EL PAíS
“Hay que cambiar la matriz de distribución”
El líder de la CTA pone el acento en la distribución del ingreso y la construcción política para “cambiar la sociedad desde el sindicato a la Casa Rosada”. La relación con el Gobierno, las discusiones con la CGT y dentro de la CTA y las metas para el 2005: un año para avanzar en “la resolución de los conflictos”.
› Por Diego Schurman
Los ornamentos son los de siempre. Fotos familiares, un retrato del Che, un banderín de Lanús, imágenes de trabajadores... Lo que cambió es su discurso. O mejor dicho, su vocabulario. Ahora, además de lucha habla de felicidad y amor, algo extraño para un dirigente sindical. A tal punto que sus compañeros de ruta comenzaron a llamarlo “El Pastor”. Víctor De Gennaro se divierte con el apodo sin dejar por eso de hacer pronósticos fuertes. “Es tiempo de la ofensiva, el 2005 será el año de responder a los conflictos.” Para algunos se trata de la reaparición del líder de la Central de los Trabajadores Argentinos luego de un prolongado silencio. Para él es sencillamente la continuidad de una construcción que nunca ocultó sino que los medios callaron.
–¿Por qué tan bajo perfil?
–Los medios, los medios... Hace pocos días leí una nota de Tomás Abraham preguntando dónde estaba Víctor De Gennaro...
–¿Y dónde estaba?
–Organizando la CTA. Ya somos más de un millón. Abraham dice que quienes invaden con presencia en los medios en algún momento pueden desaparecer. El dice irónicamente que me pasaron por arriba las bases, que se arregló con el Gobierno. Pero la verdad es que en algunos medios no estoy. Y es así. Hay una política hegemónica de la comunicación que como ya no puede convencer de que vamos al primer mundo, lo único que transmite es terror e impotencia del campo popular, ocultando una construcción o potenciando una interna que no le importa a nadie.
–O sea, están ocultando la construcción de la CTA.
–Nosotros estamos organizando un gobierno que cambie esta sociedad. Cuando digo gobierno no hablo de una candidatura, de un espacio institucional. Estuve hace unos días en la asunción de la nueva comisión interna de Arroyito Córdoba (Ar-cor), sede de una de las empresas más grandes del país, que está Pagani, que a pesar de que no tiene ningún cargo gobierna la Argentina. Lo mismo que Roggio en Córdoba o Alto Paraná en Misiones... En cada provincia hay grupos económicos que son los que gobiernan, los que ponen intendentes, gobernadores, manejan los medios de comunicación. ¡¡¡En Alto Paraná hasta subvencionan el rezo del Rosario!!!
–Entonces está construyendo. ¿Pero construyendo para qué?
–Estamos disputando el gobierno. El gobierno de la vida cotidiana.
–¿Cómo se disputa el gobierno?
–Creo que es tiempo de ofensiva. El 2005 es el año de la ofensiva. No puede ser que 9 millones y medio de pibes sobre 12.800.000 estén por debajo de la línea de pobreza. Los poderosos no pueden explicar por qué. Ellos perdieron la batalla cultural. Y hay que disputar en todos los terrenos, no sólo en el sindicato, sino también en la Casa Rosada, en el barrio, en la casa de cada uno. Pero ojo. Ellos perdieron esa batalla pero nosotros no la ganamos. Hay un tránsito. Tenemos que demostrar que se puede ser feliz de otra manera.
–Pero no me dice cómo se disputa.
–Algunos decían que la CTA se iba a convertir en un partido político. Y yo siempre dije que no es nuestro proyecto. Lo electoral es apenas una parte. Pero primero está la construcción de la fuerza propia.
–¿No es ése el fin de sus recientes reuniones con sectores de centroizquierda?
–Nosotros nos juntamos en Rosario con Martha Pelloni, Claudio Lozano, Carlos Heller, Patricio Echegaray, Margarita Stolbizer, Mario Cafiero, Hermes Binner etc., etc., planteamos que no se pueden negar las visiones partidarias. Ojalá hubiera una síntesis. Pero lo primero es juntar, acumular. La política es lo comunicacional, lo económico, lo sindical, y lo partidario. Pero no sólo lo partidario. Hay que hacer un movimiento.
–¿Pero le parece descabellado que la CTA se transforme en un partido?
