EL PAíS
› LA CREACION DE ENARSA YA ES LEY.
EL GOBIERNO AHORA TIENE UNA HERRAMIENTA Y UN DESAFIO
El Estado entra en el negocio con energía propia
El intenso debate que prologó la votación de la ley que crea Enarsa en el Congreso estuvo adornado de alusiones a los ’90, con muchos recuerdos y otros tantos olvidos. El Estado vuelve a participar en el sector con una herramienta propia. Ahora la expectativa es ver cómo la usará.
› Por Eduardo Tagliaferro
El Gobierno cuenta desde anoche con el aval del Congreso para la creación de la empresa Enarsa, una sociedad anónima con mayoría estatal, con la que el oficialismo pretende tener mayor protagonismo en el mercado energético. Luego de un debate tedioso y repetido, el Senado aprobó las reformas introducidas en Diputados y convirtió en ley la iniciativa oficial. La década de los ’90 volvió a escena en boca de muchos parlamentarios. Para el santacruceño Nicolás Fernández, con Enarsa “vuelve el Estado” a tener protagonismo en un sector estratégico. El radical independiente Rodolfo Terragno señaló precisamente lo contrario. Dijo que el Estado, al compartir con los privados un porcentual de esta empresa, está cediendo parte de recursos que hasta hoy son totalmente estatales, entre ellos la plataforma submarina. Explicó la conducta del oficialismo por su participación culposa en la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Lo hizo trayendo del archivo un artículo periodístico, en el que Néstor Kirchner ofició de vocero de una reunión de gobernadores peronistas que reclamaban el respaldo de los legisladores a la privatización de la petrolera estatal. Finalmente, el oficialismo impuso su cómoda mayoría. Cuarenta y cuatro senadores votaron por Enarsa. Dos lo hicieron en contra y se abstuvieron quince.
El radicalismo había adelantado que se abstendría. Ello obligaba al peronismo a conseguir sus propios números. En este punto, los justicialistas se encontraban ante el dilema de obtener una rápida aprobación del proyecto, pero, por otra parte, no podían aparecer concediendo a las reformas introducidas por los diputados la llave a la racionalidad y el equilibrio. Por eso las voces que en la anterior sesión defendieron la iniciativa ahora aparecieron divididas. Por un lado, Nicolás Fernández defendió las reformas. Y, por otro, la puntana Liliana Negre de Alonso aseguró que los cambios fueron un mamarracho, ya que los controles y la transparencia las había garantizado el proyecto original del Ejecutivo, aprobado por el Senado hace más de 60 días atrás.
No por casualidad, antes de la sesión, Negre de Alonso había hablado largamente con la senadora Kir-chner. En un punto la santacruceña compartía las definiciones de Negre. Ese discurso destacaba que en ningún momento el Ejecutivo había querido sortear controles o desprenderse de algunos activos estatales, en una moderna ingeniería reprivatizadora.
“Enarsa está marcando el regreso del Estado. No hay muchos ejemplos en los que el PEN, con las manos y las voluntades suficientes (para imponer su voluntad), acepte las modificaciones que se proponen. Nuestra verdad no es superior a la de Diputados”, señaló Nicolás Fernández al defender la creación de Enarsa. Al senador santacruceño, ninguna de las críticas formuladas por la oposición le pasaron desapercibidas. Fue puntilloso a la hora de rebatirlas una por una. Lo hizo en tándem con Cristina Kirchner. Para la senadora los cambios introducidos “son obviedades”.
La santacruceña defendió la redacción original del proyecto y, con todas las letras, señaló que los “ataques” a Enarsa fueron alimentados por “las empresas privadas, auspiciantes de los programas de televisión”. Para que no quedaran dudas, afirmó que “estamos hablando de millones de millones de dólares”. Claro que en su mensaje no hubo nombres propios, ni para identificar a aquellos programas o periodistas que habrían alentado las críticas a la medida oficial, ni mucho menos para nombrar a Repsol, empresa dominante por excelencia de los recursos petroleros.
Para la legisladora, las críticas no resultaron algo “increíble. Es casi lógico”, dijo. A pesar de estar de acuerdo con la redacción original, aceptó las modificaciones, ya que “esto ha dado certezas a los que tal vez no conocen el ordenamiento jurídico”. Las invocaciones al derecho y los argumentos jurídicos a veces representan la más fuerte valla paraprofundizar la discusión política. Y eso quedó en claro luego de la exposición de Kirchner.
Los ’90 con su ola privatizadora aparecieron en el debate de la mano de Terragno. “Temo que el oficialismo tiene que lavar culpas, ya que enajenó de la peor manera a YPF. A veces se habla de los ’90 como si se tratara de algo ajeno”, dijo para luego mostrar el artículo periodístico en el que Kirchner aparece junto a José Luis Manzano en 1992 defendiendo la privatización de la petrolera estatal.
Le respondió a Fernández y dijo que la iniciativa, lejos de representar la vuelta del Estado, es su disminución. Comentó que la sanción de las posiciones dominantes en cualquier mercado hoy están reguladas por la Ley de Defensa de la Competencia. Esa ley le da al Estado la posibilidad de disolver o dividir esas firmas. Sostuvo que, con la creación de Enarsa, esa sanción el Estado la compartirá en una sociedad anónima con los privados. Algo parecido puntualizó a la hora de hablar sobre la plataforma submarina. “Se presenta a Enarsa como un remedio y en realidad es un placebo”, concluyó Terragno.
El guante lo tomó el rionegrino Miguel Angel Pichetto. Retrucó que las ideas privatistas habían ingresado a la Argentina cuando Terragno fue ministro de Raúl Alfonsín. Luego de comentar que se había opuesto a la venta de la acción de oro de YPF en 1995, volvió sobre los ’90. “Digamos lo que hicimos. En los ’90 hubo un pensamiento casi único, hubo un fuerte compromiso de las empresas y de los medios de comunicación. Acá no hay inocentes. Hubo muchos que construyeron ese pensamiento”, señaló el jefe de la bancada peronista. Por suerte, en su definición, Pichetto utilizó la palabra “casi único”. La lista de personalidades que enfrentó al menemismo, que los hubo, los hubo, también incluye a muchos periodistas. “Nos pegan por izquierda diciendo que Enarsa se llenará de ñoquis y por derecha, que vamos a privatizar todo”, dijo confundiendo los argumentos de unos con los de otro. El lapsus se entiende. Le tocó hablar luego de una interrupción de Cristina Kirchner. Varios fueron los que criticaron los ’90. Claro que el discurso liberal y aperturista también se filtró en esas exposiciones. Por ejemplo, la menemista salteña Sonia Escudero, que empleó la frase “la maldita década del ’90”.
Finalmente se votó. Enarsa es ley. El Gobierno tiene una herramienta y también un desafío: utilizarla para poner nuevas reglas en un sector altamente concentrado y con el suficiente peso económico como para hacer temblar al más fuerte.
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