EL PAíS
› KIRCHNER AL FRENTE DEL DISCURSO DE CAMPAÑA
Apretando las riendas
El Presidente volvió a ponerse al frente de la campaña electoral, nacionalizándola y apuntando a su adversario principal a vencer: el duhaldismo. Así lo hizo esta semana, cruzando los dichos de la candidata Chiche Duhalde y apuntando a su marido, Eduardo. Desacople en el discurso oficial con el canciller-candidato Bielsa. Los enojos. Los resguardos de la figura de CFK.
› Por Sergio Moreno
Fue el propio presidente Néstor Kirchner quien retomó esta semana que acaba las riendas de la campaña. Fue duro, punzante, impiadoso. Tal como acostumbra, no deja pasar una cifra sin responder a su adversario cuando considera que algo de lo que añora se pone en juego. Así, cruzó en varias oportunidades a Eduardo Duhalde, a su mujer, a sus mesnadas públicamente, poniéndose al frente del discurso de campaña, que cada vez se torna más enérgico y vehemente. No hay tregua ni parece que la habrá. Con Cristina Fernández de Kirchner a buen recaudo en Estados Unidos, el Presidente comanda la campaña que ha nacionalizado en respuesta a cada movimiento –por menor que sea– de sus adversarios de allende la General Paz.
Kirchner parece seguir la máxima del fundador del ejército prusiano Karl von Clausewitz, que dice que “mientras que mi adversario no haya sido derrotado, éste puede derrotarme. Por lo tanto, no soy ya dueño de mí mismo, sino que él fuerza mi mano como yo la suya”. Así actuó esta semana que pasó. Cuando algunos consejeros de su entourage le sugerían bajar la belicosidad de la campaña, incluso pactar reglas de juego para no “desbordarse”, Kirchner siguió sus reflejos y, con pies ligeros, como Aquiles, estoqueó una y otra vez al viejo caudillo bonaerense, echando un manto de duda sobre las dudas que ya existen respecto de la administración del monumental Fondo de Reparación Histórica que Carlos Menem tributó a Duhalde durante casi dos quinquenios.
Hay en el Gobierno, sin embargo, quien considera que la avanzada presidencial es “demasiado rápida, demasiado avasalladora, y eso, a la luz del tiempo que falta para las elecciones, pude llegar a cansar a la gente”. “Hay que dosificar”, dice un estratega del patagónico, para quien las andanadas de Kirchner “están de más”, no por su contenido sino porque “se está produciendo una catarata a favor de Cristina y hay una revaloración del Presidente; entonces, ¿para qué ser tan duros tan tempranamente?”, se pregunta, en forma retórica.
La semana que viene se constituirá el comité de campaña para el Frente para la Victoria de la provincia. Allí estarán CFK, José Pampuro, Alberto Balestrini, Florencio Randazzo en representación del gobernador Felipe Solá, y algún otro intendente. Kirchner no será ajeno a lo que se diga o se haga ahí.
El malestar
Miguel de Cervantes cita, en el Quijote, un refrán castellano del siglo XVI que dice: “Si bien canta el abad, no le va en zaga el monacillo”. Parece que entre la tropa del Presidente la cita no se ajusta. Mientras Kirchner espoleaba a su rocín en las sucesivas cargas que acometió contra el duhaldismo, su candidato a primer diputado en la Capital Federal y aún canciller, Rafael Bielsa, lo contradijo una y otra vez en cuestiones a las que el patagónico suele dar importancia. El tema no sólo no pasó desapercibido en el Gobierno, sino que fue debatido en su cenáculo. Y algo más.
“Bielsa confrontó toda la semana con el discurso oficial, no sólo de Kirchner sino también con el de Cristina Fernández de Kirchner; se empeña en diferenciarse de ambos. Eso mella la campaña de CFK, porque la zona metropolitana recibe un mensaje dicotómico de los dos candidatos oficialistas”, comentó a Página/12 un habitual consejero del Presidente. El hombre, repantigado en un sillón de su despacho, enumeró: “CFK dice que Duhalde es el padrino, Bielsa dice que para él no lo es, que no es la mafia; Kirchner dice que lo quieren proscribir cuando los radicales y los socialistas presentaron escritos impugnando las listas peronistas; Bielsa dice que él no debe hablar porque su palabra ejercería presión sobre los jueces, infiriendo que los dichos de Kirchner son una presión aún mayor; la Argentina prepara una Cumbre con la presencia de (el presidente norteamericano George W.) Bush, Bielsa dice que es lógico que haya protestas contra Bush”. Para el funcionario consultado, la andanada del canciller-candidato constituye “muchos ataques al nudo del discurso oficial. Recién el viernes dijo, tibiamente, que Duhalde había perdido su lugar en la historia”.
La réplica del canciller al caudillo de Lomas de Zamora reconoce su génesis, contaron a este diario en la Casa Rosada, en una reprimenda que se ganó de parte del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien le transmitió su (mala) impresión personal y la (peor) del Presidente respecto de las desarmonías entre sus pareceres de campaña y los discursos emitidos por CFK y por Kirchner durante las últimas dos semanas. “(Bielsa) jugó a diferenciarse y Néstor (Kirchner) está que trina”, confió un habitante de la Rosada.
La relación entre el Presidente y su canciller nunca fue buena. Por el contrario, estuvo ayuna de afectos y plagada de encontronazos que, más de una vez, devinieron en gritos. Tal fue la tensión que, en dos oportunidades, el canciller pensó en renunciar; en una de ellas, convocó a su equipo de colaboradores en el Palacio San Martín para decirle que iba a hacerlo. Sus hombres, entonces, lo disuadieron.
