EL PAíS
› OPINION
Salir de Haití
Por Juan Gabriel Tokatlian*
En América latina el efecto diplomático-militar inmediato del devastador maremoto en Asia debería ser el retiro de las tropas que Argentina, Brasil y Chile tienen en Haití. Un análisis estratégico basado en evidencias y desprovisto de dogmas conduce a esa conclusión.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó recientemente un nuevo mandato de permanencia de soldados en Haití hasta mediados de 2005. A pesar de los exiguos logros en materia de orden público, la misión castrense de la ONU en la isla continúa. En efecto, los asesinatos políticos continúan (más de cien desde septiembre), la dificultad de desarmar a los distintos grupos paramilitares pertrechados permanece y aún hoy es imposible contar con un clima mínimo de convivencia. A pesar de los magros resultados en la consecución de los respaldos asistenciales y financieros prometidos por varios países e instituciones y de las deplorables condiciones sociales generadas por la última temporada de huracanes, el Consejo de Seguridad insiste en una solución básicamente militar para hacer frente a la calamitosa situación económica y política haitiana. De igual forma, a pesar de que la estructura de ilicitud –20% de la cocaína colombiana pasa a través de Haití– sigue prosperando y de que República Dominicana está crecientemente afectada por la inestabilidad institucional de su vecino, las Naciones Unidas persiste en asimilar su mirada del tema haitiano desde la óptica estadounidense: evitar la salida de más refugiados hacia Florida, ensayar un esquema de neoprotectorado a la fuerza y eludir parte de la responsabilidad por el estado deplorable de la isla.
Después del letal fenómeno tsunami, la comunidad internacional centrará sus escasos recursos para enfrentar el desastre natural y auxiliar la reconstrucción asiática. Haití –con todos sus padecimientos y urgencias– quedará, nuevamente, relegada. La tragedia asiática se sumará al desastre en Irak y ambos concitarán la atención y los aportes estadounidenses y mundiales a lo largo de 2005.
Argentina y Brasil, que comparten en 2005 sendos asientos en el Consejo de Seguridad de la ONU, podrían abocarse a facilitar una solución política amplia en Haití y aligerar el retiro de tropas. Es falso sostener que Sudamérica tiene que asumir un compromiso especial en y por Haití, más aún cuando cada vez tendrá menos acceso a recursos para resolverlos. Además, el empeoramiento de las condiciones sociales y políticas de la isla podría llevar a que las tropas terminen en un pantano militar. No es deshonroso sacar los soldados de Haití; lo indecoroso es dejarlas en la isla sin objetivos políticos claros ni respaldo internacional efectivo.
* Experto en Relaciones Internacionales.