EL PAíS
› A CAMBIO CRECERAN 4000 MILLONES LAS
EXPORTACIONES Y SE GARANTIZAN INVERSIONES
China consiguió su prueba de amor
El reconocimiento del status de “economía de mercado” a China significa que “ya no habrá trato discriminatorio” para los productos de ese origen, según explicó Alberto Fernández. El Gobierno aseguró que se cuidará que el intercambio no afecte la industria local.
› Por David Cufré
“A partir de ahora no se aplicará ningún trato discriminatorio a las importaciones chinas, que serán tratadas igual que las importaciones provenientes de otros países”, recalcó Alberto Fernández, haciendo un esfuerzo para que sonara como una buena noticia lo que en realidad es un logro de la diplomacia china. La promesa de negocios por 20.000 millones de dólares y la aceptación de exportaciones argentinas de carnes y frutas tenía una contrapartida: el reconocimiento del gigante asiático como economía de mercado. Eso implica igualarlo –con un período de transición– a las demás naciones con que comercia la Argentina, sin disponer ya más de las herramientas para bloquear sus envíos que hasta ahora podían utilizarse de manera unilateral.
Fernández se reservó otra carta para jugar en el mismo momento en que anunciaba la admisión de China como economía de mercado: ese país se comprometió a incrementar sus importaciones desde la Argentina en 4000 millones de dólares en el transcurso de los próximos cinco años. Es un aumento del 150 por ciento frente a los 2700 millones actuales. “No hay ningún compromiso de elevar nuestras compras”, agregó el funcionario, aunque la suba ocurrirá de hecho. La otra novedad importante es que el gobierno chino dispondrá que sus entidades financieras otorguen apoyo crediticio a las empresas de ese origen que decidan venir a invertir a la Argentina.
El riesgo de una invasión de productos industriales que desplace la producción nacional, a cambio de elevar las ventas de commodities agropecuarios y energéticos, se instaló como una preocupación central entre empresarios del sector fabril. El Gobierno se movió aceleradamente para diluir esos temores y las probables críticas. El jefe de Gabinete se comunicó con los presidentes de la Asociación Empresaria Argentina, Luis Pagani (además, titular de Arcor), y de la Unión Industrial, Alberto Alvarez Gaiani, así como con los principales directivos de las cámaras textil, del calzado y de juguetes para prometerles en el tono más enfático posible que no serán librados a su suerte. Su gestión tuvo un considerable éxito, puesto que las expresiones públicas de esos dirigentes fueron –con excepciones– de respaldo a los acuerdos alcanzados.
Además, el propio Néstor Kirchner se involucró en el tema para darle el máximo sustento político al acuerdo y al compromiso de defender la producción fabril. “Hemos garantizado total y absolutamente que todas las industrias que necesiten protección, la tengan”, afirmó desde el Chaco, adonde había ido para participar de un acto.
Antes, por la mañana, Fernández había dicho desde la Casa Rosada que “reconocemos a China el status de una economía libre, que puede competir con sus costos en el mundo. A la Argentina siempre le quedan las herramientas de política económica para preservar su producción, su industria y su propio desarrollo”. La protección será posible encuadrada en las normas de la Organización Mundial de Comercio: primero debe probarse la competencia desleal, en procesos que demoran de seis meses a un año –después de otro tanto hasta que los empresarios logran convencer al Gobierno para que presente el caso–, y recién después aplicarse las medidas restrictivas.
Fernández aclaró, de todos modos, que las salvaguardias vigentes en textiles, calzados y juguetes no desaparecen a raíz del nuevo convenio. Y desde Economía indicaron que hasta el año 2011, la propia OMC estableció una transición durante la cual los países que acepten a China como una economía de mercado pueden aplicar salvaguardias y cupos temporarios para proteger a algunas industrias. “Los empresarios deben tener en claro que el Gobierno sabe cuáles son los sectores sensibles y los protegerá para que no se repitan experiencias del pasado que derivaron en el cierre de muchas industrias y generaron niveles de desocupación que lamentablemente aún hoy padecemos”, insistió el jefe de ministros. En la negociación con los funcionarios chinos, Lavagna y Rafael Bielsa intentaron obtener alguna clase de promesa de que no habrá un aluvión de exportaciones que destruya a ningún sector, pero no lograron que quedara reflejado en el memorando de entendimiento.
El acuerdo se resume en ocho puntos. El que se refiere al intercambio de productos agropecuarios deja sentado que China levantó las restricciones fitosanitarias que impedían el ingreso de carnes y frutas. En concreto, los productores locales quedaron habilitados a exportar carne fresca deshuesada bovina –sólo de establecimientos ubicados al sur del paralelo 42, por ahora–, carne aviar y derivados y productos termoprocesados y menudencias cocidas. En cuanto a las frutas, ambos países pueden intercambiar desde ahora peras y manzanas –China es el primer exportador mundial– y cítricos dulces, mientras más adelante se obtendrá autorización para cítricos ácidos, tabaco, aceite crudo de soja, semen y embriones. La Argentina, por su parte, aceptó el ingreso de tripas saladas porcinas y ajos frescos.
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