Kirchner se resistió hasta último momento a bendecirlo como aspirante oficial, a pesar de que tanto CFK como Alberto Fernández trataban de convencerlo con las encuestas en la mano, que lo colocaban como el integrante del staff presidencial que tenía más chances de hacer un buen papel en la elección.
La semana pasada, un ministro especuló ante Página/12 con la posibilidad de que si Bielsa ganase la elección de octubre –empresa mayúscula, de conseguirla–, “el Presidente debería pagarle bien; podría nombrarlo presidente de la Cámara de Diputados” en reemplazo del duhaldista Eduardo Caamaño. Tal era el parecer personal de dicho funcionario que, en esa alquimia, ubicaba a Alberto Balestrini (a quien se lo sindica como futuro presidente de la Cámara baja) como titular del bloque de Diputados del PJ, en lugar de José María Díaz Bancalari. En el cenáculo del poder kirchnerista no existe la misma percepción. “Primero tenemos que ganar. Todo lo demás es ciencia ficción”, se atajan.
Dicho esto, en el Gobierno están bastante entusiasmados con los sondeos acerca de lo que está sucediendo en la ciudad de Buenos Aires: afirman contar con dos trabajos que otorgan al canciller un crecimiento sustancial. De mantener el prodigio, Bielsa podría imponerse en octubre. Será entonces, especulan en Balcarce 50, que el canciller concretará aquello de “no tener más jefes políticos”, tal como (se)lo prometió en el acto de lanzamiento de candidatura, hace un mes atrás.
El gobernador Felipe Solá también miró para el costado esta semana respecto de algunos dichos de Kirchner, los referidos al Fondo del Conurbano. La contradicción fue morigerada en los salones de la Rosada. Un ministro así lo explicaba a Página/12: “Felipe tiene que gobernar la provincia con 61 de los 72 intendentes peronistas que hay, y que recibieron, mayormente, esos fondos. Felipe se puso loco cuando escuchó lo que dijo el Presidente, pensando en que se le podría poner feo el horizonte. Por eso no se lo criticó tanto como a Bielsa”.
Momento nuevo
“Este es un momento nuevo. El peronismo debe abrirse, armar frentes. Eso está cambiando. Ocurre en Neuquén, ocurre en Río Negro, ocurre incluso en la provincia de Buenos Aires. Va a pasar en todo el país, vamos hacia eso, a que se conformen, en algún plazo mediano, esos frentes de izquierda, derecha y centro de los que habla el Presidente.” La reflexión pertenece a uno de los principales operadores del patagónico, patagónico también él. El funcionario agrega que “el peronismo aún no ha debatido el papel que desempeñó durante los 22 años de democracia en la Argentina. Deberíamos hacerlo y el momento se avecina”, tantea, sabedor de que los tiempos preelectorales no son apropiados para las discusiones.
El hombre entiende que la pelea con el duhaldismo se inscribe en esa lógica y en el marco de una disputa lícita por el poder. “Kirchner tenía que romper el aparato de Duhalde, quedarse con parte de él, pero darle un hachazo en la columna vertebral. Si eso no ocurría, el 24 de octubre Duhalde estaría discutiendo con Kirchner quién será el Presidente en el 2007”, especula.
Siguiendo su razonamiento, el derrotero del duhaldismo tiene, según colige, destino de derecha. “El duhaldismo se está derechizando. Chiche ya cargó contra los piqueteros y va a seguir en esa línea, ya habló contra la política de derechos humanos del Gobierno, va a recurrir al tema de la seguridad y toda esa cantinela. Van a terminar abrazados a (Luis) Patti, bien a la derecha”, sostiene.
Un integrante del gabinete, ducho en las lides electorales, abona a la especulación que antecede a este párrafo. La fuente recurre en el supuesto desánimo que atraviesa las líneas del ex gobernador y ex presidente, a la consiguiente pérdida de punteros, que siguen transfugándose al bando K, a la debilidad que, dice, aumenta día a día al otro lado de las trincheras. “Lo que les queda es guita –dice, no sin cierta malicia, el operador–; guita de la caja de la Legislatura provincial, guita que le van a sacar a Francisco De Narváez (que es candidato a diputado por el duhaldismo) y guita que han acumulado con el paso del tiempo; usted sabe, son ahorrativos”, ironiza la fuente.
Otro hombre del Presidente vinculado a la campaña, menos ácido que el anterior, jura que hay varios intendentes duhaldistas que “van a cortar boleta” porque, sostiene, “de lo contrario perderán el poder en sus concejos deliberantes”. Del otro lado, por supuesto, niegan tal posibilidad.
El choque entre ambos bandos lo están protagonizando, hasta ahora, Kirchner y Chiche, como figuras estelares. CFK sigue adelante con su actividad fuera del país, consciente de que este tipo de apariciones la colocan en un lugar de prestigio para el imaginario colectivo. Sitio al cual se aferró después de haber protagonizado aquella “discusión de alta peluquería”, según la verba del ministro del Interior, Aníbal Fernández, en el congreso nacional del PJ en Parque Norte. Desde aquella vez, CFK sólo volvió a hablar en actos partidarios menos hostiles, tal el de Obras Sanitarias en la presentación del peronismo porteño y el del Teatro Argentino de La Plata, que fue su propio lanzamiento. La senadora candidata a senadora volverá a las lides cuando el Presidente considere conveniente. La intención de Kirchner es cuidarla, no desgastarla y no exponerla a daño alguno. Para eso, dice, está él, que ha tomado la campaña en sus manos.