EL PAíS
› EDUARDO DE LA SERNA, DEL GRUPO DE SACERDOTES CARLOS MUGICA
“Lo de Baseotto no es algo inocente”
› Por Santiago Rodríguez
“Al Gobierno no le conviene aparecer como crítico de la Iglesia en general y tampoco le conviene a la Iglesia quedar en el papel de perseguida”, reflexionó ayer el sacerdote Eduardo de la Serna en diálogo con Página/12 y así desestimó la posibilidad de que la sanción de Néstor Kirchner al obispo castrense Antonio Baseotto derivara en un conflicto con el Vaticano. Coordinador del grupo de sacerdotes Carlos Mugica y primo lejano de Ernesto Guevara, el cura remarcó que “Baseotto representa lo más rancio de conservadurismo eclesiástico” y confirmó que detrás de su designación estuvo la mano del ex secretario de Culto Esteban Caselli. Coincidió con el Gobierno en el límite a los dichos del obispo, pero sostuvo que “manejando el tema en forma menos pública se hubiera podido lograr más”.
–¿Que opinión le merece la sugerencia de Baseotto de arrojar al mar al ministro de Salud, Ginés González García?
–Creo que la frase fue cuanto menos infeliz, además de desagradable. Sacar de contexto frases de Jesús y citarlas del modo en que Baseotto lo hizo no es algo inocente en alguien que, encima, tiene como feligreses a los integrante de las Fuerzas Armadas. Si eso lo hubiese dicho cualquier otro obispo, podría decirse que no eligió la mejor frase, pero dicho por el obispo de las Fuerzas Armadas tiene otra connotación. Por otro lado, Baseotto citó mal a Jesús. La frase es una metáfora típicamente judía, de las que se llaman de menor a mayor, que pretenden demostrar que, si se puede esto, también se puede aquello. Es una metáfora, no un castigo anunciado. Baseotto lo transformó en un castigo porque le encanta. Además, el hecho de que Baseotto haya terminado su carta diciendo que es profesor de biología es por lo menos un chiste. ¿Qué quiere decir, que sabe sobre la porosidad de los preservativos? Es infantil.
–Usted sostiene que Baseotto no utilizó la frase bíblica en forma inocente, ¿qué intenciones le atribuye?
–Baseotto representa lo más rancio del conservadurismo eclesiástico. Mientras era obispo de Añatuya, cuando se reunía la Comisión Permanente del Episcopado, que está integrada sólo por los obispos, los resultados de las deliberaciones estaban el mismo día en la mesa de (el ex jefe de Inteligencia de Santiago del Estero Antonio) Musa Azar. Cuando los obispos del Noreste se solidarizaron con el obispo Gerardo Sueldo, no adhirió. Baseotto está acusado de tráfico de bebés en Añatuya, se reunió con la Corte Suprema de la vergüenza para hablar de la constitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y también dijo que el 19 y 20 de diciembre de 2001 había en el Gran Buenos Aires armas de las FARC. El candidato para la vicaría castrense era monseñor Luis Collazuol, pero hubo denuncias de Esteban Caselli diciendo que era teólogo de la liberación, que en el Vaticano es más o menos lo mismo que cortarle la carrera eclesiástica, y designaron a Baseotto.
–¿Lo sorprendió que frente al pedido argentino de que Baseotto fuese separado de su cargo el Vaticano lo haya respaldado?
–Era lo que se podía esperar de la curia vaticana en este momento en que el Papa se encuentra en un estado casi de incapacidad para gobernar la Iglesia y donde las decisiones las toma el cardenal Angelo Sodano, que es de la misma gente de Caselli y compañía. De todos modos, habría que ver qué hubiese pasado si el Gobierno manejaba el tema de otra manera. Que se haya manejado así demuestra que Kirchner es un calentón.
–¿Qué le cuestiona al Gobierno?
–Tendría que haber dado menos publicidad al tema y hablado menos, porque no creo que al Vaticano le resulte gracioso que parezca que los gobiernos pueden poner y sacar obispos. Incluso, si se toma desde el punto de vista de la relación Estado a Estado, o sea entre la Argentina y el Vaticano, la cosa también suena fea, suena como una interferencia de uno en los asuntos del otro. No digo que el Gobierno tendría que haber dicho cosas distintasde las que dijo, pero tal vez manejando el tema en forma menos pública se hubiera podido lograr más.
–¿Está de acuerdo con la decisión del Gobierno de anular la designación de Baseotto en la vicaría castrense?
–Si la decisión consiste en sacarle el sueldo, estoy de acuerdo y es más: me gustaría que dejaran de pagarles el sueldo a todos los obispos, porque así se lograría una mayor independencia. Quiero mayor libertad y no tener que callar cosas porque hay cuestiones económicas de por medio. Ahora, si la decisión implica que les van a prohibir la entrada a los cuarteles es más complicado.
–¿Esta decisión abre un conflicto entre el Gobierno y la Iglesia?
–Tengo miedo de que los obispos reaccionen corporativamente y, si es así, terminará siendo más contraproducente que positivo. Estoy seguro de que el 90 por ciento de los obispos está en contra de lo que dijo Baseotto.
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