Mar 03.08.2004

EL PAíS

Kirchner llamó al diálogo a los que posean “buena voluntad”

En la Casa Rosada dan por sentado que Elisa Carrió no será de la partida de los convocados. Angel Rozas, de la UCR, es el único firme. Aún no hay agenda ni temas que la constituyan. Defensa oficial de la decisión. La preocupación por diferenciarse de la “vieja política”.

Habrá que ver qué significa “buena voluntad para conversar”. Porque ése es el requisito que ayer estableció Néstor Kirchner a los dirigentes que quieran participar de una mesa de diálogo con el Gobierno. El Presidente no ofreció nombres, pero a esta altura ya no hacen falta: en la Casa Rosada confirmaron a Página/12 que la titular del ARI, Elisa Carrió, está excluida, aunque podría haber más políticos que no se incorporarán a la agenda.
Kirchner volvió sobre el tema ayer, durante una conferencia de prensa ofrecida en la Sociedad Rural, donde se presentó a dos días de su inauguración, en una actitud similar a la asumida el año pasado.
“La tarea cotidiana nuestra es conversar con todos aquellos sectores con que es necesario hacerlo. Lo hacemos con hombres de empresas, de trabajo y con toda la dirigencia que tenga voluntad de conversar y con todas las estructuras no tradicionales también”, señaló allí el Presidente.
Lo único seguro es una invitación a la Rosada al titular del radicalismo, Angel Rozas. Eso fue suficiente para que se desatara todo tipo de especulaciones, en especial de parte de Carrió, quien insiste en que se viene un nuevo Pacto de Olivos, por aquel que radicales y peronistas suscribieron para reformar la Constitución y habilitar la reelección de Carlos Menem. No por nada la diputada de la UCR bonaerense, Margarita Stolbizer, descartó rápidamente ayer que su partido intente un diálogo “bilateral” similar al que constituyó en 1984 con el Pacto de Olivos. Contrariamente –aseveró– demostrará su “voluntad política de construir consensos para políticas de Estado”.
Claro que Stolbizer manifestó sus “prevenciones” sobre la convocatoria oficial, admitiendo su temor a que Kirchner simplemente quiera hacer participar a la oposición para tomarse una “fotografía” a raíz de un momento que la diputada definió como “debilidad” del Gobierno. Palabras más palabras o menos fueron varias las voces de la UCR –entre ellas la de Federico Storani– que antes de sentarse con el Presidente reclaman la agenda de temas a debatir. Este análisis no es exclusivo del radicalismo. Y por eso en la Casa Rosada comenzaron a buscar la manera de presentar en sociedad esta convocatoria. Eso sí, hasta anoche cerca de Kirchner se insistía en que habrá una puñado de excluidos de la mesa de diálogo. Carrió es una de ellos. El Gobierno ya no puede disimular el malestar con la titular del ARI, la primera en hacer fuertes denuncias contra la administración kirchnerista.
“Les pido, por favor, que me hagan preguntas que tengan que ver con la realidad”, respondió Kirchner en la Sociedad Rural cuando le preguntaron por los pronósticos agoreros de Carrió. Concretamente, la mujer vaticinó que en seis u ocho meses habrá una “nueva crisis”.
Anoche hubo encuentros de rutina entre los “Fernández” (Aníbal, el ministro de Interior, y Alberto, el jefe de Gabinete), y también contactos de éstos con el Presidente. A su término, no hubo demasiadas novedades sobre el cronograma de encuentros con los representantes de la oposición, cuya única cita certera es la de Rozas.
Un tópico aparte conformó López Murphy. Aníbal Fernández lo ha equiparado a un “elefante en un bazar” a la hora de hablar de su “destreza” política. El tono beligerante que han alcanzado de uno y de otro lado hicieron crecer las sospechas de que el “bulldog” no sería recibido en la Rosada. De todos modos, por ahora Kirchner ha puesto nombres a los límites de su convocatoria. Aunque cerca suyo se repartían los que decían que Murphy estaría en el listado y los que decían que quedaría fuera. La novedad, en todo caso, podría estar conformada con la inclusión de lo que ayer mismo el Presidente llamó “estructuras no tradicionales”, entre los que estarían representantes de los transversales. Se trata, al fin, de una manera de contrarrestar las especulaciones respecto a que Kirchner bajó la bandera de la lucha contra la “vieja política” y que, sencillamente, se trata de una decisión de coyuntura para descomprimir una tensión política que se había disparado tras aquellas escaramuzas con Eduardo Duhalde.

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