EL PAíS
› MOYANO ASUMIO COMO SECRETARIO GENERAL DE LA CGT
La silla es mía, mía, mía
El camionero dijo, en su acto de asunción, que los salarios no causan inflación, que van a pelear por el ingreso e hizo una autocrítica del sindicalismo. Críticas de los Gordos.
› Por Diego Schurman
En su día, Hugo Moyano fue lo menos parecido a Hugo Moyano. Del vehemente, visceral y aguerrido camionero que todos conocen quedó ayer, en el acto que lo consagró titular de la CGT, apenas un vago recuerdo. La campaña lo obligó a ponerse el traje de equilibrista, y en medio de tibios tiros por elevación a Roberto Lavagna –“los salarios no producen inflación”– ofició de celestino entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde, a quienes invitó a formar una lista de unidad en el justicialismo.
Está claro que Moyano luce más en la confrontación. Su práctica vandorista siempre le devolvió una imagen de duro en una CGT más bien tendiente a consensuar con el poder de turno. Pero su momento de gloria fue ayer, y el destino decidió que Kirchner, a diferencia de otros presidentes, les diera espacio a sus hombres en las listas de candidatos a diputados. Son los casos de Julio Piumato y Héctor Recalde, que irán por una banca nacional por la ciudad y la provincia de Buenos Aires, respectivamente.
Por eso, ni el calor de miles y miles de personas que los gremios arrearon hacia la sede de la CGT para vivarlo lograron sacarle una letra más de las que se había propuesto decir.
La veta que encontró Moyano para recuperar algo de sí fue mirar hacia el Ministerio de Economía. Y sin mencionar a Lavagna, ni a los grupos empresarios, dijo que va a luchar por la recuperación del poder adquisitivo y que es “mentira” que los salarios provoquen inflación. Sugirió, en cambio, buscar las razones en los formadores de precios.
La UIA y varios economistas habían apoyado la idea del ministro de monitorear las paritarias para evitar repercusiones inflacionarias.
“Esos señores deliran. Tienen que entender que no somos tontos, sabemos que la situación ha mejorado como para que se distribuya a los trabajadores”, advirtió Moyano desde el acoplado del camión que ofició de escenario frente al histórico edificio de Independencia y Azopardo.
Hubo mucho del viejo Moyano cuando se quejó de la vuelta de Domingo Cavallo y de la detención de Raúl Castells. “Los que afanaron están sueltos y los que lucharon están presos”, contrastó. La mención del ex ministro fue idea propia, la del piquetero motivada por un encuentro previo con Nina Peloso, quien solicitó a la CGT que interceda por su marido.
De todos modos, durante el acto predominó el nuevo Moyano, aquel que viene haciendo equilibrio en la interna del PJ entre su viejo amigo Duhalde y su compañero de lucha Kirchner, según sus propias calificaciones.
El espíritu celestino quedó grabado en una larga frase: “Hacemos un llamado que anida en nuestro pecho: la necesidad de que este movimiento que nació para darles soluciones a los que menos tienen, a los trabajadores, no pueden los hombres del movimiento nacional y popular estar divididos, desde el pensamiento de todos los trabajadores argentinos debemos unirnos para fortalecernos”.
La semana pasada Moyano compartió un café con Kirchner en la Casa Rosada. El Presidente lo invitó al acto de lanzamiento de la candidatura de Cristina Kirchner, que al día siguiente se desarrollaría en La Plata. El camionero no se negó. Pero finalmente desistió, seguro de que eso despertaría bronca en el duhaldismo, en donde ha sabido militar.
Su temor a trastabillar con una declaración que ponga en aprietos su decidida prescindencia de la interna del PJ hizo postergar cualquier tipo de contacto formal con la prensa, pese a que ayer le llovieron pedidos de entrevistas. Juan Palacios, su secretario de prensa, le recomendó callar.
El acuerdo tácito puertas adentro es que nadie, con la sigla de la CGT, participe verbalmente de la interna. El mensaje fue para duhaldistas declarados, como el gastronómico Luis Barrionuevo (quien competirá con el kirchnerismo en Catamarca) y el metalúrgico Enrique Salinas, que integra la lista bonaerense de Chiche Duhalde. Pero también para hombres que tienen el corazón más cerca de Kirchner. Además de los mencionados Piumatoy Recalde figuran Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez y José Luis Lingeri, quien ayer fue consagrado como secretario adjunto de la CGT. O un crítico, como Juan Carlos Schmidt, del gremio de dragado y balizamiento, quien mantiene una pulseada con el subsecretario de puertos, Lisandro Salas, por la situación del sector.
El nuevo Moyano por ahora logró contenerlos. Pero evidentemente emular a Gandhi es mucho más difícil de lo que parece. Y de eso pudieron dar prueba los taxistas y hombres de la construcción que, por tener un mejor lugar en el acto, terminaron a las trompadas, recordando a lo viejo, por no decir lo clásico, en este tipo de convocatorias.
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