Las presiones ejercidas por el gobierno de Estados Unidos a partir del escándalo de las narcovalijas no sólo se limitaron a las insistentes declaraciones del embajador norteamericano Lino Gutiérrez. El Departamento de Estado dio a conocer en los últimos días un informe que resalta el crecimiento del contrabando de drogas en el país. Dos cuestiones preocupan al gobierno de George W. Bush. Por un lado, la posición estratégica de Argentina en la ruta del narcotráfico y, por el otro, la creciente presencia de los carteles de Colombia en estas tierras. Las premisas cobran un plus de interés frente a la visita del ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, en las próximas semanas.
“Argentina participa como país de tránsito en el contrabando de la cocaína que proviene de sus vecinos, Bolivia, Perú y Colombia, con destino a Europa.” Así comienza el documento publicado el viernes. En unas breves tres páginas, el Departamento de Estado norteamericano vuelve a la carga con el discurso estrenado por Lino Gutiérrez días atrás haciendo hincapié en la presencia del narcotráfico colombiano en el país. Según el estudio, la droga que proviene del norte entra a través de las provincias de Salta, Jujuy y Misiones, y sigue viaje hacia Europa, principalmente, y también Estados Unidos, que hasta el momento no había sido reconocido como destino dentro del circuito organizado en la región. En este mapa –relata el trabajo– Argentina no se destaca como país productor, pero registra altos niveles en la exportación de insumos químicos aplicados al procesamiento de la cocaína y la heroína.
Lejos de camuflar sus intenciones, el Departamento de Estado aprovecha los datos para arremeter una vez más en la necesidad de reafirmar la presencia de las fuerzas de seguridad. En este sentido reivindica algunas de las medidas adoptadas por el gobierno de Kirchner, entre ellas el traspaso de la Secretaría de Seguridad al Ministerio del Interior, pero critica la falta de articulación entre las distintas instituciones dedicadas al control. El documento, en este sentido, escapa de cualquier alusión directa al caso de las “narcovalijas”, pero incluye a las aerolíneas y cruceros comerciales entre las formas de transporte de sustancias ilegales.
La falta de controles en las zonas de frontera, la persistencia de prácticas corruptas y la falta de radarización son algunos de los temas que enumera el informe. El interés de Estados Unidos en dichas cuestiones no es nuevo. Han formado parte de los argumentos sobre los cuales se exige en la región el endurecimiento de las políticas destinadas a seguridad. Justamente la radarización del espacio aéreo encabeza la agenda del ministro de Defensa Donald Rumsfeld, cuya visita al país programada para el 22 de marzo no descuidará los cambios implementados en Ezeiza a raíz del escándalo de las valijas, sobre el que Estados Unidos sigue demostrando un interés poco disimulado.