EL PAíS
Aunque Macri mira para otro lado, su partido es una bolsa de gatos
El macrismo en la Legislatura porteña ya está dividido en dos bancadas, pero amenaza romperse unas cuantas veces más. Los peronistas anticipan que formarán una agrupación kirchnerista.
› Por Santiago Rodríguez
En la Legislatura se los identifica como macristas, pero no todos son lo mismo: en Compromiso para el Cambio hay diferencias que no son nuevas ni tampoco menores, y quedaron en evidencia hace unos días cuando la bancada que logró conformar Mauricio Macri se dividió en dos sub-bloques, que reúnen por un lado al grupo “Nogaró” y por el otro al “Festilindo”. Hasta el momento, el empresario sobrevoló las disputas planteadas entre sus legisladores y es por eso que, más allá de la división, logró que ambos sectores lo sigan teniendo como referente. Sin embargo, en las mismas filas macristas vaticinan nuevas rupturas, y varios de los peronistas que hoy están con el presidente de Boca reconocen en la intimidad tener un ojo puesto en la interna del PJ porteño para determinar si siguen a su lado.
Para sumar más votos en su pelea con Aníbal Ibarra por la Jefatura de Gobierno porteño, Macri se presentó el año pasado a la elección con cuatro listas diferentes de candidatos a legisladores. Así es como los macristas “puros” conviven hoy en la Legislatura con la alfonsinista María Florencia Polimeni y también con uno de los más fieles exponentes de la derecha radical, como Jorge Enríquez. Abanderado del más duro de los proyectos de Código de Convivencia, Enríquez respondía en su época a Eduardo Angeloz y después pasó al ala más rancia del delarruismo. Durante la Constituyente porteña fue convencional e hizo punta en el rechazo a la consagración de los derechos de las minorías sexuales y a la abolición de los edictos.
Macri también tiene en su representación legislativa a peronistas que van desde el kirchnerismo hasta el menemismo, pasando por otros identificados con el viejo “sistema” grossista. Tampoco le faltan conservadores, como Jorge Bussaca, acérrimo opositor al Museo de la Memoria en la ESMA. Hasta hace unos años profesor de Derecho en el Colegio Militar, Bussaca se opuso a la ley de embarazos incompatibles con la vida y al Programa de procreación responsable. Y en varias ocasiones intentó que la Legislatura declarara de “interés geopolítico” el periódico Tiempo Militar, en cuya editorial se afirmó hace dos años que “la dictadura es el único recurso para evitar el suicidio de la sociedad y la desintegración de la Nación”.
El líder de Compromiso para el Cambio tuvo que lidiar con esa variedad desde que sus legisladores se sentaron en sus bancas. A pesar de las dificultades, desde diciembre pasado, Macri sufrió la baja de sólo uno los 23 legisladores que consiguió en las últimas elecciones: la del Chango Farías Gómez, quien abandonó el macrismo y constituyó una bancada unipersonal. El resto, aunque divididos le sigue respondiendo.
La estrategia de Macri hasta el momento consistió en sobrevolar las disputas que dividen a sus legisladores, y el empresario no se plantea cambiarla. Los operadores que lo aconsejan explican que son tensiones lógicas de cualquier bloque y del tipo de construcción política que encaró el presidente de Boca. “Ya el partido –dicen– tiene líneas de pensamiento diferentes que confluyen en el liderazgo de Mauricio, y en un frente como el que armamos eso se multiplica.”
De todos modos, la división de la bancada de Compromiso para el Cambio en dos sub-bloques no consiguió apaciguar los ánimos entre los legisladores y eso puede terminar complicando a Macri. El grupo “Festilindo”, que agrupa a la mayoría de los macristas “puros”, podría sufrir en el corto plazo el desprendimiento de dos de sus miembros: Paula Bertol y Martín Borrelli, dos dirigentes del Partido Federal.
Los dos grupos que hoy presenta el macrismo en la Legislatura se encuentran, además, inmersos en una pelea por el nombre con el que seguirán funcionando. “Festilindo” se quedó con el sello de Compromiso para el Cambio. El “Nogaró” adquirió la denominación de Juntos por Buenos Aires, pero pretende para sí la utilización del nombre de la fuerza política que conduce Macri. El reclamo lo hizo el presidente de la bancada, Jorge Mercado, un viejo empleado administrativo del Ministerio de Economía que luego armó una cooperativa y, a fuerza de cintura política, va ya por su segundo mandato como legislador. Sin embargo, la mayor amenaza para Macri proviene del lado del PJ. Buena parte de los peronistas que hoy le responden sigue con atención la evolución de la interna del justicialismo porteño.
Mezclados en el “Nogaró” y el “Festilindo”, tampoco todos los peronistas son iguales. Santiago de Estrada es uno de los hombres fuertes del primero de los grupos. De estrechos vínculos con los sectores más conservadores de la Iglesia, el hoy vicepresidente primero de la Legislatura fue varias veces secretario de Culto y también embajador de Carlos Menem ante el Vaticano. Otra de ese lote es Silvia Majdalani, quien aún hoy se reivindica como menemista y fue jefa del “aguante” que acompañó al ex presidente durante los días que estuvo preso. Con la idea de promover una movida generacional que incluye al ex funcionario aliancista Lautaro García Batallán, también comparte ese espacio Diego Santilli, quien dentro del PJ porteño mantiene sus lazos con Miguel Angel Toma.
En el otro sector sobresalen Helio Rebot y Rodrigo Herrera Bravo. Rebot tiene por referente a Jorge Argüello y fue apoderado del Frente de la Victoria –el sello con el que Néstor Kirchner llegó a la Rosada–, por lo cual le gusta definirse como kirchnerista. Herrera Bravo combina su condición de peronista con la de macrista “puro”, al punto que siempre acompaña a Macri en sus incursiones en la provincia de Buenos Aires.
Aunque no lo hacen en público, varios de los peronistas están pendientes del reordenamiento del PJ porteño y manejan la idea de armar un bloque alineado a Kirchner hacia fin de año. El obstáculo que encuentran quienes alientan esa posibilidad es la reticencia de la mayoría a identificarse con otro que no sea el Presidente. “Nosotros –puntualizó un legislador– estamos con Kirchner, pero no con Alberto Fernández ni con Rafael Bielsa.”