EL PAíS
› EXIGE MODIFICAR YA LOS NOMBRES DEL CONSEJO DEL SALARIO
Rueda amenaza con fracturar la CGT
La mujer desconoce la representación que el sindicalismo llevó a ese ámbito de discusión. Dice que es “ilegal” y que sólo sirve para darle entidad a Barrionuevo. Responsabiliza por la maniobra a Moyano y Lingeri. Y asegura que si sus colegas y Tomada la convalidan deja el cargo.
› Por Diego Schurman
Una vez por ser la primera ujer en tomar los hilos de la CGT, otra por confrontar públicamente con Raúl Castells. Susana Rueda sabe dar la nota y su derrotero en el mundo gremial no pasa desapercibido. Pero nada de lo que hizo hasta ahora producirá tanto ruido como lo que anunció este fin de semana entre los suyos: la decisión de abandonar la conducción de la central obrera si sus propios colegas y el Gobierno no revén el listado de representantes sindicales en el Consejo del Salario.
La determinación se presenta como la antesala de una nueva ruptura de la CGT, ya que, de irse, Rueda podría arrastrar detrás de ella a los denominados “gordos”, el sector que representa y el de mayor número de cotizantes dentro de la central obrera.
El conflicto se focaliza en los 12 delegados cegetistas que se sentaron el último jueves en el Consejo del Salario, un ámbito de discusión que también reúne a empresarios y Gobierno. La pelea que plantea Rueda se da en dos planos. Públicamente prima el técnico, aunque hay un trasfondo político al que no es ajeno Luis Barrionuevo.
Entre el martes y miércoles de la última semana, la conducción tripartita de la CGT (que además de Rueda integran Hugo Moyano y José Luis Lingeri) discutió acaloradamente el listado de sindicalistas que integrarían el Consejo del Salario. Rueda consideró que el reparto debía ser proporcional. A su entender, a los “gordos” que ella representa les correspondía ocupar cuatro sillas; a los “rebeldes” de Moyano otras cuatro y al mix de “independientes” y menemistas que encarna Lingeri los cuatro restantes.
Pero Moyano y Lingeri le advirtieron sobre la necesidad de incorporar un cuarto grupo, encabezado por Barrionuevo, factótum de la unificación de la CGT. Con ese esquema, cada sector debía llevar tres y no cuatro representantes. Más allá de las cuentas, Rueda interpretó que darle al barrionuevismo entidad propia sería legitimar un nuevo reparto de poder interno en la CGT, lo que a futuro la dejaría en inferioridad numérica frente a Moyano y Barrionuevo, aliados estratégicos en la actual coyuntura.
¿Conclusión? Pegó un portazo y no firmó la nota que los otros dos conductores de la CGT remitieron al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, con los nombres que representarían a la CGT en el Consejo del Salario.
En este punto se centra la discusión técnica. Rueda asegura que de acuerdo al nuevo estatuto de la CGT, aprobado por el Ministerio de Trabajo, la conducción tripartita resuelve por consenso y no por mayoría. Dicho en criollo: considera que el Gobierno no puede dar por válido ningún documento sindical en el que falte la firma de algún integrante del triunvirato.
“El Ministerio de Trabajo es el que ahora tiene que tomar una decisión. Esta semana que empieza es crucial”, señaló Rueda a Página/12, poniendo una cuota de dramatismo sobre su futuro y el de toda la CGT.
Quienes lo conocen a Tomada saben que no opina lo mismo que la mujer. Es más, el ministro cree que se trata de una jugada personal que no compromete al resto de los integrantes de la central. De hecho, ya hizo debutar al Consejo del Salario el último jueves, lo que puede interpretarse como un aval de la Casa Rosada a la representación sindical que ahora Rueda rechaza. Pero por si no fuera suficiente, en el Gobierno desacreditan a la mujer con otros argumentos: “Primero: el estatuto de la CGT no dice explícitamente en ningún lugar que una propuesta tiene que ser rubricada por los tres cosecretarios de la CGT para que tenga validez. Segundo: hasta ahora esa nota nadie la objetó formalmente. Y tercero: entre los sindicalistas que ya participaron de la primera reunión del Consejo del Salario hay tres que pertenecen a los ‘gordos’, que es el sector que Rueda representa”.
Se refería a Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Manuel Pardo (Smata) y Armando Cavalieri. Justamente este último salió ayer a ofrecer su lugar a Rueda a fin de calmar las aguas. Pero eso no parece responder a la demanda de la conductora de la CGT, cuya bronca está depositada en la fuerte presencia del barrionuevismo en la mesa de discusión. A tal punto que ahora dice en la intimidad que es el propio Tomada, al avalar la nómina, el que terminó por darle un espaldarazo al dirigente gastronómico. En ese sentido, no deja de mencionar la incorporación en el Consejo del Salario del químico Reynaldo Hermoso. Se trata del alter ego de Barrionuevo, al que en su momento el Gobierno desplazó del PAMI por supuestos manejos turbios.
“Resulta que Rueda es más kir-
chnerista que Kirchner. Nosotros no convalidamos las prácticas de Barrionuevo. Pero tampoco armamos la lista de representantes sindicales. Esa es una potestad de la CGT, más allá de que fue público y notorio que no queríamos que esté Barrionuevo”, señaló un conspicuo hombre del Gobierno.
“Lo que pasa –agregó– es que ahora nos tiran la interna por la cabeza. Si a Rueda le molesta tanto Barrionuevo, ¿por qué no impidió que tuviera cargo en el Consejo Directivo de la CGT?”
Todos los saben. Alberto Fernández y Tomada cruzaron llamados para ver cómo evolucionaba el armado de la lista sindical, expresando sus deseos de que el dirigente gastronómico quedara fuera. En ese sentido no hay dudas: fue el jefe de Gabinete quien impulsó a la titular del PAMI, Graciela Ocaña, a hablar pestes de Barrionuevo.
“Si Rueda está dispuesta a dar la batalla final contra Barrionuevo la vamos a acompañar. Pero esa batalla no se da en el Consejo del Salario, de donde seguramente va a salir un aumento para los trabajadores, que, así como están las cosas, ella ni siquiera va a capitalizar políticamente”, evaluaban muy cerca de Kirchner.
Claro que Barrionuevo no aparece en el discurso público de Rueda. Tampoco Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (UOCRA), a quien la mujer cree funcionales al ex senador catamarqueño. La integrante del triunvirato de la CGT prefiere poner el acento en la discusión técnica. Por estas horas insiste en que la ilegalidad de la representación sindical en el Consejo del Salario no se da únicamente porque no cuenta con su aval expreso sino porque, además, en su conformación no se respeta la ley de cupo femenino.
Según el Gobierno, esa ley es clara sobre su aplicación en los cuerpos directivos de los sindicatos y en las comisiones paritarias de negociación colectiva. Pero nada dice respecto al Consejo del Salario.
Hubo un tercer argumento que Rueda blandió para justificar su ánimo irascible: la ausencia en el Consejo del Salario de mayores gremios de la producción. Y otra vez ahí puso la mira sobre Tomada, a quien diferencia de Kirchner, como si aquél no respondiera a éste.
Lo curioso es que semanas atrás Rueda decía ser “amiga” de Tomada y los medios la presentaban como la “mimada” del Gobierno. Hoy, la mujer que sabe hacerse notar no trepida en poner en duda su buena relación con el ministro de Trabajo y también en poner distancia de los títulos de los diarios. “La verdad es que a mí sólo me gusta ser la mimada de mi marido.”
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