EL PAíS
› KIRCHNER ECHO A PRADOS DE LA FEDERAL PARA EVITAR UN MUERTO EN LA LEGISLATURA
“Honor no es que la policía lleve armas”
El último gesto de desobediencia del jefe de la Policía Federal terminó con el relevo de Héctor Eduardo Prados y el reemplazo por su número dos, Néstor Valleca. Prados argumentaba que era un deshonor para la policía que la contención de los piqueteros ayer frente a la Legislatura evitara la presencia de efectivos con armas letales. Cuando Beliz transmitió a Kirchner la insistencia de Prados con ese criterio, el Presidente decidió echarlo. En los próximos días se irá Quantín, aunque con menor escándalo.
› Por Martín Granovsky
El Presidente preguntó otra vez las razones. “Dice que es por el honor de la Policía Federal”, contestó Gustavo Beliz. Fue en ese momento, alrededor de las diez de la mañana, que Néstor Kirchner tomó la decisión de reemplazar al comisario general Héctor Eduardo Prados. “Si Prados pensaba que el honor de la fuerza es llevar armas de fuego para contener a los manifestantes, se tenía que ir en ese mismo momento”, explicó después a uno de sus colaboradores, que lo relató a Página/12. “Ese no es el jefe de la Policía Federal que quiero para mi gobierno”, dijo antes de subirse al Tango 01 rumbo a Bolivia.
La decisión presidencial de relevar a Prados no terminará con los cambios en el sistema de seguridad. En los próximos días dejará la Secretaría de Seguridad Interior Norberto Quantín, revelaron ayer cuatro funcionarios que pidieron reserva de su identidad. La intención del Gobierno es que Quantín no se vaya en medio de un escándalo ni que sea un despido como el de Prados.
“El doctor Quantín es un hombre de bien”, dijo ayer el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Gustavo Beliz, cuando en conferencia de prensa no confirmó ni desmintió la versión de que el secretario dejará de serlo.
Un funcionario del Ejecutivo dijo que antes del viernes último, día del ataque a la Legislatura, Kirchner también había ordenado la colocación de vallas y la custodia de policías sin armas de fuego. “Pero fue desobedecido”, informó.
Ante la marcha piquetera que podía terminar otra vez en la Legislatura, el Presidente repitió la orden. Debía haber una primera fila con mujeres policías, porque al parecer disuaden el enojo de los manifestantes que puedan ponerse más agresivos, luego las vallas y la Guardia de Infantería con cascos, bastones y escudos pero sin armas letales.
“Me dice Prados que no tiene sentido”, transmitió Beliz al jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Hablaba de la abstención de usar armas.
El ministro le tenía gran confianza a Prados, un comisario permeable a que en los últimos tiempos el verdadero jefe de policía fuera el subsecretario de Protección Ciudadana, José María Campagnoli, número dos de Quantín, y que avanzara el proyecto de quitarle a la Gendarmería funciones en la frontera y transformarla cada vez más en una Guardia Civil al estilo de la España de Francisco Franco.
Prados fue el único sobreviviente de la purga que cambió en abril último la cúpula de la Federal.
Según dijeron los funcionarios consultados, en los últimos días argumentó que en la contención no todos los policías debían estar desarmados. “Si el conflicto escala, debe haber personal armado para ponerle fin”, fue uno de los razonamientos.
En los últimos años esa técnica de represión funcionó dos veces. Una, el 26 de junio del 2002, cuando la Bonaerense mató a dos piqueteros a quemarropa. La anterior, el 20 de diciembre del 2001, cuando un grupo de comisarios mayores dirigió en Plaza de Mayo el asesinato de manifestantes.
Durante la última purga, Kirchner pidió personalmente los legajos de los comisarios y los estudió.
“Uno de los criterios usados en ese momento fue que ninguno de los nuevos jefes tuviera un patrimonio inexplicable, que ninguno tuviese acusaciones de violación a los derechos humanos en la dictadura o después y que no hubieran participado en la represión del 20 de diciembre”, recordó ayer un funcionario. “Con ese criterio quedó como subjefe el comisario Néstor Valleca”, agregó. “Uno de los antecedentes que se tuvo en cuenta es que cuando estaba a cargo de una comisaría, Valleca sumarió a miembros de la Guardia de Infantería que en su circunscripción habían desatado una represión salvaje contra un escrache al ex comisario Miguel Etchecolatz”, contó.Valleca es el nuevo jefe anunciado ayer oficialmente por Beliz y el vicepresidente Daniel Scioli siguiendo órdenes de Kirchner. El subjefe es Jorge Oriolo, hasta ayer a cargo de la Superintendencia de Investigaciones, el puesto de donde antes fue desplazado Jorge “El Fino” Palacios.
Este diario pudo establecer que ni Valleca ni Oriolo fueron ascendiendo por iniciativa de Quantín, que prefería a Palacios, ni de Campagnoli, conforme con Prados.
“Los dos son tipos con experiencia en la calle, y sabemos que ninguno de ellos estaba de acuerdo con la posición de Prados de basar la disuasión en el uso de armas de fuego”, fue la explicación.
Aunque lucía abatido en la conferencia de prensa, Beliz se mostró ayer como un funcionario disciplinado. No exhibió en público su simpatía por Prados y se alineó con el Presidente.
“La orden fue que los policías no portaran armas letales y no hubo una coincidencia manifestada por el hasta hoy jefe de la Policía Federal”, dijo Beliz. “Hay que evitar por todos los medios que se produzcan situaciones de mayor violencia y que el personal esté sin armas de fuego transmite tranquilidad a todos los participantes y a los propios integrantes de la policía para evitar situaciones no deseadas. Nos hemos propuesto conjugar el libre derecho a la protesta con la preservación de bienes y de vidas”, agregó el ministro.
“Prados fue relevado porque el Presidente había dado instrucciones claras”, dijo un Scioli compenetrado con su papel de presidente a cargo.
El relevo de Prados y el cambio inminente en el equipo de la Secretaría de Seguridad Interior integran una secuencia que en los últimos dos meses incluye estos hechos:
u El asesinato de Martín Cisneros, el dirigente barrial de la Boca, que no fue evitado pese a que el Gobierno tenía información sobre quién y cómo venían amenazándolo.
u La toma de la comisaría de La Boca.
u El homicidio de un chico que cometió el delito de pasar en moto delante de un retén de la Policía Federal.
u El viernes negro de la Legislatura, cuando Prados dispuso vallas muy cerca del edificio pero no montó un operativo de prevención desde temprano a pesar de que no era un secreto que la polarización podía terminar en un desastre.
La sensación en el Gobierno es que se trata de dificultades evitables, y que por lo tanto cualquier costo político es gratuito.
“El Presidente no quiso actuar sobre caliente y por eso se tomó unos días para analizar lo que pasó en la Legislatura el último viernes, pero de ninguna manera quería ni siquiera el riesgo lejano de un muerto, y por eso se cansó de Prados”, dijo uno de sus colaboradores.
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