Lun 12.07.2004

EL PAíS  › UN MATRIMONIO AMENAZADO Y BAJO SEGUIMIENTOS POR SUS DENUNCIAS

En Merlo, periodistas bajo amenaza violenta

Empezaron hablando de deportes, pero su programa en la FM local pronto se transformó en foro de denuncias de gatillo fácil, punteros corruptos y un asesinato misterioso. La radio sufrió un atentado, les levantaron el programa y viven amenazados violentamente.

› Por Adriana Meyer

Un día fue una llamada, otra noche un seguimiento. Casi los atropella un patrullero y, finalmente, una tarde les apuntaron con un arma desde un auto y les dijeron “córtenla con las denuncias”. Un matrimonio de periodistas de Merlo venía emitiendo denuncias por una FM local sobre varios temas, desde gatillo fácil hasta los muertos que aparecieron en los padrones durante las últimas elecciones. Ya no tienen aire en la radio pero siguen siendo amedrentados y acudieron a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en busca de protección y para dar a conocer una situación que excede su caso. Página/12 escuchó las historias de amenazas, intimidaciones y persecuciones que se vienen sucediendo en el municipio donde gobierna el peronista Raúl Othacehé.
Los periodistas Marisol Vázquez y José Luis Romano comenzaron en diciembre de 2002 a hacer un programa sobre artes marciales en FM Ciudad de Merlo, todos los sábados de 10 a 11. Sin embargo, Lo mejor del deporte fue mutando y enriqueció sus contenidos con la problemática social de la zona. “Fue así que le cambiamos el nombre por Crónicas urbanas, empezamos a hablar de la falta de insumos en los hospitales, de los problemas comunes de la gente. Abordamos el asunto de los planes sociales porque recibíamos denuncias contra punteros que presionaban a la gente para que fuera a tal o cual marcha, para que tal piba se acostara con alguno de ellos si no le daban de baja el subsidio. Después investigábamos y resulta que los planes dados de baja en realidad los cobraba otra persona”, relató la pareja en diálogo con Página/12.
En programas siguientes emitieron los testimonios de madres de pibes asesinados por “gatillo fácil” y también de muertos en circunstancias dudosas. “Llegamos a uno muy particular, el de Marisa Araujo, y parece que por algún motivo metimos el dedo donde no debíamos porque aumentaron las amenazas”, cuentan. Recuerdan que las intimidaciones que reciben comenzaron antes de tener el programa, a partir de la actividad en una asociación civil llamada Unión Vecinal Cóndor, que ayuda a pibes de la calle, donde enseñan artes marciales. Realizaron torneos solidarios para recaudar fondos para chicos enfermos, como el caso de Claudia, que tiene leucemia. “Me crié en la calle y hago esto porque me parece una buena posibilidad para los chicos”, acota Romano, casado desde hace 16 años con Marisol, con quien tiene 5 hijos.
“Al principio al Municipio le molestaba que fuéramos a pedir por chicos desnutridos, denunciamos 12 casos en nuestro barrio, y recibimos llamadas que nos advertían sobre la molestia del intendente por eso”, describe Vázquez. Intentaron buscar apoyo en el Concejo Deliberante pero no les creyeron. Además de periodista, Romano es chapista, y contó que los punteros del barrio iban a su taller y le decían “dedicate a otra cosa... ¿no tenés miedo de que te prendan fuego la casa o el auto?”. Un día alguien se llevó los vehículos de sus clientes y le filmaron la casa. Desde entonces hay un patrullero “siempre parado ahí en la cuadra”.
Otra batalla que libraron tuvo que ver con la energía eléctrica. Fue en el año ’92, cuando organizaron a los vecinos para que se negaran a abonar los 4 pesos de alumbrado público, una suma de pago optativo, que además el municipio cobraba por otro lado, según relataron Romano y Vázquez. “Nos cambiaron a la categoría comercial y nos vino una boleta de 300 pesos. Fuimos a reclamar, y tras una larga disputa en el ENRE, tuvimos que engancharnos porque pretendían que pagáramos esa deuda”, explicaron. “Un gerente de Edenor nos dijo que bajáramos el cartel con el nombre de nuestra asociación y ‘acá no ha pasado nada’”, agregaron. La pareja bajó el cartel, estuvo un año sin luz, y luego no pasó nada.
De las amenazas
a los hechos
