EL PAíS › CERRO EL CONGRESO EUCARISTICO EN CORRIENTES
Hasta Castells quería ir
El tono fue tan social que el piquetero preso convocó a ir a sus seguidores. Críticas al FMI y un llamado a “bajar al llano”.
Por Washington Uranga
Con una dura crítica a quienes “asfixian a pueblos enteros con imposiciones esclavizantes”, el cardenal boliviano Julio Terrazas, enviado especial del papa Juan Pablo II, cerró ayer en Corrientes el X Congreso Eucarístico. A la convocatoria de la Iglesia Católica asistieron, según los organizadores, 10 mil congresistas que participaron de las comisiones de trabajo y más de 200 mil personas que tomaron parte de los actos masivos y las celebraciones. La policía calculó que hubo 150 mil fieles en el acto de cierre. En esa ocasión el cardenal Terrazas subrayó la necesidad de una “solidaridad profunda y no frases hechas que diluyen los compromisos”. Y agregó que “no hay otra salida sino salir al llano; bajar al llano de nuestra vida y de la vida de nuestro país”.
En la ceremonia final estuvieron el vicepresidente Daniel Scioli, el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; el embajador ante el Vaticano, Carlos Custer; el gobernador de Chaco, Roy Nikisch, y su par correntino Ricardo Colombi. A pesar de que fue invitado, no asistió el presidente Néstor Kirchner.
Este Congreso Eucarístico es el décimo que se celebra en la historia argentina y es un acontecimiento de gran significación para la Iglesia Católica y una de las manifestaciones más importantes de la feligresía. El último congreso de este tipo se había realizado en Santiago del Estero en 1994. Ahora en Corrientes y durante cuatro días, los congresistas trabajaron en comisiones sobre temas tales como la solidaridad, la reconciliación y la eucaristía. De acuerdo con los datos oficiales la mayoría de los 10 mil congresistas fueron mujeres y la edad promedio osciló entre los 35 y los 40 años. En la ceremonia de cierre estuvieron presentes, además del cardenal Terrazas, el cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio; el arzobispo de Rosario y presidente de la Conferencia Episcopal, Eduardo Mirás; el titular del Arzobispado correntino, Domingo Castagna; el nuncio apostólico, Adriano Bernardini, y otros sesenta obispos católicos provenientes de todo el país.
En la apertura el cardenal Bergoglio había hecho un nuevo llamado a la reconciliación. El arzobispo de Buenos Aires dijo que “si el pecado es alejamiento y desencuentro, la reconciliación es acercamiento y reencuentro, superación de la enemistad y retorno a la comunión. Dios nos reconcilia en Cristo. El es el principio y fin de una reconciliación filial, por la que el hombre arrepentido vuelve confiado a los brazos amorosos del Padre”.
Uno de los principales centros de atención del congreso fue la imagen de la Virgen de Itatí, trasladada desde el Santuario donde se la venera, a setenta kilómetros de distancia, hasta el campus universitario donde el sábado se realizó una misa campal. Soportando el ya intenso calor, aproximadamente 100 mil personas participaron de esa celebración con la marca de religiosidad popular propia de muchas provincias argentinas. Era la cuarta vez en cuatro siglos que la imagen de la Virgen de Itatí era sacada de su emplazamiento original para marchar en peregrinación. La anterior fue en 1987, en la visita de Juan Pablo II. Un dato curioso: desde la cárcel chaqueña en la que se encuentra, el dirigente piquetero Raúl Castells convocó a sus seguidores a participar de la ceremonia de clausura. El argumento: las demandas contra la pobreza y el hambre de los obispos son coincidentes con los reclamos de su organización.