–Si la hubiésemos convertido en un partido nos hubiesen dicho “vieron, ahí está la joda. Al final era un partido disfrazado”. En la CTA hay gente que piensa distinto partidariamente. Pero en vez de decir “qué democrático” nos dicen “es una bolsa de gatos”. Siempre perdemos. La comunicación hegemónica siempre nos pega.
–¿No se victimiza?
–Noooo. Me acuerdo de que Grondona, cada vez que ganaba Menem, decía “ganó el modelo”. Ahora, cuando perdió Menem, dijo “perdió la corrupción”. El modelo nunca pierde.
–Usted siempre dijo que Menem era el gerente del establishment. ¿A Kirchner cómo lo considera?
–Menem es más que un gerente. Es un traidor, un personaje siniestro. Menem tenía que demostrar que todo era corrompible. La primera fue la que hizo el primer día, que traicionó el mandato popular. Menem no tenía nada que ver con el peronismo: firmó el decreto de reglamentación del derecho de huelga un 17 de octubre. Nos pegó en la línea de flotación de la identidad. Antes nos movíamos a la defensiva, pero ahora hay que construir a la ofensiva, demostrar que se puede ser feliz.
–...¿Y Kirchner?
–No por casualidad aparece como hijo de este tiempo, de cambio después del 2001. Su discurso del 25 de mayo tiene contacto con estos nuevos tiempos. La ley es la Constitución. Se hicieron cosas importantes que ayudaron a mejorar la relación de fuerzas y otras no. Hay cosas con las que acuerdo y otras con las que no. Desde el cambio de la Corte Suprema, sacando la cabeza para discutir la Justicia, hasta lo que significó este año lo del 24 de marzo. Ese día, con la devolución de la ESMA, lo gocé. Ahí dije “no nos pueden ganar más”. Ahí me convencí de que el amor vence. Ahí habló María Isabel y habló Juan. El avance en el Mercosur y la unidad sudamericana también es bueno.
–¿Y lo malo?
–La matriz de distribución de nuestro país no ha cambiado. El ministro de Economía (Roberto Lavagna) dijo el otro día que hay que crecer para después distribuir, se asemeja al derrame. Sabemos que eso es verso. No estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo con los aumentos parciales para los pibes que tienen papás trabajando en blanco. La mayoría de los trabajadores son precarios, monotributistas, desempleados. Acá hay que dar una asignación universal para pibes y mayores de 65 años que no se van a jubilar más. Hay que terminar con el curro institucionalizado de las Administradoras de Fondos de Jubilación Privadas...
–El eje sigue siendo la lucha contra la pobreza.
–Hay que hacer causa nacional la pelea contra la pobreza. El gobierno nacional y el provincial están sentados arriba de una montaña de plata. Hay plata para que no haya pobres en la Argentina. Hay 20 mil millones de dólares de reserva. ¡¡¡Hay que distribuir y terminar con la pobreza!!! Hay que volver al campo. Hay más de un 1.800.000 hectáreas fiscales. La tierra se concentra cada vez en menos manos. La ofensiva de la que hablo que hay que hacer es en todos estos campos.
–¿La CTA también se expresará con sus históricas movilizaciones?
–La CTA marchará en el 2005, del 4 al 8 de abril, por la distribución del ingreso, autonomía nacional y libertad y democracia sindical. Lo hará en todas las provincias. Si uno quiere terminar el trabajo en negro, lo que tienen que hacer es dejar que elijan delegados. Es una vergüenza, no sólo que la CTA aún no tenga personería gremial. ¿Por qué no se legaliza? Porque los patrones no quieren. Porque ayudaría a disputar la renta y el trabajo en negro.
–Supongo que como dirigente sindical la apertura de la discusión salarial la tomó como un hecho positivo.
–El Gobierno legaliza el debate salarial, y nos convoca al Consejo del Salario. La CGT y la UIA aprueban 450 pesos. Nosotros pensamos que una persona debería ganar, como mínimo, 720 pesos. Pero no quisieron... ¿Cómo termina esta historia? Hace tres meses que el Consejo no se reúne, a pesar de que por ley se debe reunir una vez al mes. Y el Gobierno recibió el cachetazo de que la UIA y la CGT se reunieran en estos días para decir “no discutimos en ese ámbito sino afuera”.
–De todos modos, se habilitó un debate que estaba cerrado.
