Dom 27.02.2005

EL PAíS  › DETRAS DE LAS VALIJAS
LA EVALUACION DEL GOBIERNO EN EL ASUNTO SW

La valijita de Tacna

En la Casa Rosada aceptan haber pagado un costo político con el affaire, pero sostienen que cortaron con una cadena oscura en Ezeiza. El fin de la PAN y de los militares en los aeropuertos. La droga no sólo sale por SW. El papel de Beltrame y el futuro del secretario Jaime.

› Por Sergio Moreno

El descabezamiento de la Fuerza Aérea, la disolución de la vieja Policía Aeronáutica nacional (PAN) y la designación de Marcelo Saín como interventor de Ezeiza y manager de la nueva fuerza de seguridad aeroportuaria en ciernes inducen al Gobierno a creer que le han dado “un duro golpe al narcotráfico” en el país, por utilizar las palabras de un encumbrado funcionario. Los popes del oficialismo creen haber comenzado a resolver rápida y efectivamente un problema heredado: la presencia de la Fuerza Aérea en los aeropuertos civiles y la propensión de esta fuerza armada a los negocios non sanctos. “Hemos pagado un costo político, pero la resolución es buena, buenísima”, comenta a este diario otro integrante del elenco presidencial. No obstante, en la Casa Rosada saben que en el entramado descubierto a partir de las narcovalijas de Southern Winds hay un electrón suelto y está en su territorio: el secretario de Transporte, Ricardo Jaime. Sobre él ponen su lupa varios funcionarios del gabinete. El Presidente, por ahora, observa.
El Gobierno es consciente de que en todo este affaire hay pocos inocentes, que el Estado no se enfrenta a un caso de ineficacia; en el mejor de los casos, es ineficacia y corrupción. Y que la empresa involucrada, lejos está de ser víctima de empleados infieles, por utilizar un término acuñado por su presidente, Juan Maggio. Un ministro con amplio conocimiento de la evolución de la causa dijo a Página/12 que resaltan a la vista tres cuestiones centrales. “Por Ezeiza entra y sale droga; la que sale es mucha y en todo esto hay una connivencia entre SW, los controladores privados (las empresas privadas de seguridad) y los militares que eran los encargados de controlar”, enumeró. “Después del 11 de septiembre es imposible subir valijas sin acompañantes a algún avión, cualquiera que sea, si no hubiese un contubernio entre estos tres actores”, abundó el confidente.
Sospechosos de siempre
Ezeiza cuenta con un sistema de cámaras de seguridad de avanzadísima tecnología. Mediante sus movimientos y sus zoom, es posible ver “la marca de la corbata que utiliza un pasajero”. Los ingresos a las mangas y a los scanners son fotografías de los rostros de altísima fidelidad. Ahora bien, si las cámaras no son movidas manualmente y están en automático (como suelen estarlo la mayor parte del tiempo) se producen “zonas negras”: por uno o dos minutos en cada cámara (están diseminadas por centenares en todo el aeropuerto) hay áreas que quedan ciegas, sin barrer. “El juez de la causa cree que si se conociera el sistema de cámaras, un individuo, o dos, podrían deambular por el aeropuerto atravesando estas zonas negras sin ser notados”, relató una de las personas relacionadas con el caso.
Página/12 preguntó a un integrante del gabinete nacional quién manejaba el sistema de cámaras de Ezeiza. “La PAN”, respondió la fuente, y agregó: “Pero también tenían acceso el jefe de aeropuerto (el comodoro Alberto Beltrame) y el concesionario del aeropuerto (Eduardo Eurnekian)”. De esa sala desapareció la grabación del movimiento de las narcovalijas por la aeroestación. “Tenemos las filmaciones de cómo llegaron, de los autos en que entraron, un Fiat Uno rojo patente TLP 347 y un Peugeot 504 celeste, dominio WXZ 034 –el dato ya había sido revelado por Página/12 el viernes pasado–. En cada uno iban dos personas. El juez tiene unos setenta casetes y CD con filmaciones. Nos faltan las filmaciones sobre el movimiento de las valijas dentro del aeropuerto. Sobre eso, Beltrame tendrá mucho que decir”, estima el informante de este diario.
No es casual que, a la luz de este episodio, el Gobierno haya avanzado sobre la Fuerza Aérea. Sospechados de poseer una debilidad especial porlos negocios poco claros (vinculaciones con Alfredo Yabrán, Edcadassa, los free shops, el Tango 01, los sobreprecios, el espionaje sobre periodistas), los aviadores militares tenían un poder sobre las terminales aéreas civiles, herencia de la dictadura, que ningún gobierno había hasta el momento podido o querido menguar.
El ministro de Defensa, José Pampuro, venía hablando de extirpar a la PAN de los aeropuertos desde hacía un año con el ex jefe del arma, Carlos Rohde. El aviador siempre le dio largas y evitó las definiciones con dilaciones técnicas o burocráticas. “De todo este desaguisado saldrá algo bueno: disolvimos ese engendro que era la PAN, Saín va a unificar y rearmar el sistema de seguridad del aeropuerto como debe ser. Hasta ahora coexistían demasiadas fuerzas de seguridad, más las empresas controladoras privadas. Eso hay que terminarlo y Marcelo (Saín) va a hacerlo”, se entusiasma un importante miembro del Gobierno. Uno de sus pares abunda: “Ya pagamos los costos políticos. Pampuro los pagó. A partir de ahora, y aunque hay que andar bastante camino, en Ezeiza todo será más limpio”.
