EL PAíS
“El desastre fue demasiado grande para agregarle declaracionismos”
Desde Santa Cruz, el presidente Kirchner habló sobre la tragedia de Once y pidió que se haga justicia “para que la reparación no llegue demasiado tarde”. Explicó su silencio argumentando que no quería gestos de exhibicionismo.
› Por Diego Schurman
Néstor Kirchner salió ayer a defender el silencio que lo mantuvo fuera de la escena pública desde la tragedia de República Cromañón, el último jueves. Fueron cuatro días donde las especulaciones lo llevaron a justificar su bajo perfil. “El desastre fue demasiado grande y demasiado terrible como para agregarle declaracionismos o gestos de exhibicionismo”, explicó el Presidente.
En la Casa Rosada hablan de una interpretación malintencionada de algunos medios. Básicamente, los responsabilizan de buscar reemplazar la “prudencia” de Kirchner por inacción o falta de solidaridad del Gobierno. Por eso, en las últimas 24 horas la administración Kirchner mostró un giro en su política comunicacional en el caso, que quedó plasmado ayer en dos pasos:
1º) Difundió declaraciones del Presidente, quien se involucró en el tema abogando justicia. Kirchner dijo a la agencia Télam:
- “Se repitió lo sucedido en la discoteca Kheyvis, de manera amplificada y profundizada, y todavía esperamos justicia. Los responsables de este poder independiente del Estado deben comprender que su rol es vital en la funcionalidad social, no sólo porque la impunidad es predemocrática sino porque además la reparación, cuando llegó, siempre fue demasiado tarde”.
- “En esta ocasión, como siempre, expreso mi respeto, compromiso y solidaridad con las víctimas de lo ocurrido, como así también para con sus familiares y seres queridos”.
2º) Difundió la realización de una mini reunión de gabinete en la Casa Rosada –una rareza de este Gobierno y más sabiendo que Kirchner está en El Calafate– que se ocupó del seguimiento de las tareas desarrolladas en torno a la tragedia. Del encuentro, encabezado por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, participaron el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el ministro del Interior, Aníbal Fernández; la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y el viceministro de Salud, Héctor Conti.
–¿Cómo es posible que desde José Luis Rodríguez Zapatero hasta Jacques Chirac, pasando por el Papa, acercaron su solidaridad y recién hoy (por ayer), a cuatro días de los sucesos, se escuchó por primera vez la voz de Kirchner? –le preguntó Página/12 a uno de los presentes en esa reunión.
–En estos casos más que hablar hay que hacer. Nosotros hicimos, y estamos haciendo mucho. Le digo más, Miguel Núñez ya había expresado las condolencias en nombre del Presidente. Pero resulta que algunos quisieron hacer creer que Núñez, que es el vocero presidencial, habló por su cuenta y no en nombre del Presidente.
Lo cierto es que Kirchner mantuvo el bajo perfil. Y eso significó que no trascendiera masivamente cuál era su compromiso con el tema. Por eso en el Gobierno detallaron cómo el propio mandatario llamó en la noche del jueves a “Los Fernández”.
–¡¡¡Mirá Crónica TV!!! –dicen que le exclamó al jefe de Gabinete, impactado por las imágenes del canal de cable.
Alberto ni había llegado a arrugar su pijama. Se vistió y comenzó la vigilia hasta el crepúsculo del viernes. Desde su celular avisó al ministro de Salud, Ginés González García, para poner en alerta a los hospitales.
A Aníbal Fernández directamente le encomendó marchar hacia República Cromañón. El ministro del Interior ya había estado intercambiando información con el jefe de la Policía Federal. Y pasó la noche del caos haciendo un monitoreo desde el Departamento Central de Policía.
En otras palabras, desde Santa Cruz Kirchner coordinó la acción del Gobierno, pero con un delibe-rado fuera de escena. Muy cerca suyo utilizaron anoche el repudio a Blumberg para justificar esa modalidad. ¿Qué pasó con el papá del chico secuestrado y asesinado? Intentó sumarse ayer a la marcha organizada por los familiares de las víctimas de la tragedia. Pero fue insultado y tuvo que abandonar el lugar. “Lo que hizo Blumberg es lo que Kirchner considera gestos de exhibicionismo”, evaluó un funcionario de su más extrema confianza.
A propósito de Blumberg: cuando el empresario organizó su primera gran marcha en reclamo de mayor seguridad, Kirchner también optó por el silencio. Entonces, le tocó al gobernador bonaerense Felipe Solá poner la mejilla en público.
En este caso, como ese lugar parece reservado para Ibarra, desde la Casa Rosada se sintieron en la necesidad de hacer algunas aclaraciones. Para los desmemoriados, Kirchner respaldó la reelección del jefe de Gobierno porteño en su contienda con Mauricio Macri. “Acá el primer responsable es el empresario del boliche, el segundo el que tiró la bengala y recién después hay que buscar alguna responsabilidad del gobierno porteño”, señaló a este diario un alto funcionario del gobierno nacional.
El compromiso de la Casa Rosada con Ibarra se plasmó en permanentes contactos de Alberto y Aníbal Fernández con el jefe de Gobierno porteño.
También hubo dos llamados de Kirchner. En todos los casos para poner a disposición del gobierno porteño los recursos necesarios para la emergencia. No hubo, en cambio, palabras de respaldo público. Las consideraron innecesarias. Dicen que no quieren transformar la muerte de casi 200 personas en un terreno fértil para la especulación política.