Sáb 23.04.2005

EL PAíS

Diez años de prisión para el médico que asistía los partos en la ESMA

Jorge Luis Magnacco fue condenado por el secuestro de un joven. Los apropiadores recibieron siete y tres años de prisión.

El juez federal Jorge Ballestero condenó a diez años de prisión al médico de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) Jorge Luis Magnacco por su participación en el secuestro de Rodolfo Pérez, nieto de la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit. Los apropiadores, Francisco Gómez y Teodora Jofré, recibieron, respectivamente, siete años y medio y tres años y un mes. El magistrado destacó en el fallo que “la actividad desplegada por los jerarcas del último régimen militar no se limitó tan sólo a acallar las voces de quienes mantenían una ideología que no se condecía con la de aquellos que comandaban la Nación y que eran estigmatizados bajo el calificativo de subversivos”, sino que se implementó un “plan de aniquilación sistemática” donde “era necesario erradicar a aquellos que en un futuro pudieran abrigar los mismos pensamientos”.
“Se ha demostrado que las criaturas recién nacidas eran entregadas a familias vinculadas con el proceso militar y esos primeros momentos de vida eran el eslabón inicial de una cadena de mentiras que en este caso duró más de 20 años”, señaló Ballestero. El caso tramitaba bajo el viejo código de procedimientos, por eso no se realizó un juicio oral.
Patricia Julia Roisinblit y José Manuel Pérez Rojo fueron secuestrados el 6 de octubre por la Fuerza Aérea y estuvieron detenidos en una casa situada en la zona Oeste del Gran Buenos Aires. Patricia fue trasladada a la ESMA exclusivamente para dar a luz y luego del nacimiento de Rodolfo habría sido conducida de vuelta al “Pozo” de la aeronáutica. Algunas detenidas de la ESMA pidieron que la mujer se quedara con ellas, pero los marinos respondieron que eso no dependía de ellos. La misma contestación recibió Patricia cuando solicitó inscribir el nacimiento de su hijo.
La Fuerza Aérea, que secuestró a los padres, también dispuso del destino del niño. Los aviadores entregaron el bebé a Francisco Gómez, personal civil de la fuerza y a su mujer Teodora Jofré, que lo anotaron como propio. El hombre está detenido en el Escuadrón Jorge Newbery de las Fuerzas Armadas y cuando lo interrogaron aseguró que su jefe, el ya fallecido comodoro Roberto Sende, le dio la criatura. El joven recuperó su identidad en 2000. A partir de una denuncia anónima recibida en Abuelas de Plaza de Mayo pudo reencontrarse con sus abuelas Rosa y Argentina Pérez y su hermana Mariana, quien fue a buscarlo personalmente cuando se enteró dónde trabajaba.
Rodolfo Pérez Roisinblit nació en la ESMA el 15 de noviembre de 1978 en un pequeño cuarto casi sin ventilación, bajo el rellano de una escalera. El parto se produjo al mediodía. Magnacco, ginecólogo del Hospital Naval, asistió a la detenida. Fue auxiliado por las sobrevivientes Sara Solarz de Osatinsky y Amalia Larralde. Las compañeras de Patricia revelaron que había tenido un varón al que llamó Rodolfo Fernando. Y que antes de que el médico cortara el cordón umbilical la mujer pidió que le pusieran a su hijo sobre el pecho. Cuatro días después del parto, Patricia fue sacada de la ESMA. Magnacco la había apurado para que se moviera y caminara porque supuestamente debía regresar al lugar desde donde la habían traído.
Magnacco está detenido con prisión domiciliaria en esta causa desde el 16 de mayo del 2001. Ballestero consideró probado que ese médico controlaba la salud ginecológica de las detenidas en la ESMA y asistió a por lo menos dos partos en el centro clandestino. “Actuó con conocimiento y voluntad de prestar una ayuda indispensable en un parto que culminaría, ineludiblemente, con la sustracción del recién nacido y la desaparición forzada de su madre. Su nefasta colaboración y los efectos de su escalofriante intervención perduraron por más de 20 años”, consideró el juez.
Cuando la jueza María Servini de Cubría arrestó a Magnacco, el hombre negó haber participado en el parto de Patricia Roisinblit, pero admitió haber asistido a dos secuestradas de la ESMA, Silvina Labayrú –que recuperó su libertad– y de otra mujer que no recordaba. Al ser interrogado en calidad de qué se encontraban las detenidas en la ESMA, Magnacco respondió: “No lo supe, no lo pregunté ni me lo informaron, pero al momento en que el Dr. Ricciardi, que era el jefe del departamento de sanidad de la ESMA, me ordenó asistir a una chica que había en la misma, me manifestó que debía ceñirme a cumplir mi labor profesional, dado que ella no podía ser trasladada al Hospital Naval. Fundamentalmente en la Cámara de Oficiales se rumoreaba que había en la ESMA un subdestino, un centro para el control antisubversivo, al cual se enviaba personal superior y subalterno en comisión por períodos de poco tiempo”.
Las ex detenidas Osatinsky, Larralde y Ana María Martí identificaron sin dudar a Magnacco y narraron que supieron “por la sobrina de Massera”, que estaba secuestrada, que “en el Hospital Naval había un aviso que decía que las parejas que no podían tener hijos podían presentarse para adoptar hijos de guerrilleros muertos”.

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