Sáb 30.04.2005

EL PAíS

Quedó libre Horacio Braga, uno de los asesinos de José Luis Cabezas

El último hornero condenado por el homicidio del fotógrafo de la revista Noticias fue liberado tras cumplir ocho años efectivos de cárcel. Todo indica que Braga fue quien le disparó a quemarropa y quemó el cuerpo.

› Por Raúl Kollmann

Todo indica que Horacio Anselmo Braga fue el que apretó el gatillo dos veces, le pegó los dos tiros en la nuca a José Luis Cabezas y después ayudó a quemar el cuerpo. Favorecido por una asombrosa reducción de pena y la demora de la Suprema Corte bonaerense en resolver las apelaciones, ayer Braga recuperó la libertad. Es uno de los cuatro ladrones del barrio platense de Los Hornos que fueron convocados por policías bonaerenses para participar del crimen: los uniformados los llevaron en su auto a la costa, los alojaron en un departamento que los policías habían alquilado y les mostraron quién era Cabezas. Toda la operación fue capitaneada por el oficial Gustavo Prellezo, que –según la Justicia– actuó por cuenta y orden de Alfredo Yabrán. “Voy a trabajar y estudiar. Ya pagué”, dijo Braga al salir de la cárcel.
Según las reconstrucciones que se hicieron en su momento, Braga estaba parado atrás y del lado izquierdo de Cabezas, dentro de la cava cercana a Pinamar. El fotógrafo tenía las manos esposadas. También de atrás, pero del lado derecho, se había ubicado Prellezo. Por la trayectoria de las dos balas que entraron por la nuca, lo más probable es que el ejecutor material de Cabezas haya sido Braga. Después, Prellezo, Braga, Gustavo González y el fallecido Miguel Retana rociaron el Ford Fiesta de Cabezas y el cuerpo del fotógrafo con nafta y le prendieron fuego. Una hora antes lo habían secuestrado en la puerta del edificio en el que vivía en Pinamar.
Todos los que participaron del crimen, incluyendo a los cuatro horneros, los tres policías bonaerenses y el jefe de la custodia de Yabrán, Gregorio Ríos, fueron condenados a prisión perpetua, pero asombrosamente la Cámara de Casación les redujo la pena a todos salvo a Prellezo, pese a que al menos tres de los horneros y el propio Prellezo fueron partícipes directos tanto del secuestro como de la sórdida ejecución: esposado, con dos tiros en la nuca y posterior quema del cuerpo. Con el cómputo de la ley del dos por uno –muy dudoso en este caso porque habían sido condenados por un tribunal oral–, tras cumplir ocho años en la cárcel, los ladrones de Los Hornos recuperaron la libertad. Mucho tuvo que ver el trabajo hecho por los abogados Fernando Burlando y Juan Martín Cerolini quienes, para asombro de muchos, defendieron a estos habitantes de un barrio más que humilde y sin recursos para pagar letrados tan caros.
La Cámara de Casación tardó nada menos que cuatro años en tratar la apelación al fallo del Tribunal Oral, pese a que no debía revisar el juicio sino el encuadre jurídico de la sentencia. Terminó reduciendo la pena, de prisión perpetua a 20 años. Esa decisión fue apelada por la familia Cabezas y también por la fiscalía hace más de un año y medio. Sin embargo, todavía no hay resolución. Si la Corte revierte la reducción de pena, Braga, González y José Luis Auge deberían volver a la cárcel. Braga fue el último en salir porque estuvo un tiempo prófugo y además tenía otra causa por una tentativa de robo en La Plata.
La versión oficial de la Justicia sobre el crimen de Cabezas es que Alfredo Yabrán se sintió molesto por fotos que le sacó el reportero de la revista Noticias. El jefe de custodia de “papi-mafi”, como llamaban a Yabrán, le habría hablado de esa molestia al oficial Prellezo y éste quiso quedar bien con el jefe. Para ello supuestamente reclutó a Los Horneros, un grupo de ladrones ligados a una unidad básica y a la hinchada de Estudiantes, los llevó a Pinamar y allí concretaron la ejecución. Después, Prellezo habría llevado de regreso a los ladrones, en su auto, hasta La Plata.
Siempre existió otra hipótesis sobre el homicidio. En aquella época fueron pasados a retiro algunos de los comisarios más millonarios y más sanguinarios de la historia de la Bonaerense. Al mismo tiempo, la revista Noticias los había denunciado por enriquecimiento en un famoso artículotitulado “La Maldita Policía”. Desde esta óptica el crimen fue una operación policial destinada a vengarse de la revista y del gobernador Eduardo Duhalde, cuyo secretario de Seguridad había sacado a aquellos comisarios de la fuerza. Curiosamente, Duhalde pasó por la escena del crimen –un alejadísimo camino vecinal– una hora después del asesinato, cuando se dirigía a pescar, por lo que no pocos diagnosticaron que los comisarios le tiraron el cadáver en el camino. Sin embargo, para el gobierno duhaldista resultaba un peso político insoportable admitir que el más sonado homicidio de aquella época fuera obra de su policía, la Bonaerense, de manera que orientó la pesquisa hacia la otra mafia, la comandada por Alfredo Yabrán, un hombre ligado al archienemigo de Duhalde, Carlos Menem. La Justicia bonaerense no convalidó la teoría del crimen policial, sino que sostuvo la versión oficial: el crimen instigado por Yabrán.

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