EL PAíS
Toda la oposición formó un frente contra Jorge Sobisch en Neuquén
La alianza estará integrada por el PJ, la UCR, los ex Frente Grande y Patria Libre.El candidato será Massei y no Parrilli.
› Por Martín Piqué
En el Gobierno quieren darle pelea a la centroderecha en su mismo territorio. En el lugar que la vio nacer. Y en el mapa del país ese lugar tiene nombre: Neuquén, donde gobierna Jorge Sobisch, quien intenta sumarse a la alianza entre Ricardo López Murphy y Mauricio Macri. Sobisch le podría aportar más inserción en el Interior a una coalición que nació muy porteña. Pero mientras Sobisch imagina su expansión –con la cabeza en el 2007–, el Gobierno decidió competirle en su tierra con un frente lo más amplio posible. La alianza agrupa al PJ, al Frente Grande, a Patria Libre y la UCR, cuyo titular, Horacio Quiroga, es intendente de la capital. El primer candidato a diputado será Oscar Massei, cercano a Chacho Alvarez. La elección de Massei descomprimió tensiones internas. El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, quien intervino mucho en el armado, se quedará en su puesto.
El logro del Ejecutivo se puede resumir en una costumbre tradicional de las provincias dominadas durante años por la misma fuerza política: agrupar a toda la oposición, incluso con perfiles ideológicos muy distintos, para vencer a quien parece invencible. El Movimiento Popular Neuquino (MPN) viene ganando las elecciones con relativa holgura (su resultado más apretado fue en 1999, contra la Alianza en su mejor momento, y obtuvo una diferencia de 7 puntos). Ante esa realidad, Néstor Kirchner apostó por la clásica. Encomendó a Parrilli el armado de un frente antiSobisch “lo más amplio posible”. La tarea no fue para nada fácil.
Lo primero que hizo Parrilli fue crear el Frente para la Victoria. Tras ese sello electoral –el preferido de Kirchner– agrupó al PJ, a dirigentes que provenían del Frente Grande y a Patria Libre, que tiene influencia en Neuquén y cuenta con un carismático diputado provincial, Jesús Escobar. Sin embargo, algunos problemas en la relación entre Parrilli y el titular del justicialismo, Gabriel Romero, llegaron a poner en duda la viabilidad del frente. Otro problema surgió cuando Parrilli comenzó a instalar la idea de sumar al intendente de la capital, el radical Quiroga, uno de los dirigentes con mejor imagen de la provincia. Con la incorporación de Quiroga, se sumaría todo el radicalismo.
La propuesta no les gustó mucho a los miembros del PJ. Para colmo, en su primera reacción, Quiroga desairó a Parrilli y rechazó públicamente el ofrecimiento. Dijo que nunca sería candidato bajo el sello Frente para la Victoria. Tampoco Massei se mostraba muy dispuesto a sumarse a la ingeniería electoral del secretario general de la Presidencia. Con ese clima desfavorable, Parrilli tuvo que suspender las reuniones de la mesa local del Frente para la Victoria y permaneció más tiempo en Buenos Aires. Los tironeos expresaban las rivalidades que ya se están perfilando con vistas al 2007: por la imagen positiva que Kirchner concita en la provincia –en la Rosada dicen que supera el 80 por ciento–, los opositores de Sobisch creen que están ante la mejor oportunidad de los últimos años para vencer, por fin, al MPN.
El acuerdo recién pudo concretarse el jueves en la Rosada. Sólo fue posible por la bendición de Massei, el candidato de consenso. Hace varios meses, algunas versiones ubicaban a Parrilli en el primer lugar de la lista de diputados. “Yo no quería ser candidato y lo de Massei cierra mejor. Con esta decisión, todo lo que no es de Sobisch está unido”, aseguró ayer Parrilli a Página/12. El acuerdo del Gobierno reunió a Massei (y con él los ex Frente Grande), al PJ neuquino, a Patria Libre y al radicalismo, encabezado por el intendente Quiroga, una mezcla muy heterogénea. Una de las condiciones fue que la coalición no sea inscripta como Frente para la Victoria: antes de sumarse a la alianza anti-Sobisch, Quiroga pensaba presentarse en las elecciones como Frente Cívico, un sello similar al que la UCR usa en Catamarca. Para quedar bien con todos, el nombre elegido sería Frente Cívico para la Victoria, una solución salomónica.