En los despachos centrales de la Casa Rosada y alrededores existe la certeza de haber obrado correctamente en relación a la Fuerza Aérea. “El descabezamiento de los jefes aeronáuticos es una ley militar, y ellos lo entienden. Se hace un corte y todo el que es más antiguo que por donde pasa el corte se va a la casa. Rohde se ganó con creces el pase a retiro. Beltrame aún tiene que dar muchas explicaciones ante la Justicia, y no por la actuación de su hijo precisamente”, reflexionaba un hombre de consulta presidencial.
Voladores
Southern Winds, de incierto futuro, es una de las claves de la investigación. Desde sus empleados involucrados en el narcotráfico, hasta su elocuente destino en Tacna, Perú, y las cuando menos confusas exposiciones de su presidente a los medios de comunicación, SW pide a gritos ser investigada. Ello está sucediendo.
Tacna es a Perú lo que Villazón es a Bolivia y La Quiaca a la Argentina. Es difícil imaginar que dicho destino sea tentador para el mercado. De pasajeros, cuando menos. “La empresa está en graves problemas y sus directivos deberán dar muchas explicaciones ante la Justicia”, estiman en Balcarce 50.
Dicho esto, hay que aclarar que SW no es la única empresa por la que se sacó droga de la Argentina. Un trabajo realizado por la extinta PAN, y que obra en poder del Presidente, indica que los alijos de drogas emigran, vía Ezeiza, por varias –muchas– líneas aéreas. Algo de esto fue adelantado ayer por Página/12. Por ejemplo, en 2003 se realizaron 10 procedimientos positivos de incautación de droga que intentaban ser enviadas por Aerolíneas Argentinas, 1 por SW, 1 por Aero Continente, 1 por Air France, 2 por Alitalia, y 14 por Iberia. “Toda la droga que sale por Ezeiza va a Europa y es notorio el predominio de Madrid-Barajas como destino central”, aclara un funcionario especializado en el asunto.
Así como resalta Barajas en cuanto destino de llegada de la droga, la fuente también destaca que no hay envíos, al menos desde Ezeiza, a Estados Unidos ni por líneas de ese país. “Indudablemente, después del 11-S es prácticamente imposible evadir algún control de American y United, y de las autoridades norteamericanas”, dice. El hombre también aclara que los datos ofrecidos indican los resultados positivos detectados. “Ahora que salió a la luz lo de SW, ¿cuántos fueron los cargamentos que no se detectaron?”, se pregunta con malicia.
Si bien la mercancía ilegal ha sido enviada por varias empresas, para mensurar lo ocurrido con SW en esta ocasión, debe tenerse en cuenta que en todo 2003 se capturaron, en Ezeiza, 158 kilos y 307 gramos de cocaína. Elenvío encontrado en la cinta transportadora de Barajas, que nadie fue a buscar, fue de 60 kilos. Un solo envío con más de la tercera parte de lo requisado en 2003.
“La DEA nos venía avisando. Nos decía que por Ezeiza salía mucha sustancia. Ahora se cansaron, nos miran recordándonos que nos habían advertido. La DEA sigue detenidamente todo este asunto”, revela un alto funcionario argentino.
Otra de Jaimito
El Gobierno ha despegado enérgicamente del affaire y ha tomado medidas draconianas, como le gusta hacer a Néstor Kirchner. Descabezar a la Fuerza Aérea, disolver a la PAN, intervenir Ezeiza, quitar el subsidio a SW, arrestar a Beltrame y conminarlo a que se presente ante la Justicia. El electrón suelto que le queda es el secretario de Transporte, Ricardo Jaime.
No son pocos en el Gabinete nacional –y fuera de él, pero dentro de la esfera de influencia presidencial– quienes tienen su mirada puesta en Jaime. Fuentes judiciales indicaron que es inminente su indagatoria. De sus respuestas dependerá si es procesado o no.
El secretario ha mantenido una jabonosa relación con los Maggio, los dueños de SW, de difusos contornos. El gerente general de la empresa lo nominó como su “jefe directo”, no sin malicia. Pero Jaime, cordobés como los empresarios aeronáuticos de marras, era el encargado de pagar las subvenciones que el Estado Nacional aportaba a SW y, en caso de ser necesario, de adelantarlas. Jaime es un hombre muy cercano al Presidente, tanto que, a pesar de revestir en el Ministerio de Planificación Federal que conduce Julio de Vido, tiene un poder de autonomía notorio respecto al ministro. Jaime fue el silente enviado presidencial a China para cerrar el paquete de negocios con la Argentina, los vaporosos 20.000 millones de dólares de rimbombante anuncio. Ni De Vido, ni el ministro de Economía, Roberto Lavagna, ni el canciller, Rafael Bielsa, supieron del entramado que Jaime tejió con los chinos hasta poco tiempo antes de la llegada del presidente Hu Jintao al país. Estos dos últimos ministros estuvieron curiosamente ausentes cuando se realizó el segundo anuncio de inversiones, en el Salón Azul de la Casa Rosada, sin la presencia de Hu, ni de ningún funcionario chino.
“Mire, yo no soy un especialista, a mí se me puede pasar, pero si usted es secretario de Transporte y ve que hay un corredor que comienza en Tacna y termina en Barajas, vía Córdoba y Buenos Aires, ¿no le pide explicaciones a la empresa que realiza ese trayecto? ¿No le pregunta cuál es la razón comercial de viajar a un pueblito perdido de Perú, lejos de cualquier ciudad importante? ¿No le pide los resultados comerciales de esos viajes?”, se pregunta, ácido, un integrante del gabinete, que ve con preocupación la labor del secretario. A la hora de caracterizar tal faena, no duda. “Es opaca”, dice.
El Gobierno debería terminar con tal opacidad.

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