Vie 27.05.2005

EL PAíS

El comisario de la Bonaerense que parecía un turista en Avellaneda

Néstor Benedetti hizo el acta inicial sobre el operativo en el Puente Pueyrredón. Pero ante la Justicia dijo que no conocía la estación y se olvidó hasta del nombre del hospital de la zona.

› Por Laura Vales

Yo era nuevo en la comisaría (...) Fui al puente sólo por si podía colaborar con algo, para hacer imagen policial. Estuve ayudando a desviar el tránsito (...) Cuando comenzaron los incidentes me crucé de vereda porque andaba sin casco (...) Me mantuve siempre lejos porque los manifestantes arrojaban piedras. Trataba de que no me dieran con un bulón y me mataran”, dijo el comisario Néstor Benedetti. Se lo veía preocupado por demostrar que él no había tenido nada que ver con la represión en el Puente Pueyrredón. Incluso que desconocía todo lo relacionado con Avellaneda. Fue una situación curiosa, porque Benedetti era el jefe de la comisaría 1ª de la zona. Cuando le preguntaron si, tras la muerte de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, había entrado a la estación de trenes, respondió que no. “Ni ese día ni después. Ni siquiera la conozco por dentro. No sé cómo es la estación”, aseguró. Más tarde tuvo que relatar algo sobre los heridos. El comisario pidió al tribunal que lo ayudara a recordar el nombre del hospital.
–¿Cómo se llama el hospital de zona?
–El Hospital Fiorito –intervino el fiscal.
–Ese –asintió Benedetti. Parecía un turista canadiense.
Fue el primer policía en declarar como testigo en el juicio. Su presencia había sido pedida porque el día de la represión él firmó el acta sobre lo ocurrido, con una versión distorsionada de los hechos.
En esa acta –que abrió el expediente judicial– los policías describieron la represión de la siguiente manera: “Una columna de 500 personas de la Corriente Clasista y Combativa en forma sorpresiva y rápida procede a dirigirse al puente en veloz carrera, cortando totalmente el tránsito”. El texto relata el choque entre los piqueteros y Fanchiotti y agrega: “A raíz de los hechos resulta lesionado el comisario, que sufre un traumatismo de cráneo y una herida contusa en su región auricular derecha, siendo conducido al Hospital Pedro Fiorito a fines de recibir atención médica”. Nada se dice de cómo fueron las muertes de Santillán y Kosteki en el interior de la estación.
Benedetti se defendió diciendo que él había escrito “lo que conocía en ese momento”. Fue un día muy complicado, agregó. “En la comisaría tenía a 170 detenidos que gritaban permanentemente dentro de la dependencia”.
Su testimonio no aportó nuevos datos, pero mostró el clima que el tema genera en la policía, al que no son ajenos las denuncias de amenazas.
Antes del comisario declaró el padre de Darío Santillán, Alberto, quien contó que el fin de semana previo a la masacre había tenido una charla con su hijo. “El estaba preocupado por las voces del gobierno, porque el gobierno decía que no iba a tolerar que se cortara el puente”. También relató la reunión que, tras la asunción del nuevo gobierno, mantuvo con Kirchner. Y denunció que el Presidente le prometió “crear una comisión investigadora y abrir los archivos de la SIDE, pero no lo cumplió”. Con ese reclamo, los piqueteros volvieron ayer a cortar el Puente Pueyrredón. Mientras se realizaba la protesta se conoció una carta enviada por Fanchiotti al Gobierno, en la que dice que existió “un plan sistemático” no ideado por él, sino por “una o varias mentes siniestras que lo pergeñaron y que resultaron beneficiadas por su resultado”. La carta es de marzo del año pasado, pero se conoció recién ayer.
La declaración más esperada del día, la del cabo Acosta, se volvió a posponer. Las recusaciones presentadas por los abogados de los policías volvieron a convertir el día en una intrincada batalla burocrática. Tan cuesta arriba se vuelve el juicio –a cada paso algún abogado presenta una impugnación y el tribunal se toma interminables cuartos intermedios para contestarlas– que la audiencia que comenzó a las 9 de la mañana llegó a las 5 de la tarde sin que se pudiera llamar a declarar a ningún testigo. Recién entonces los jueces anunciaron que el camino estaba despejado para escuchar a Acosta. Pero el chofer de Fanchiotti, que esperó 2 años y 11meses para declarar, dijo que en ese momento no lo haría. Había sido trasladado a la sala de audiencias a las siete de la mañana. Después de tantas horas, se sentía agotado para enfrentar el interrogatorio.

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