EL PAíS
› BAJA LA TENSION DIPLOMATICA CON
URUGUAY POR DOS PAPELERAS
Paños fríos sobre los orientales
Por la mañana, el canciller dijo que la resolución del diferendo no tenía “buen pronóstico”. Luego morigeraron posiciones.
› Por Santiago Rodríguez
El canciller Rafael Bielsa tensó ayer la relación entre los gobiernos argentino y uruguayo a un nivel inédito desde que Tabaré Vázquez es presidente de ese país, al declarar que no tenía “buen pronóstico” sobre la controversia planteada por la instalación de dos papeleras sobre la costa del río Uruguay en Fray Bentos. La tensión, de todos modos, duró lo que los negociadores de las cancillerías de ambos países tardaron en retomar las tratativas del caso. “Hay que ser pacientes y seguir buscando soluciones”, decían anoche en el Palacio San Martín. Aunque también se mostró conciliador, el canciller uruguayo Reinaldo Gargano no dejó pasar los dichos de Bielsa: “Siendo socios –subrayó a Página/12– no podemos dilucidar nuestras diferencias a través de las declaraciones públicas”.
Las cosas entre Buenos Aires y Montevideo no venían bien en los últimos días porque la instalación de las papeleras frente a la localidad entrerriana de Gualeguaychú es una cuestión sensible: el emplazamiento de esas plantas implica para los uruguayos una inversión considerable, mientras que los habitantes de Entre Ríos sostienen que contaminarán el río Uruguay con los perjuicios que ello traerá aparejados (ver aparte).
Las discrepancias se agudizaron porque la Argentina hizo llegar al Banco Mundial –financista del proyecto– una nota en la que advirtió que se carecía del correspondiente informe de impacto ambiental. La actitud cayó pésimo en Montevideo, donde la calificaron de “incorrecta” y reaccionaron en consecuencia: levantaron dos veces consecutivas la reunión de la comisión bilateral encargada de hacer los estudios ambientales.
Fue en ese contexto que Bielsa hizo ayer declaraciones que sonaron fuertes aun para aquellos que no manejan los códigos de la diplomacia: no sólo auguró problemas para la relación bilateral como consecuencia de la controversia sino que acusó a los uruguayos de haber suspendido “unilateralmente” las reuniones de expertos ambientalistas de ambos países, y afirmó que si el riesgo de contaminación “no fuese serio, Uruguay no debería tener ningún problema en hacer de una vez por todas la medición del impacto ambiental como acordaron los dos presidentes hace un mes y medio”. En efecto, el asunto fue tratado por Néstor Kirchner y Vázquez en la visita que el uruguayo hizo entonces a Buenos Aires.
En la Cancillería admitieron la dureza de las palabras de Bielsa, pero explicaron que después de eso dio instrucciones a los encargados del tema para que reabrieran el diálogo al respecto. Trataron de graficar así que la estrategia del canciller fue tirar de la cuerda al máximo para después retomar las negociaciones desde otra posición.
Los hombres de la Cancillería que hablaron después con este diario mostraron, por cierto, una actitud totalmente distinta de la exhibida en principio por Bielsa. “Tabaré tiene que ser nuestro amigo y hay que ser pacientes porque está en nuestra misma sintonía. El problema no es político ni económico sino ambiental”, remarcaron, además de especular que “el establecimiento de adecuados mecanismos de monitoreo y control” de las papeleras podría ayudar a la solución del tema.
Gargano apuntó también que “no hay un conflicto sino disparidad de criterios”, y anticipó que la comisión de expertos ambientalistas “se reunirá en un futuro no lejano”. Aun así reprobó los dichos de Bielsa y dejó en claro que Uruguay “tiene derechos soberanos” para permitir que las papeleras se construyan, “y lo menos que podía hacer ante la presentación unilateral de la Argentina ante el Banco Mundial era reaccionar en forma moderada, no asistiendo a la reunión de la comisión”. Aseguró, además, que “se han cumplido rigurosamente” todos los protocolos ambientales.
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