Mié 05.01.2005

EL PAíS  › EN SU MAYORIA NO ERAN APTOS PARA TRANSPLANTES

La donación de órganos en el desastre

“Nosotros estamos acostumbrados a trabajar con allegados a personas que fallecen por causas sorpresivas, no esperadas, como en el caso de alguna enfermedad. Pero la verdad es que en esta situación hubo algo más. Las entrevistas con los familiares de los chicos fallecidos eran muy difíciles”, observó extrañada Adriana Fariña, subcoordinadora del programa porteño Buenos Aires Trasplante, de procuración de órganos. Luego del incendio en República Cromañón, que causó la muerte de 185 personas –según afirmó la especialista–, los médicos del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) recibieron tres denuncias de fallecidos cuyos cuerpos eran aptos para una ablación, pero no se las pudo efectuar.
“Esas tres personas eran aptas, cumplían los requisitos necesarios para este tipo de acción, pudieron haber sido donantes, pero las familias se negaron”, contó Fariña en diálogo con Página/12. Los casos habían sido detectados por los coordinadores hospitalarios que trabajan en los sectores de terapia intensiva: uno era un hombre, otra una chica y la tercera una niña; los tres estuvieron internados en centros sanitarios públicos del ámbito porteño. Pero en el momento en que los profesionales se acercaron para preguntarles sobre la voluntad de donar, los familiares discutían duramente una posición. Además, “hubo casos en que el fallecido era el segundo o tercero” por el mismo incendio, comentó.
Un fallecimiento sucede cuando mueren tres órganos: el corazón, los pulmones y el cerebro. Cuando se muere por una lesión cerebral grave, pasa lo siguiente: “El cerebro es el regulador de todo el organismo. Pero si la persona tiene un respirador artificial, los órganos y los tejidos pueden no dañarse. La ablación puede hacerse mientras el corazón siga latiendo. Pero si ocurre un paro cardíaco, lo único que se puede utilizar son los tejidos: córneas, piel, huesos o válvulas cardíacas”, entre otras, explicó Fariña.
La mayoría de los fallecidos en el incendio tenían daños en las vías aéreas por inhalación de monóxido de carbono, cuadros de asfixia, lesiones cerebrales, por lo cual algunos órganos pudieron quedar dañados por las sustancias tóxicas, lo cual los inhabilita para un trasplante. La médica opinó que “pudo evaluarse cada caso en particular porque cuando se muere el cerebro por falta de oxigenación y se lesionan las células del sistema nervioso central, hay veces en que no se dañan otros órganos”.

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