EL PAíS
› PANORAMA POLITICO
VARIABLES
› Por J. M. Pasquini Durán
Entre los tres poderes republicanos, la centralidad presidencialista es tanta que cuando Néstor Kirchner viaja al exterior, en el país los discursos y actos sobre los asuntos nacionales quedan en suspenso. De la política siguen activas las escaramuzas domésticas de los partidos, típicas de tiempos previos a elecciones, aunque la mayoría de las crónicas dan cuenta casi en exclusividad sobre las pujas del oficialismo predominante, de manera que al ciudadano le resulta difícil apreciar si sucede algo en los demás partidos. Además de las características nacionales, hay una tendencia mundial que concentra la toma de decisiones en el Poder Ejecutivo y eso se debe a la influencia de la economía globalizada, cuyos ritmos acelerados son impacientes con los turnos deliberativos o formales de legislación. Prefieren las urgencias presidenciales.
Alientan también ese verticalismo exacerbado las manipulaciones por conveniencia política que, en algunos casos, pueden llegar a la corrupción de la democracia representativa. Esto sucede cuando los representantes electos por voto popular ya no obedecen a la voluntad de los votantes sino a los intereses corporativos o particulares. Para no reiterar sobre los excesos en el uso local de decretos presidenciales o de concesión de poderes excepcionales, basta mirar un instante hacia el escándalo institucional que estremece a México debido al desafuero de su alcalde metropolitano, Andrés Manuel López Obrador, seguro candidato a presidente del PRD que ascendía en las encuestas de opinión, castigado por lo que muchos consideran una sanción desmesurada, en realidad una maniobra combinada de los dos partidos tradicionales, el PAN y el PRI, amenazados por el tercero en discordia.
Otro caso de estos días, esta vez en un ámbito supranacional, la Organización de Estados Americanos (OEA), donde ya se realizaron cinco votaciones, todas empatadas, para elegir al secretario general entre un mexicano, con apoyo de Washington, y un chileno, desencontrados por motivos que los votantes de la región desconocen. ¿Será posible que sea tan complicado como elegir un Papa católico? De acuerdo con denuncias del canciller cubano, el gobierno mexicano cambió su voto de abstención en el Comité de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra para condenar a Cuba a cambio del apoyo de la Casa Blanca a su candidato en la OEA. Argentina apoya al chileno en la OEA y se abstuvo en Ginebra, recuperando en el tema cubano la posición honorable, que habían renegado Menem y De la Rúa, de no intervención en los asuntos internos de otros países. Estas posiciones de no alineamiento resaltan en el contexto de una serie de contactos amistosos entre los altos niveles oficiales de Washington y Buenos Aires. Vuelve a comprobarse que es posible el diálogo sin los revolcones de “relaciones carnales”.
La historia nacional reciente probó sin atenuantes que aceptar el ajuste perpetuo del Fondo Monetario Internacional (FMI) o la sumisión robótica a la Casa Blanca, sin convicciones propias, convierte a los gobernantes en mandaderos agónicos y piantavotos. “No se puede vivir con una economía semiintervenida”, argumentó Kirchner en Berlín ante su anfitrión, Horst Koehler, ex titular del FMI. Ambos saben, sin embargo, que la lógica de los intereses en pugna supera casi siempre la cordialidad y las buenas maneras de las visitas. Como antes en España y en Francia, esta semana en Alemania el presidente Kirchner fue recibido con gestos y palabras de comprensión y hasta de simpatías. Eso no quiere decir que el FMI y el G7 de los países ricos no seguirán, al mismo tiempo, dándoles calce a los fondos de inversión, entre ellos los “fondos buitre”, que reclaman la reapertura del canje. Si el Presidente nacional no se cree la versión propagandística de sus giras, seguirá resistiendo esas presiones y hablando mal del FMI, como debe hacerlo todo hombre de bien, más aún cuando quiere ganar elecciones por varios años más.
Por otra parte, en economía más vale no simplificar los fenómenos reduciendo al mínimo el número de variables, según lo puntualiza el académico brasileño Theotonio dos Santos, porque “no hay economía en general, lo que hay son formaciones económicas históricamente determinadas que siguen leyes distintas. Por esto, el intento de la llamada ciencia económica de producir una teoría superpuesta a la historia y a la diversidad cultural y geopolítica ha sido siempre un fracaso colosal” (Tendencias de la economía mundial, ALAI/A.L). Refiriéndose a la actualidad norteamericana, sostiene Dos Santos: “Los gastos militares impuestos por los fundamentalistas que controlan el gobierno de este país [...] son uno de los principales factores del aumento de las presiones inflacionarias. En este contexto, ¿cómo se atreven a presentarse como sacerdotes del libre mercado y del conocimiento universal?” Se atreven, Theotonio, porque el pudor y el dinero no andan de la mano.
Tampoco las variables en política aceptan reducciones simples, como las que hacen los que especulan a diario sobre los vaivenes de la relación Kirchner-Duhalde o Kirchner-Solá y sus posibles injerencias en el destino inmediato del justicialismo. Beatriz Sarlo, afilada analista desde fuera del peronismo, procura entender las reglas del juego: Esas parejas “son amigas y enemigas de un drama barroco, no de una tragedia clásica. Por lo tanto deben ser observadas con dos ópticas: la de las contradicciones del día a día, y las de su despliegue en periódicas resoluciones” [...] “El justicialismo es el partido de la iniciativa (como lo fue en la transformación liberal de derecha impuesta por Menem a comienzos de los noventa). Territorios, medios, pero, sobre todo, la capacidad de colocar las cuestiones allí donde nadie puede sustraerse a ellas: es decir imponer el tema y la forma de considerarlo” [...] “Su forma de relación con la opinión pública es plebiscitaria, ya sea en la escena de la plaza o en la escena electrónica, o en una alternancia de ambas, combinadas con notable destreza” (“Doble óptica”, en Punto de Vista Nº 80).
Destreza, verticalidad y carisma, tres características que Sarlo reconoce en su “Doble óptica” del justicialismo, son las que necesitará el presidente Kirchner para hacer su apuesta electoral, dada su decisión de considerar la votación de este año, destinada a renovar legislaturas y gobernaciones, como un plebiscito de su gestión, comprometido a tal punto en el tablero que estaría dispuesto a arriesgar la dama en su propósito de jaque mate. Los anticipos muestran al jefe del gabinete de ministros asumido como puntero mayor del peronismo porteño y habrá otros miembros del mismo gabinete que entrarán a la lidia por una poltrona legislativa. Nadie ignora que en el primer distrito, la provincia de Buenos Aires, el mismísimo gobernador Felipe Solá juega su suerte en el arrastre del plebiscito. Al final, cuando menos, habrá renovación parcial del gabinete, un refresco para avanzar el último tramo hacia la chance de la reelección. Para los observadores, recomienda Sarlo: “Lejos de establecer un equilibrio tranquilizador que toma lo bueno y rechaza lo malo de la representación, el doble foco es inescindible y produce, como en el barroco, la incomodidad de una percepción a la que no le está permitido concentrarse porque, en ese momento mismo, dejaría de ver”.