EL PAíS
› EL GOBIERNO NEGOCIA CON LOS PIQUETEROS DUROS
Salir de las calles
Principales espadas de Kirchner negocian con los sectores más duros de los piqueteros el cambio de metodología de la protesta. “Que no corten calles y rutas por nada”, piden en la Rosada. El aislamiento de Castells y su relación con los Rodríguez Saá. La pelea en Tucumán, producto de una interna provincial. Una semana de cambio de eje para el Gobierno. Su estrategia, el lugar de Eduardo Duhalde y de la Iglesia.
› Por Sergio Moreno
La batahola que se armó en San Miguel de Tucumán anteayer y que impidió la realización del acto del 9 de Julio preocupó módicamente al Gobierno, menos por lo que realmente fue el episodio que por la imagen que podría haber dejado en la sociedad. Sin embargo, en la Casa Rosada entienden que la refriega en la que se involucraron diferentes grupos piqueteros en Tucumán no puso en riesgo las laboriosas negociaciones que viene haciendo el Gobierno para “sacar de la calle” a los grupos piqueteros más duros. Hasta el viernes pasado tales faenas estaban encarriladas auspiciosamente, según el paladar de Casa Rosada, donde intentan que los piqueteros más combativos modifiquen su modus operandi habitual. De conseguirlo, el Gobierno obtendría, además, una victoria secundaria, esto es aislar a Raúl Castells dejándolo solo en las calles con la mirada social sobre sus espaldas.
Hace tiempo que los grupos piqueteros más duros, a excepción de Castells, intentan cambiar su estilo de protesta. Básicamente, abandonar los cortes de calles y de rutas. Sabedores de este asunto, en el corazón de la administración de Néstor Kirchner se han dado a la tarea de convencer a los dirigentes de tales núcleos para morigerar la protesta, contenerla o exponerla mediante otras herramientas. “Nosotros no queremos que dejen de protestar si ellos consideran que deben seguir haciéndolo. No nos molesta que hagan marchas o movilizaciones. Lo irritante es que corten las calles y las rutas por nada, por consignas”, dice a este diario uno de los principales negociadores oficiales.
Cortar por nada es una frase dirigida a Castells, considerado una especie de “mancha venenosa” no sólo en Blacarce 50, sino entre el resto de los piqueteros más duros. “Nadie se le quiere acercar, nadie quiere quedar pegado, todos saben quién es Castells, que es un provocador y que lo único que pretende es beneficio personal”, dicen en Gobierno sobre el ex militante de los jubilados junto a la fallecida Norma Plá, devenido piquetero.
Un alto funcionario con despacho en la Rosada, no exento de malicia, remarcaba la relación intocada que aún existe entre Castells y los hermanos Rodríguez Saá, Alberto, el gobernador de San Luis, y Adolfo, el ex presidente. “El miércoles, los Rodríguez Saá anunciaron que elevaban el monto de su plan social provincial a 330 pesos. En la marcha que hizo el jueves, Castells reivindicó ese plan y comenzó a pedirlo a nivel nacional. Funcionan en tándem; ellos lo bancan y él les hace propaganda”, comentó la fuente en el mismo momento en que Castells hacía su giro porteño.
Los piqueteros más duros desconfían del mediático Castells, tanto que hacen lo imposible por diferenciarse. Esta brecha es vista entre los operadores oficiales como una diferencia no sólo de estilo, más bien política. “Son distintos; aunque haya algunos que hagan política de la protesta social, son más honestos que Castells. Con ellos se puede hablar”, dicen en Gobierno.
¿Qué se negocia? Kirchner quiere que dejen de cortar las calles. Los piqueteros quieren que les renueven los planes que se dan de baja y anhelan tener el manejo de esas nuevas asignaciones. “Eso no se lo vamos a dar. El Presidente dijo ‘ni planes ni palos’ y lo vamos a cumplir. Sí podemos aumentar los subsidios a emprendimientos productivos, microemprendimientos, cooperativas de trabajo, etc. En esos términos, podremos entendernos”, dice un cercanísimo colaborador de Kirchner, ducho en estas faenas.
El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el vice de Interior, Rafael Folonier, junto con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, son algunos de los ingenieros oficiales en esta materia.
Los interlocutores de los sectores duros de la protesta que el Gobierno busca convencer son Juan Carlos Alderete, de la CCC, los grupos del Teresa Rodríguez, el MTL (Beto Ibarra y el PC), los tres grupos de la Aníbal Verón y Néstor Pitrola, del Polo Obrero. Cada uno tiene sus bemoles, incluso sus pedidos diferenciados y sus intereses, pero todos, dicen en Balcarce 50, pueden discutir. “Incluso pueden llegar a acordar”, se entusiasma, optimista, un negociador oficial.
La muñeca de los negociadores del Gobierno podría, entonces, llegar a morigerar en un plazo no muy lejano la presencia de los piqueteros en las calles. Incluso, en la Rosada destacan, con alguna inquina, el contraste entre la situación de la semana que pasó –minimizando el episodio de Tucumán– con la sensación que se había instalado las dos semanas que antecedieron. “¿Cómo? ¿No era que el país estaba al borde del caos y la anarquía? ¿Qué pasó? De pronto, algunos diarios importantes comenzaron a hablar de otras cosas. De lo bien que nos fue la semana pasada. ¿Y la ausencia del Estado? Quedó claro que estaba inflado, muy inflado, por ciertos sectores que tienen interés en ‘domar’ al Presidente”, reflexionó ante Página/12 un destacado miembro del gabinete.
