa dureza quedó plasmada a la hora de las declaraciones públicas. “La verdad, no se encontraron puntos de acuerdo. Le explicamos al gobernador las dificultades de alterar el sistema de coparticipación”, explicó Fernández, recordando que al respecto ya se habían asumido “compromisos externos”. Hace tiempo que en la Casa Rosada explican que cualquier cambio en ese sentido representaría un costo equivalente al 1,5 por ciento del superávit.
El encuentro en Gobierno fue tan intenso que Solá tuvo que digerir una a una las facturas que le enrostraron Kirchner y Fernández. Si hasta se coló el caso Blumberg en la discusión, y un duro cuestionamiento a los airados pedidos de Solá, quien por esos días movidos salió a reclamar dinero a la Nación para apuntalar la seguridad bonaerense.
Al gobernador le hicieron pagar ayer ese y otros “reclamos atrevidos” con varias dosis de estilo K. Por ejemplo, a lo largo de la jornada desde la Casa Rosada se puso en duda que el encuentro fuera a desarrollarse, pese a que en La Plata se lo anunciaba para las 19 horas.
–¿A las 7 de la tarde? No, el Presidente tiene un acto de La Patagonia Rebelde –relativizaban en Gobierno sobre el acto homenaje al cumplirse 30 años del estreno de la película en la cual Kirchner actuó como extra.
Solá, que había llegado a la hora acordada, tuvo que esperar varios minutos antes de que lo atendieran. Pasó al despacho de Kirchner recién después de que lo hicieran Eduardo Brizuela (Catamarca), Roy Nikisch (Chaco), Ricardo Colombi (Corrientes), Angel Maza (La Rioja) y Romero.
Su semblante lo decía todo. Apenas lo modificó a la hora de las fotos con Kirchner, con quien se mostró sonriente y dándose un fuerte apretón de manos. Las caras largas volvieron cuando se blanqueó el fuerte enojo con Duhalde. El reportaje que el historiador Federico Pigna le hizo al ex mandatario para la revista Noticias fue un capítulo aparte.
Si bien el vocero de Duhalde, Luis Verdi, aclaró que se realizó hace dos semanas, no pudo evitar que se recalentara la interna que un día antes todos los protagonistas, y hasta el propio ex presidente, habían buscado amenguar. Sin proponérselo, Roberto Lavagna terminó creando confusión cuando relató un llamado de Duhalde en el que el propio ex mandatario le juraba no haber hablado con Noticias. Esa versión circuló con fuerza en la Rosada hasta que el propio Verdi confirmó la existencia de la entrevista.
Solá se figura a sí mismo como una pelotita de tenis en un partido que están jugando Kirchner y Duhalde. Es obvio: tanto el Presidente como el jefe bonaerense quieren encolumnar al gobernador detrás de sus proyectos. Así las cosas, Solá se ve obligado a navegar a dos aguas. Por eso ayer, una vez que cerró trato para visitar a Kirchner, buscó insistentemente tomar contacto con Duhalde, quien recién hoy tomará un avión en Canadá que lo traerá de regreso al país.
La pelea es en todos los campos. Ayer Solá escuchó de los intendentes de la tercera sección electoral diatribas contra algunos ministros de la Casa Rosada, en especial Aníbal Fernández, a quien acusan de converso.
Por otro lado, Kirchner mantuvo su propia reunión con los intendentes bonaerensese más cercanos, entre ellos Hugo Curto (Tres de Febrero) y Alberto Descalzo (Ituzaingó), para preparar el terreno de desembarco kirchnerista en la provincia de Buenos Aires, una aventura en la que Cristina Fernández de Kirchner no estaría ajena.
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