Lun 01.11.2004

EL PAíS  › REPORTAJE AL MUSICO DANIEL VIGLIETTI SOBRE EL TRIUNFO DE LA IZQUIERDA URUGUAYA

“Esta es una alegría para guardar preciosamente”

Viglietti, el autor de A desalambrar y otras canciones simbólicas de los ‘70, le dijo a Página/12 que la memoria es una obligación ética, pero sobre todo reivindicó la novedad de que algunos objetivos sociales puedan ser realizados por primera vez.

Página/12
en Uruguay
Por M. G.
Desde Montevideo

Es domingo a la tarde en el café Manchester y Daniel Viglietti se disculpa por la prohibición de vender alcohol como si fuera el dueño del bar. “En este país hubo mucho duelo y mucha pena, y hoy tenemos derecho a apuñarnos en la alegría”, dice uno de los veteranos de la música uruguaya, y se ríe cuando recuerda una de sus letras: “Qué linda es la llamarada alumbrando al mundo entero”.
–Disculpas por el neologismo, porque apuñarnos no existe –dice–. Pero en la mano izquierda de este país entraron todas las líneas, y hay que conservarlo. Haber logrado esa unidad ya es algo digno de regocijo.
Viglietti hace historia y habla de votantes del Frente Amplio que “con una mano hacían una cosa y con otra mano otra”, pero no lo dice en tono de crítica sino de descripción. Es un eufemismo. Cuando se fundó el Frente Amplio, los Tupamaros y otras organizaciones guerrilleras estaban en la acción directa. Algunos sólo apoyaban las acciones armadas, otros sólo la vía electoral y un tercer grupo respaldaba las acciones armadas mientras votaba a la izquierda,
–Me alegro de que toda esa diversidad se haya logrado unir en un objetivo común e impostergable –comenta, en alusión a la participación de los antiguos tupamaros en una línea interna, el Movimiento de Participación Popular, que terminó ayer como la más votada dentro de la coalición que Tabaré Vázquez define como “progresista”.
–¿Usted es optimista sobre la conservación de una política única?
–Sí, porque la construcción no es solo de cúpulas o de una línea determinada sino de las mayorías, de la expresión masiva de la gente. Mario Benedetti dixit: “Hemos trabajado tanto por la alegría...”. Nos la merecemos después de los masacrados, de los que sufrieron lo que sufrieron, pero por suerte la gente dejó de aceptar la mentira. Sin duda habrá tabiques a las crecientes, pero confío en una respuesta rápida al peor de los problemas, que es la infancia empobrecida. Pobreza existió siempre en el Uruguay, pero no tan extrema. ¿Sabe para qué creo que sirve ya la victoria que estamos logrando? Para retomar el sentido de compañerismo en la vida cotidiana. Falta mucho para gobernar, y esta alegría hay que guardarla preciosamente. Mire esas banderas que la gente lleva atadas al cuerpo. No quiero que se deshilachen. Y ojalá que en derechos humanos miremos lo que hacen ustedes en la otra orilla mientras resolvemos los problemas de alimentación, de salud... Lo digo y me asombro.
–¿Por qué?
–Porque uno siempre dice estas cosas, y parecen frases repetidas y aburridas. El hecho original de estas elecciones es que ahora es posible pasar a la práctica.
–¿Usted qué haría en materia de revisión de las violaciones a los derechos humanos en el pasado?
–No quiero discutir hoy de las metodologías. Sólo digo que el pasado y el presente no son indisociables, porque el reloj es esfera y el almanaque un libro. Hay un pasado para revisar errores, para analizar. Lo desaparecido es lo que ahora aparece. El recuerdo es una obligación ética, y la justicia pura y simple también. Ya vamos a discutir todo esto. Tenemos fuerza. Yo estuve en el exterior y vi la pasión de los emigrados. La vi en Caracas, en Oslo, en Francia, en La Plata, en París. Los uruguayos mandaron dinero para financiar pasajes y también para medicamentos. Se está formando una asociación, Ibiray, para proteger a las viejas luchadoras y a los viejos luchadores. Hay como un país doble. Uno acá y otro afuera. La segunda ciudad del Uruguay es Buenos Aires con sus alrededores. Es un buen momento para aprovechar el empuje del Frente yestimular a los grupos de base. Es tonto desarticular el diálogo imponente entre la cúpula y la base, entre la base y la cúpula, destruir ese espíritu cooperativo tan importante. Yo tengo mucha confianza en este clima y en la decisión de no aislarse.
–¿Habla de los vecinos?
–Sí, del Mercosur, y sobre todo de Brasil y la Argentina. Ustedes son enormes. Yo miro para afuera como acá mismo miro fuera de Montevideo, al interior, para tener la realidad completa. En muchas elecciones, el interior fue un contrapeso para el Frente. Ahí era difícil ser de izquierda, porque la gente es más visible y todavía sentía el miedo que había quedado grabado de la dictadura. Pero Uruguay le debe mucho al interior. Raúl Sendic nació en el corazón del latifundio y empezó dirigiendo el movimiento cañero de Villa Unión.
Viglietti mira su Pepsi mientras afuera crece la concentración del Hotel Presidente, donde a la noche Tabaré Vázquez anunciará la victoria que el comando electoral de la coalición ya palpita por una encuesta telefónica no difundida en público.
El músico pide detalles sobre los datos y se tranquiliza.
–A mí esto me toca mucho. Mi padre, ya fallecido, que era militar y llegó a coronel, siempre fue blanco hasta que fue cofundador del Frente Amplio con Líber Seregni y Zelmar Michelini. Ojalá que esta noche dure. Será la primera noche diurna en mucho tiempo.

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