Cuando hicieron un programa sobre el gatillo fácil recibieron amenazas telefónicas y de las otras. “Gente en moto siguió a los hijos de mi marido y les decían que los iban a matar, y también nos hicieron seguimientos. Como los vimos luego en alguna marcha, los hicimos filmar y comprobamos que son personas del municipio y de la propia policía”, aseguró Vázquez. “Tenemos denuncias en las fiscalías 6 y 7 de Morón, y pedimos un amparo para mis hijos, porque un día casi nos tiran un patrullero encima, pero quedó todo en la nada”, completó Romano.
Después de las elecciones de septiembre, el dueño de Radio Ciudad de Merlo, Eduardo Del Bono, fue víctima de un atentado. El matrimonio relató que entraron a la radio dos hombres como si fueran a asaltarlo, lo encerraron en el baño, lo amordazaron y le dijeron que “la corte con poner al aire a todos los partidos y a las madres” (de víctimas de gatillo fácil), y que lo iban a matar. Le gatillaron en la cabeza para asustarlo pero el tiro no salió. Al poco tiempo Crónicas urbanas fue levantado, así como Hablando claro, el programa conducido por Omar Trevisiol (ver aparte). “Tras el atentado contra Del Bono hicimos una campaña por la libre expresión y contra la corrupción, con marchas los últimos viernes de cada mes a las que iba mucha gente, pero los medios nos ignoraron”, apuntó Romano.
Un reciente episodio ocurrió durante la última visita del gobernador Felipe Solá a Merlo. “Nos llevamos bien con los vecinos, nos sentimos reconocidos por la lucha que venimos dando. Por eso suponemos que alguien mandó gente buscando problemas, como para generar una pelea. Quizá sabían que pensábamos hacer una contramarcha si venía (Néstor) Kirchner, cosa que no ocurrió. Pero nos llevamos una gran sorpresa cuando fuimos a la comisaría y ellos ya estaban ahí. La policía no nos quiso tomar la denuncia y casi nos mete presos a nosotros, se dieron el lujo de amenazarnos diciéndonos que tenían un calabozo para nosotros”, contaron a dúo. El desconcierto fue mayor cuando advirtieron que los uniformados ya tenían todos sus datos.
Marisol Vázquez relató el momento más difícil de todos los que vivió. En noviembre volvía de llevar a sus hijos al colegio cuando fue interceptada por un automóvil Polo gris, sin patente y con los vidrios polarizados. “Dobló detrás mío y me siguió a paso de hombre, luego se me cruzó, bajaron la ventanilla y un hombre me mostró un arma mientras me decía ‘cortala con el programa, lo de Del Bono no es joda, te va a pasar lo mismo, cortala de llevar esas viejas de mierda al programa y cortala con (el caso) Marisa’. Y otro dijo ‘pegale un tiro en las piernas’. Creo que me salvé porque justo venían tres señoras, del colegio, igual que yo”, describió.
Marisa Araujo fue asesinada hace cuatro años. El matrimonio contó a este diario que un sábado no regresó después de haber ido a bailar y a los pocos días los vecinos la encontraron cerca de la ruta, que el cuerpo tenía ocho puntazos, un golpe en la sien y la cara quemada con cigarrillos.
Madres con las Madres
El año pasado, un grupo de madres de Merlo se reunió con las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. Tati Almeida les preguntó qué estaba pasando con la investigación de estos casos, y una de las visitantes respondió que “cada vez que llegan al caso de Marisa se para todo”. El encuentro quedó registrado en un video que el matrimonio y otros militantes sociales de Merlo presentan cada vez que hacen sus denuncias. Así lo hicieron con el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, quien les prometió recibirlos de nuevo la semana próxima. Además, el 5 de febrero dejaron en la mesa de entradas de Presidencia un listado con treinta casos de amenazas, intimidaciones, persecuciones y muertes dudosas ocurridas en Merlo desde 1992. Lo firma el “Espacio de participación ciudadana organizada”, que se define como una “comisión por la libre expresión y los derechos humanos, contra la impunidad, la inseguridad y la corrupción en Merlo”.
Marisol y José Luis admiten que tienen miedo. “No queremos que nos pase como a un periodista que se tuvo que exiliar en Canadá, a quien lo amenazaron con quemarle al hermano y cumplieron”, dicen con amargura.

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