EL PAíS
› RADIOGRAFIA DE LOS PENALES BONAERENSES
Cárceles insólitas
El efecto Blumberg produjo un ingreso de presos seis veces mayor al usual. Hacinamiento y miles de detenidos inocentes con juicios cada vez más lejanos.
Por Raúl Kollmann
Durante el último fin de semana, el del 6 y 7 de marzo, la Policía Bonaerense hizo un vasto operativo en el conurbano y Zárate. Se detuvo nada menos que a 452 personas, incluyendo dealers de drogas, cafishios de prostitución, pasadores de juego clandestino. La pregunta obvia era ¿dónde meterlos? La respuesta inicial también era obvia: en comisarías, porque en las cárceles ya no hay lugar. Sin embargo, las matemáticas vienen con sorpresa. Hace doce meses en las comisarías había 4980 personas detenidas; durante el año transcurrido desde entonces, el Ministerio de Justicia bonaerense sacó de las comisarías hacia cárceles a algo más de 8100 detenidos, pero, aunque parezca insólito, lo real es que ahora en las comisarías hay 5600 presos, es decir más que antes. La razón es que el índice de encarcelamiento –como el del fin de semana pasado– es altísimo. De todas maneras hay un dato alentador: en los últimos 90 días, poco a poco, con los primeros síntomas de reactivación económica, la cantidad de gente detenida por robos –que es la mayoría– va bajando. Los increíbles datos e historias de lo que ocurre en las cárceles llevan a una serie de preguntas, dilemas y polémicas asombrosas.
1- ¿Qué está sucediendo con la cantidad de presos en cárceles?
Según el ministro bonaerense de Justicia, Eduardo Di Rocco, tras la histeria post Blumberg, la cantidad de gente que entró a las cárceles se disparó. En un año normal, la diferencia entre los que entran a prisión y los que salen, ronda los 500. O sea que se necesita aproximadamente 500 nuevos lugares en las prisiones. Sin embargo, en 2004 la diferencia entre los que entraron y los que salieron fue de 3200, es decir seis veces más de lo habitual. La consecuencia es evidente: hacinamiento, condiciones infrahumanas, violencia, muerte.
2- ¿Cinco mil terminarán saliendo en libertad?
En la provincia de Buenos Aires, del total de 25.000 presos, hay un 14 por ciento con condena de las respectivas cámaras de apelaciones y un 13 por ciento tiene condena de primera instancia. Esto significa que el 73 por ciento de los presos, nada menos que tres de cada cuatro están procesados, con prisión preventiva y sin que les hayan dictado condena alguna. Pero lo más asombroso es que, según datos de la Procuración bonaerense, el año pasado del total de personas procesadas, con prisión preventiva, el 28 por ciento resultó absuelto. Si se aplica el mismo porcentaje a los que están ahora en las cárceles sin condena de primera instancia, el cálculo cantado es que 5110 resultarán absueltos. Y lo concreto es que hoy están presos y soportando las condiciones inhumanas. Además, ocupan lugares que deberían ser para personas realmente peligrosas, porque ocurre que el mayor nivel de superpoblación está en las cárceles de máxima seguridad. Todos estos datos ponen la mirada en la otra pata del drama: el escandaloso funcionamiento de la Justicia.
3- ¿Preso ahora, juicio en 2007?
Un dato basta para ejemplificar la sórdida situación. Hay tribunales orales –en Quilmes, por ejemplo– que ya en este momento están dando turnos para principios de 2007 para realizar juicios de personas que están presas desde 2004 o aun antes. Esto significa que el detenido estará dos años más entre rejas sin juicio alguno. Semejante cuadro produce un efecto aún más aberrante: incluso presos que se consideran inocentes y probablemente lo sean, aceptan declararse culpables y negocian con losfiscales el llamado juicio abreviado, para lograr salidas transitorias. Por ejemplo, una persona detenida en 2004, acusada de haber entrado, sin armas, a robar a una casa, puede arreglar una condena en juicio abreviado –se pacta entre fiscal y defensor– de cuatro años. Al cumplir dos, o sea en 2006, tiene derecho a salidas transitorias, o sea que prefiere declararse culpable aunque no lo sea porque tiene chances de salir un año antes del turno que le adjudicaron para el juicio oral. Un rumor que no pudo constatar este diario: hay algún departamento judicial donde están dando fecha de juicio oral para 2008.
4- ¿Se vienen 500 nuevas pulseras?
