Dom 17.04.2005

EL PAíS  › GOBERNADORES DE LA UCR CERCANOS AL PRESIDENTE

Radicales K

El fueguino Colazo fue el primero en pedir la reelección e Kirchner y negocia un kirchnerista a la cabeza de su lista e diputados nacionales, igual que el mendocino Julio Cobos.

› Por José Natanson

El gobernador de Tierra del Fuego, Jorge Colazo, salió antes que nadie a pedir la reelección de Néstor Kirchner y ahora negocia la inclusión del kirchnerista Daniel Gallo como cabeza de la lista de diputados nacionales. Otro mandatario radical, el mendocino Julio Cobos, podría ubicar al kirchnerista Carlos Abihaggle en su boleta, como parte de un movimiento general que incluye a los gobernadores radicales de Catamarca, Corrientes y Santiago del Estero. Si durante años hubo un radicalismo de derecha, uno progresista y hasta uno duhaldista, la novedad ahora es el surgimiento de un nuevo radicalismo: el radicalismo kirchnerista.

Los más K:

El pionero fue Colazo, que el 23 de enero publicó una prematura solicitada pidiéndole a Kirchner que se presentara para un nuevo mandato, en un gesto que repitió la semana pasada en un reportaje a La Nación. Los dos dirigentes se conocen desde hace años, cuando Colazo era intendente de Río Grande y Kirchner, gobernador de la vecina Santa Cruz. Apenas asumió, el Presidente visitó Tierra del Fuego, agradeció el apoyo de su amigo y lo incluyó en la comitiva que realizó el viaje a China.
Luego de la solicitada, Colazo comenzó a negociar con el kirchnerismo fueguino un acuerdo, y sus íntimos aseguran que estaría dispuesto a ceder el primer lugar en la lista de diputados nacionales a Daniel Gallo, ex vicegobernador peronista y uno de los primeros kirchneristas de la provincia. El pacto implicaría una prueba de amor irrefutable ya que, si cede el primer lugar, Colazo se quedaría sin ningún candidato propio: Tierra del Fuego elige sólo dos bancas y todo indica que el ARI, que se impuso en las últimas elecciones, obtendrá el otro diputado.
El otro caso notable es Mendoza, clave por el peso político de la provincia y por la figura del gobernador, Julio Cobos. Aunque radical de toda la vida, Cobos proviene del ámbito académico –era rector de la universidad antes de ser elegido candidato– y es considerado un outsider por la estructura de la UCR local. Supo construir una buena relación con Kirchner, que se consolidó cuando el Presidente viajó a Mendoza para participar de la Fiesta del Vino y selló con Cobos lo que en la provincia se conoce como “el pacto de la Vendimia”: la lista de diputados nacionales estaría encabezada por una mujer cercana al gobernador, la ministra de Turismo y Cultura, Mariana Juri, acompañada por el peronista Carlos Abihaggle.
Colazo y Cobos no son los únicos. En Catamarca, el Frente Cívico y Social se impuso en las elecciones provinciales del 6 de marzo luego de que el gobernador, Eduardo Brizuela del Moral, negociara un acuerdo con los candidatos kirchneristas liderados por el ex cuñado presidencial Armando “Bombón” Mercado. En Corrientes, Ricardo Colombi llegó al poder gracias a un frente con el peronismo local, hoy reconvertido al kirchnerismo, que espera reeditar en octubre, previa reforma de la Constitución provincial. En Santiago del Estero, Gerardo Zamora recién se está instalando, pero no descartaría la posibilidad de llegar a un acuerdo electoral con Kirchner.

Un problema de fondo:

Por el número de gobernadores –cinco de siete–, es evidente que el radicalismo kirchnerista es algo más que una combinación caprichosa de decisiones provinciales. Es, en realidad, una manifestación más de la profunda crisis que afecta al partido desde el final abrupto del gobierno de la Alianza. Los radicales no han conseguido aún erigir un liderazgo nítido, como fue durante años el de Raúl Alfonsín. Y, frente al ascenso vertiginoso de Kirchner, tampoco lograron articular un discurso opositor que los nuclee.
En este panorama, el partido se ha feudalizado en una serie de liderazgos provinciales desarticulados. Atados irremediablemente a sus realidades locales, los gobernadores buscaron construir una buena relación con la Casada Rosada, que les garantice recursos y un paraguas político en caso de crisis, lo cual los ha llevado a negociar con Kirchner acuerdos puntuales en sus distritos.
En la vereda de enfrente, el titular de la UCR, Angel Rozas, hace lo imposible por revivir el perfil opositor del viejo partido. El miércoles pasado, indignado por el kirchnerismo desaforado de Colazo, aseguró que estaba dispuesto a impulsar la intervención del radicalismo fueguino. La semana anterior, el chaqueño había reunido al Comité Federal, el órgano que nuclea a los jefes de los 24 distritos. En el encuentro, los caciques provinciales presionaron para lograr una cláusula que les permitiera mantener su autonomía para negociar acuerdos locales y consiguieron, por el momento, posponer la decisión: las conversaciones continuarán el 6 de mayo en Córdoba.
Allí, Rozas intentará una vez más ponerles un límite a los radicales kirchneristas. No será fácil: se trata de gobernadores con peso propio, que no necesitan del apoyo de la conducción nacional para sobrevivir en sus distritos y que, por más respeto que le tengan, no reconocen en Rozas a un líder indiscutido. El repaso del mapa radical revela que, a pesar de los esfuerzos del Comité Nacional, sólo dos provincias en poder de la UCR resistirían los encantos del kirchnerismo: Río Negro y Chaco, donde Rozas planea encabezar la lista de diputados nacionales como parte de su estrategia de posicionamiento de cara a las presidenciales.

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