EL PAíS
› DISCUSIONES POR LOS ESTANDARTES DURANTE LA MARCHA
Con banderas, sin banderas
Nadia bajaba banderas políticas con sólo señalarlas. Los cientos de familiares y amigos que la rodeaban encendían chiflidos, amenazas e injurias muy persuasivas contra las agrupaciones que se atrevían a levantarlas. Al lado de esta muchedumbre, había gente de la Federación de Trabajadores Combativos (FTC), ordenados como un batallón. Ellos ya habían descendido astas por respeto a la mayoría. Familias de 30 personas llevaban agarrada a la remera la fotocopia de la foto de algún chico. Estaba la mamá de Sebastián, de 19, con la foto del hijo que ya no tiene apoyada contra la mesada de la cocina. Su tía, al lado, lo mostraba en su cuarto, con un poster de fondo del Indio Solari bebiéndose un micrófono.
Era un bandera amplia de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), que se cerró como un abanico cuando se acercaron los simpatizantes de la banda con sus “eh, loco, bajala”. “Se re portaron”, aclaró Nadia, que hablaba por los megáfonos cedidos por los estudiantes, que además dispusieron de sus equipos para efectuar fotocopias a los familiares organizados. Hacía minutos la joven, que en la tragedia perdió a su hermano y a su novio, había ordenado a las cámaras de televisión presentes que se fueran, porque “ayer vinieron a filmar la asamblea y no la pasaron por los noticieros. Nada más mostraron cosas de la marcha, así que ahora filman nada más la marcha”. El resto aclamó a la chica de 16 años.
A pesar de que deseaban que la manifestación fuera ordenada, el dolor y la bronca los excedía. La idea era encabezarla con un cordón de familiares de víctimas. Pero ante la bandera de un centro de estudiantes, los miles de familiares, sumados los que en días pasados habían masticado tristeza ante las velas del altar, decidieron detenerse hasta que dejara de sobrevolar cabezas. Ante esta situación un grupo de padres, tremendamente afligidos, arrancaron con la marcha de todas maneras. Algunos de los que postulaban el orden ante todo los siguieron, para pedirles que esperaran. Cuando se encontraron, en la esquina de Rivadavia y Pueyrredón, discutieron y absurdamente se las tomaron a las trompadas.
Cuando lograron separarlos, el grupo de familiares que se había desprendido emprendió la marcha solo. Los otros miles quedaron armándose para comenzar la caminata. En el primer grupo estaba Juan, que perdió a su hija. Estaba nervioso porque entre los de atrás había organizaciones “que vienen a hacer política a costa de nuestros muertos. No respetan nuestro dolor”. Durante la marcha, la FUBA terminó por desplegar su bandera. Los familiares y amigos llevaban la delantera. Separados por unos metros, en la parte de atrás las organizaciones hacían flamear sus insignias.
María, de la FTC, contó que acompañaron la marcha por un motivo muy claro: “Tres de los muertos eran hijos de piqueteros, tenían menos de 18 años”. Y afirmó que “respetamos a quienes no quieren banderas. Pero los nuestros y los de ellos son los mismos muertos”. La líder piquetera evidenció que “se quiera o no, el reclamo es un hecho político, porque están exigiendo que sea desaforado Aníbal Ibarra para que pueda procesárselo”.
Informe: Sebastián Ochoa.