EL PAíS
› ROSATTI, EL MINISTRO QUE TIENE
FECHA PARA DEJAR SU CARGO
Cuando negarse es como decir adiós
Kirchner se niega a decirlo en público, pero a su alrededor todos apuestan por el recambio en el Ministerio de Justicia, después de que su titular declinara encabezar la lista de candidatos en Santa Fe. Arslanian y Pichetto, entre los candidatos a reemplazarlo.
› Por Diego Schurman e Irina Hauser
A no ser que decida un cambio de último momento, Néstor Kirchner tiene en claro que Horacio Rosatti será el primer ministro en hacer sus valijas después de las elecciones de octubre. Lo curioso es que el titular de la cartera de Justicia no integra el lote de los que, se presupone, tendrán una salida obligada por su doble rol de funcionario-candidato, que los hay, y muchos, en el Gobierno. Pero es precisamente por eso, por no haber aceptado el desafío de convertirse en postulante a legislador en Santa Fe, que el Presidente ahora lo quiere desplazar.
Kirchner es cauto. Y no habla mal en público de Rosatti, a pesar del desencanto que le produjo su negativa.
–¿Qué va a pasar con Rosatti? –le preguntó Página/12.
–Es un ministro.
–¿Pero se queda o se va?
–Está trabajando con nosotros.
–¿Le molestó que no haya aceptado una candidatura?
–Me dijo que no y yo escuché sus razones –terminó la conversación el Presidente.
Los comentarios que hacen a su alrededor no transitan por la misma diplomacia. “Kirchner está enojadísimo. Rosatti le planteó que quería volver a Santa Fe, que quería estar con las mellizas...”, relató un alto funcionario de la Casa Rosada sobre las excusas que aparentemente esgrimió el ministro para escaparle a la candidatura. Las mellizas aludidas son sus hijas.
En el Gobierno dicen que semejante respuesta hizo caminar a Kirchner por los techos. “¿Cómo puede ser que el presidente de la Nación sale por todas las provincias a decir que hay que plebiscitar su gestión y uno de sus ministros decide no acompañar semejante apuesta?”, se indignó ante este diario uno de los hombres que tiene activa participación en el diseño de la estrategia electoral del oficialismo.
“El Presidente dijo que no habrá cambios en el gabinete hasta las elecciones, pero después no sabemos”, reconoció un vocero del Ministerio de Justicia.
A los ojos de Kirchner, la contraparte de Rosatti es Rafael Bielsa. El canciller dejó en claro en privado que no era de su preferencia dejar el ministerio para lanzarse en la Capital. Pero reconocía, a la vez, que si se lo solicitaba el Presidente no iba a dudar en ponerse el traje de candidato a diputado porteño.
Es verdad que los escenarios son diametralmente opuestos: en Buenos Aires el kirchnerismo tiene chances de ganar la elección, ya que la diferencia de intención de voto respecto a Elisa Carrió y Mauricio Macri es mínima. En cambio, en Santa Fe el peronismo parece obligado a enfrentar una larga cuesta. Las últimas encuestas difundidas muestran al socialista Hermes Binner muy por encima –casi 20 puntos– de las listas oficiales.
Kirchner se enteró de la ostensible diferencia por medio de un sondeo que encargó a su encuestador preferido, el sociólogo Artemio López. Fue entonces que comenzó a sonar el nombre de Carlos Reutemann, que el propio protagonista se encargó de desmentir.
Lo que muchos consideran una derrota cantada probablemente debió influir en la decisión de varios potenciales candidatos del PJ de desistir de participar en la pelea. Antes de que Rosatti le dijera que no a Kirchner, lo propio había hecho María Eugenia Bielsa. La vicegobernadora mide bien en la provincia, y en especial en Rosario, ciudad a la que aspira a representar como intendenta.
Kirchner habría recibido la primera versión de la negativa de Rosatti de boca de Juan Carlos Mazzón. El coordinador de la Unidad Presidente viene trajinando hace rato para que el Gobierno tenga candidatos propios a lo largo y ancho del país. Las quejas hacia el ministro de Justicia no se limitan a su decisión de no aceptar el desafío electoral. Tanto en el Gobierno como en el Palacio de Tribunales suelen relatar algunos episodios que convergen en la misma frase: “No le pone el pecho a nada”.
En ese sentido, recuerdan la pulseada que el año pasado mantuvieron la Corte Suprema y el Consejo de la Magistratura por el manejo de los fondos del Poder Judicial. Kirchner esperaba que Rosatti pusiera el pecho y que actuara como mediador, algo que no sucedió.
También le endilgan cierta ingenuidad política. Cuentan, por ejemplo, que un día Augusto Belluscio lo llamó y le solicitó que fuera a su despacho. Raudo, Rosatti aceptó la invitación y al llegar se encontró con la sorpresa: el ministro de la Corte tenía en su mesa la presentación de su renuncia. No era precisamente un regalo, ya que el Gobierno lo que menos quería en ese momento era la dimisión de un nuevo miembro del máximo tribunal.
Como es previsible cada vez que se habla de la salida de un ministro, inmediatamente comenzaron a escucharse nombres de potenciales reemplazantes. En el Gobierno aseguran que es prematuro hablar del tema y mucho más en medio de la campaña. Pero en los pasillo de la Rosada ya comenzó la lotería de nombres.
Hay uno que suele ser fijo en estos casos: León Arslanian. La última semana el actual ministro de Seguridad bonaerense estuvo reunido con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Las crónicas de aquellos días aseguraron que le acercaron una oferta para que acompañara a Cristina Kirchner en la boleta de senadores del Frente para la Victoria. Nunca fue confirmado oficialmente.
El otro alistado es el jefe del bloque de senadores del PJ, Miguel Angel Pichetto, con quien Kirchner ha logrado una muy buena relación.
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