Mié 09.03.2005

EL PAíS

Cerca de la condena por genocidio, volvieron los desmayos de Scilingo

La Acusación Popular y abogados particulares pidieron 6626 años de prisión para el ex marino, que se desvaneció en la audiencia.

Cuando siente que no tiene salida, apela al recurso del desmayo. Lo hizo al inicio del juicio, en un intento fallido por evitar que comenzara el proceso. Ayer, mientras el abogado Carlos Slepoy pronunciaba su alegato, repitió la escena. Pero a pesar de su empeño, el represor Adolfo Scilingo parece no poder evitar su próxima condena. Abogados de la Acusación Popular y particulares se sumaron ayer al pedido de prisión que hizo la fiscalía el lunes y reclamaron 6626 años de cárcel para el ex marino que confesó haber tirado treinta personas vivas al mar.
“Está viviendo algo a lo que se resistió durante mucho tiempo, que es que muy probablemente sea fuertemente condenado. Cuando llegó a España no se lo podía imaginar. Pensó que se lo iba a proteger y cuando se dio cuenta de que no era así, modificó radicalmente su conducta y empezó a decir que lo habían engañado para venir aquí, que todo lo que dijo era por rencor hacia (el dictador Emilio) Massera, y empezó a inventar una serie de excusas insostenibles. En todo este tiempo pensó que iba a zafar. Pero en este momento se da cuenta de que es muy probable que no lo logre”, dijo desde Madrid Slepoy.
Durante su alegato, el abogado fundamentó –al igual que su compañero Manuel Ollé– que en Argentina se cometió un genocidio porque los militares “decidieron exterminar” a un determinado grupo de la sociedad que rechazaba el modelo que pretendía imponer la dictadura.
También hicieron sus imputaciones otros abogados acusadores. Virginia Díaz, de Izquierda Unida, afirmó que Scilingo conocía el “plan sistemático criminal” que planificaron las Fuerzas Armadas que dieron el golpe militar del 24 de marzo de 1976. La letrada insistió en que el ex marino, que fue responsable del área de Automotores y Electricidad en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) entre diciembre de 1976 y fines de 1977, se sumó de “forma voluntaria” al grupo de tareas 3.3.2, encargado de secuestrar, torturar y matar en la ESMA.
El abogado Enrique Santiago subrayó que, tal como Scilingo confesó en octubre de 1997 ante el juez Baltasar Garzón –de lo cual se retractó después–, participó en dos vuelos de la muerte, pudo ver a jóvenes secuestradas embarazadas en el casino de oficiales de la ESMA y entregó combustible para los “asados”, como los militares llamaban a la incineración de cadáveres de personas secuestradas. El letrado Juan Puig de Bellacasa señaló que la ESMA era un “engranaje fundamental” de la represión ejercida por la dictadura y que Scilingo fue “por acción u omisión” responsable de las muertes que allí se produjeron.
La audiencia de ayer fue interrumpida cerca de media hora luego de que Scilingo se cayera al volver a su asiento, después de hablar con su abogado defensor, Fernando Martínez Morata. En la primera jornada del juicio el acusado quiso suspender el proceso alegando que estaba delicado de salud debido a la huelga de hambre que estaba haciendo como medida de protesta. Pero después de que los médicos forenses comprobaron que estaba en condiciones de afrontar el proceso, sufrió una recuperación milagrosa que duró hasta ayer, luego de que comenzara la etapa final del juicio en su contra por genocidio, terrorismo y torturas.
El lunes la fiscal Dolores Delgado solicitó que Scilingo fuera condenado a 9138 años por su participación en 30 asesinatos –en los “vuelos de la muerte”– y 255 casos de torturas y por genocidio. El pedido hizo evidente el cambio de actitud de la fiscalía luego de que asumiera el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Durante la gestión de José María Aznar el ministerio público había rechazado la competencia de España para juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos en Argentina.
Cuando terminen los alegatos de las acusaciones particulares y popular, será el turno del defensor de Scilingo. El represor también tendrá la posibilidad de volver a hacer uso de la palabra. La sentencia está prevista para fin de mes y todo indica que el ex marino será condenado. Más allá de los varios siglos que puede recibir como pena, Scilingo pasaría 30 años detenido, el máximo de cumplimiento en España.

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