En el marco de las polémicas post Blumberg, el Ministerio de Justicia bonaerense resolvió comprar 500 pulseras que permitirían llevar a 500 presos a un arresto domiciliario. Mediante ellas se monitorea que no se alejen de su vivienda. ¿Quiénes serán los presos que se beneficien con la prisión domiciliaria? En principio, lo decidirían los jueces, pero la estrategia es que se utilicen en quienes cometieron un delito por primera vez. El gran objetivo es que no vayan a parar a Olmos o a alguna de esas cárceles donde –así lo indica la experiencia– terminan peor de lo que entraron, casi siempre integrando alguna banda.
5- Se habla de un nuevo perfil de los presos, ¿es cierto?
Datos del Ministerio de Justicia bonaerense dan alguna idea de la vorágine post Blumberg. El 62 por ciento de los presos tiene entre 18 y 32 años, lo que indica que la población carcelaria es mucho más joven que antes. El 51 por ciento admitió, en una encuesta interna realizada, que su delito estuvo relacionado con el consumo de drogas. Ese nuevo perfil de preso hace también que se trate de personas mucho más audaces y violentas. Viejos presos consultados por este diario sostienen que antes había como una especie de dominio de “los pesados”, o sea los jefes de bandas, que hacían negocios, dominaban el pabellón, imponían disciplina. El control de los “pesados”, siempre aliados de los penitenciarios, se ha debilitado mucho. “Los pendejos son descarados, no les importa nada”, le contó a Página/12 desde Devoto un hombre que lleva más de diez años en el penal. Una de las pruebas de que los pesados han perdido peso y que no hay liderazgos es que los motines se han hecho más aislados. Sucede que “cada uno hace la suya” y los choques vienen de robos internos, negocios, maniobras de los penitenciarios. Una de las últimas modalidades de los más jóvenes para afrontar sus peleas es hacerse escudos, casi al estilo de los del medioevo, formando pacientemente planchas con el papel de aluminio de los envases tetra brik. De manera que, en una pelea, un preso puede evitar así que en algunas partes del cuerpo le claven una faca.
6- ¿Qué pasa con las nuevas cárceles?
La histeria de 2004 hizo funcionar a pleno el modelo de meter más gente en más cárceles. Sólo que se necesitaba tiempo y presupuesto para construirlas. A fin de mes se inaugura en Urdapilleta, Bolívar, un penal para 700 presos y de aquí a octubre se terminará en territorio bonaerense unidades para albergar a 5280 reclusos más. Hay varios datos que impactan. Por un lado, hace dos años –tras lo más pronunciado de la crisis–, casi todos los municipios se ofrecían para que en su distrito se construyera alguna unidad, ya que el argumento –cierto– era que una cárcel es fuente de trabajo para los habitantes de ese municipio. Hoy en día, casi no hay distritos que se ofrezcan: con el mejoramiento económico supuestamente consiguen trabajo en otros rubros. Pero esa distorsión de 2004 se pagarácaro, porque hay prisiones construidas en el interior del territorio bonaerense que le agregan al preso otro elemento de desestabilización: su familia no tiene ni para el micro para ir a visitarlo. Según datos de los ministerios de Justicia nacional y bonaerense, apenas el diez por ciento de los presos recibe visitas, y esa cifra es aún menor si se tiene en cuenta que una parte de esas visitas son realizadas por sus abogados. Una medida que se adoptará es no construir más cárceles en el interior bonaerense, todos los proyectos que se pongan en marcha tendrán como condición ubicar el nuevo penal en algún punto del conurbano.
7- ¿Qué sucede con quienes salen en
libertad?
Supuestamente, el ex convicto debe ser contenido por un integrante del Patronato de Liberados. Este debe visitarlo, verificar dónde vive, ayudarlo a conseguir trabajo y, en teoría, lograr su reinserción en la sociedad. Hasta fines de 2004, en la provincia de Buenos Aires, había un funcionario del Patronato por cada 400 liberados, lo cual deja en claro cómo funcionan las cosas. Con las recientes incorporaciones, cada funcionario del Patronato de Liberados debe ocuparse de 290 ex convictos. En total, hay registrados 38.000 ex presos que deberían ser contenidos por el Patronato. Las condiciones infrahumanas, las bandas, la complicidad de los servicios penitenciarios, la falta de lugares suficientes de trabajo y estudio dentro de las cárceles llevan a un resultado lógico: el índice de reincidencia es alto, 35 por ciento.
8- ¿Y 2005?
Los datos de los dos primeros meses de este año indican que es muy posible que baje notoriamente el índice de encarcelamiento, o sea la diferencia entre los que salen de prisión y los que entran a la cárcel. De los 3200 de 2004, se habla de que ahora podría ubicarse en 800. El diagnóstico es que, al conseguirse más trabajo –aunque sea en negro y changas–, se ha descomprimido en forma importante el delito de robo, que es el más numeroso.