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El camino de la transición
Por José Natanson
La semana pasada, Néstor Kirchner descabezó la cúpula de la Fuerza Aérea sin que se produjera un solo sacudón militar, algo que tiempo atrás hubiera resultado impensable: en un país en donde los militares reinaron como amos y señores durante casi un siglo, ¿qué pasó para que el Presidente pueda mandar sobre ellos como sucede en las democracias consolidadas? ¿Cómo se logró la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil? ¿Cuánto tuvo que ver la sociedad, cuánto los políticos? ¿Se completó la transición democrática?
El tiempo del “Proceso”. Conflictos y coincidencias entre políticos y militares 1976-1983, de Hugo Quiroga, es uno de los primeros textos que toma el período completo de la última dictadura desde la perspectiva del análisis político. Aunque está centrado en aquellos años, la lectura de su nueva edición, con una presentación revisada y actualizada, permite entender mejor no sólo qué pasó sino también lo que vino después: el difícil camino de la transición a la democracia.
Partiendo del concepto de pretorianismo, Quiroga sostiene que los golpes militares prosperan sólo cuando se pierde la fe en la democracia, que resulta indiferente para la mayoría de los ciudadanos o, en el peor de los casos, es considerada un obstáculo (por ejemplo para la estabilidad económica). En estos casos, los partidos políticos, en lugar de actuar como “escudos de la democracia”, comparten el protagonismo político con los militares, se comportan como actores “semileales” al sistema y hasta intentan derrocarlo.
En la Argentina ocurrió todo esto, y el resultado fue la dictadura más sangrienta de Latinoamérica. Después, la transición también marcó un contraste con el resto de los países: la derrota en Malvinas les impidió a los militares negociar con el poder civil las condiciones de su retirada y no hubo –como en Chile y Uruguay, entre otros casos– un proceso de transición consensuado. “No hubo un pacto fundante para la constitución de un nuevo régimen”, explica Quiroga.
Esto no significa que no haya existido un acuerdo entre civiles y militares. Quiroga sostiene que la transición se produjo mediante un “pacto postergado”, concretado a través de la “sentencia de impunidad” que significaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los decretos de los indultos. Este pacto –silencioso, pero no por ello menos significativo– permitió completar la transición al altísimo costo de garantizar la impunidad de los represores.
“Con la política de indultos, al final de cuatro insurrecciones, queda definitivamente consagrado el pacto postergado y resuelta la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil. El grave problema de los derechos humanos, así como también la insubordinación al poder civil de un sector del Ejército, estuvo encerrada en la exasperante tensión entre la Justicia y la política”, sostiene el autor. La lógica del realismo político –agrega– se impuso sobre las demandas éticas encarnadas por los organismos de derechos humanos.
Publicado originalmente en 1994 y reeditado ahora en una versión revisada, El tiempo del “Proceso” tiene una ventaja que va más allá de su contenido: es una prueba de que es posible hacer investigación académica de nivel desde el interior del país. Quiroga vive en Rosario, es profesor e investigador en la Universidad Nacional de Rosario y publicó su libro a través de una editorial local. Pero lo principal es que el libro, un relato histórico de la última dictadura, está claramente enfocado a las tensiones entre políticos y militares y que recorre los diferentes temas de aquellos años (el terrorismo de Estado, la crisis económica, los conflictos internos), sin perder el foco específicamente político. Quizá por eso es posible rastrear en el texto algunas claves para entender el presente: la audaz política de derechos humanos del Gobierno, la subordinación de las Fuerzas Armadas, la reapertura de las causas contra los ex represores, entre otros sorprendentes avances, continúan un camino cuyos comienzos analiza con acierto Quiroga en su libro.