–Sin dudas. No se puede comparar al gobierno de Menem con el de
Kirchner. Esto es otra cosa. Pero ojo que yo no soy el Gobierno. Yo no priorizaría pagarle al Fondo o al Banco Mundial sin quita, sabiendo que son organismos cómplices. Hasta hubiera preferido pagarles más a los jubilados italianos que al FMI y el Banco. Pero al revés no. De la misma manera, no me gusta el lugar que se le da al poder concentrado que exporta, a Techint, Fortabat, Pagani... Yo cambiaría esa prioridad porque si no no se cambia la matriz de distribución.
–¿Es un discurso para los que dicen que usted es el Gobierno?
–Acá no es cero o cien. En la CTA hay muchas expresiones. Martha Maffei, Claudio Lozano, Ariel Basteiro, Víctor Mendibil.
–Es verdad que hay gente vinculada a la Izquierda Unida, al comunismo, al socialismo. Pero hay otros nombres de la CTA ligados al Gobierno, como Edgardo Depetri o Luis D`Elía.
–Acá hay compañeros que tienen derecho a tener su visión partidaria, pero la CTA es autónoma del Gobierno, los partidos y las empresas. Pero con todos esos, los que yo nombré y los que usted nombró, coincidimos en lo mismo: distribución del ingreso, autonomía sindical y democracia. ¿Usted me pregunta si hay distintas visiones? Sí, por supuesto. Lo que seguro que hay es algo en común: acá se sanciona no por pensar distinto sino si alguien se enriquece a costa de los compañeros. Pero diferencias hay. ¡¡¡En mi casa hay diferencias!!! Lo que pasa es que los medios...
–¿Qué más reprocha a los medios?
–El mismo tipo que nos cuestionaba porque marchamos contra la ley de responsabilidad fiscal y cortamos calles alrededor del Congreso. Ahí éramos los piqueteros que cortábamos el tránsito y perjudicábamos a la gente. Quince días antes Blumberg había hecho una marcha: ahí era el derecho ciudadano, aunque tuvieran que cortar ocho manzanas.
–Hablando de piqueteros, el Gobierno hizo lo suyo al intentar eclipsarlos devolviéndole el centro de escena a la CGT.
–Yo no puedo decir que la CGT no tenga representación. Hay dos millones de trabajadores que están ahí.
–Pero al parecer Lingeri y Rueda, dos de los cosecretarios de la CGT, se oponen a que el Gobierno le otorgue la personería gremial a la CTA.
–Yo leí eso. Tendrán que explicar por qué no quieren, porque les ha ido la vista del expediente donde se otorga la personería. ¿Cómo explican que no podemos tener personería?
–¿Qué significa tener personería gremial?
–Permite elegir delegado, participar de los conflictos... se termina con el unicato. Lo que yo quiero resaltar es que hay dos modelos: CGT y CTA. Nosotros tenemos afiliación directa. Para ser de la CGT hay que afiliarse a un sindicato. Nosotros tenemos elección directa, ellos a través de congresales. Ahora la mayoría de los trabajadores no está en ninguna central. Algunos no saben que pueden, otros no quieren, otros se oponen... y otros dudan... y por eso la personería les preocupa porque ven que hay muchos que se están organizando, que hay más gente en la calle.
–¿Y qué lectura hace de eso?
–Que en el 2005 tiene que haber mayor respuesta al conflicto. Los periodistas dicen que hay mayor conflicto. Lo que va a haber es mayor respuesta al conflicto. El conflicto es pagar lo que no se debe, la jubilación privada, el trabajador precario, el hambre. El 2005 será apasionante. Además es un año electoral.
–¿Va a ser candidato?
–No. Pero igual voy a participar del debate. El campo popular denunció en tiempos de defensa. Ahora hay que resolverlos, ir a la ofensiva. Ese es el crecimiento, el tránsito a ganar. Y para ahí vamos.
–Es optimista.
–Creo en el amor, que el amor vence. Creo en la vida.
–Es raro escucharlo hablar de amor.
–Hace un tiempo que lo digo. El debate más importante es si se puede ser feliz. Estos días estuve con Carlos Slepoy (que motorizó los juicios de Garzón en España). Y me acordaba de una cosa que me quebró delante del juez. Fue cuando decía que el 24 de marzo pensaba que nunca más iba a ser feliz. Para hacer política hace falta la cabeza, pero también el corazón. Lo de la ESMA fue importantísimo. Me liberó. Empecé a hablar de amor. Estoy con menos defensas. Puedo decir más fácilmente lo que pienso. Acá me cargan y me dicen El Pastor. Pero no está mal hablar de amor.