Ahora bien, que los piqueteros más duros accedan a modificar sus conductas callejeras no implica que la situación social que los arrojó a la confrontación haya mejorado sustancialmente. El aumento de la brecha entre los más ricos y los más pobres, la informalización del empleo y la pauperización de los salarios en los empleos generados opacan la generación de trabajo y hacen que el crecimiento económico se torne más un dato estadístico que una herramienta para mejorar las condiciones de vida de los argentinos más postergados.
–¿Son conscientes de la existencia de este problema? –preguntó este reportero a un estrecho colaborador del Presidente.
–Absolutamente. Nos preocupa la situación social, el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres –respondió el alto funcionario.
–¿Se está discutiendo este asunto en el Gobierno?
–Claro que sí. Sabemos que el crecimiento aún no es suficiente, pero también sabemos que el crecimiento per sé no derrama nada, que en ningún lugar del mundo lo ha hecho, eso es un verso liberal. Tiene que intervenir el Estado para acabar con la inequidad: eso se logra con el plan de obra pública y generando empleos en blanco.
¡Pum, para arriba!
El balance que hacen en diversos despachos de la Casa Rosada respecto dea la semana que acabó es propio de alguien que carece de abuela. “Nos ha ido muy bien, la cena con las Fuerzas Armadas fue buenísima, los viajes a Rosario y Paraná, la creación del Banco Social de Tierras, la aprobación de la extensión del incentivo docente, de la responsabilidad fiscal, del pliego de Carmen Argibay para la Corte, el Mercosur, los acuerdos con Venezuela, el acto en Ensenada con (el presidente de Venezuela, Hugo) Chávez, hasta la pelea con (el arzobispo de La Plata, Héctor) Aguer nos salió bien”, enumera un habitual estratega presidencial.
Cerca del jefe de Gabinete expusieron a este diario la dialéctica de las labores de la semana que pasó. “Conseguimos salir del escenario en que nos habían metido, entre los piqueteros y (Luis) D’Elía: salimos de ese lugar y a fuerza de trabajo reubicamos la discusión. Por ejemplo: marcamos lo que no nos gusta de la Iglesia y resolvemos el conflicto, puntualizamos lo que nos gusta de (Eduardo) Duhalde y resolvemos el conflicto. Corrimos el eje de la discusión”, dice el confidente lamentando que los episodios de Tucumán –producto a su entender de una interna vinculada con el gobierno provincial– empañase la labor oficial de la semana.
“Querían imponernos falsos dilemas”, remata el contertulio de este diario.
Tributando a la opinión antecedente, un curtido operador del Presidente, ducho en batallas, relata, a modo de ejemplo de la laboriosidad de los coroneles del Gobierno en varios frentes, la media sanción de la ley que tendrá un peso determinante en las finanzas provinciales. “Responsabilidad fiscal lo cocinó ‘el Flaco’ (Kirchner) en el viaje a China, con los gobernadores (viajaron ocho). Los apretó fuerte, les dijo que se olvidaran de la refinanciación y de muchas obras. Cedieron todos”, relató.
En este marco que describen en el ágora del patagónico, la figura de Duhalde no queda excluida. Un interlocutor de Kirchner con el ex relató a este cronista el siguiente episodio:
–Hablé con el Presidente sobre Duhalde. Le dije que hay que arreglar, que la pelea no le conviene. Fíjese: durante la pelea, este país se hizo peronista y muchos se hicieron duhaldistas. Canal 9 emitió dos, ¡dos! documentales de Perón: ¡Si hasta (Mariano) Grondona, inmenso gorila, se hizo peronista! Era claro: la derecha no tiene a nadie, está dispersa y sin rumbo. Entonces, cuando Kirchner se pelea con Duhalde, ellos se hacen duhaldistas. Lo comparan a Duhalde con Perón y al Presidente lo ponen en el lugar de los imberbes que echó de la Plaza. Quienes hicieron esta comparación son los mismos que hace un año alertaban sobre el poder que Duhalde iba a tener –según su visión– sobre Kirchner, e iba a condicionar toda su gestión. ¿Se acuerda de Chirolita?
El arquitecto político que esto dijo a Kirchner está convencido de que una conversación franca con el caudillo bonaerense sería beneficiosa para el patagónico. “Néstor debe plantearle a Duhalde de frente que no se meta, que lo deje crecer, que el que acumula debe ser Kirchner. Duhalde lo entendería, y se pondría atrás de Cristina (Fernández de Kirchner), que le viene al pelo porque no tiene candidato en la provincia”, argumentó.
Kirchner acordó con la fuente citada en algunos argumentos, pero no hubo reunión con Duhalde y, al corto plazo, no la habrá. Más categórico, un integrante crucial del gabinete, habitualmente duro con el ex presidente, dijo a este diario: “Con Duhalde marcamos nuestras diferencias, pusimos en el lugar donde estará la discusión, y dimos por cerrado el asunto”.