Mié 21.09.2005

EL PAíS  › LEON GIECO VISITO EN LA CARCEL A ROMINA TEJERINA TRAS PRESENTARSE A UNA CITACION JUDICIAL

“Que lo injusto no nos sea indiferente”

El músico fue denunciado por “apología del delito” por su tema “Santa Tejerina”, dedicado a la joven condenada por matar a su bebé. La demanda la inició el hombre acusado de violar a Romina. Gieco, que se negó a declarar, fue acompañado por una movilización popular y hasta cantó en la calle.

› Por Fernando D’Addario
Desde San Salvador de Jujuy

La secretaria del juez Jorge Osvaldo Samman le leyó brevemente a León Gieco la acusación por “apología del delito” que pesa sobre él y le preguntó si quería hacer alguna declaración. León dijo que no. Eso fue todo. En apenas diez minutos quedó zanjada en los papeles una jornada que le alcanzaría al músico de Cañada Rosquín para escribir una novela autobiográfica o una comedia del absurdo. Es que más allá de la notificación formal que debió realizar en el Juzgado de Instrucción en lo Penal de la localidad de San Pedro, su paso por Jujuy se vio sacudido por todas las variantes emocionales: desde el encuentro con Romina Tejerina y las internas del penal de Mujeres Nº 3 de San Salvador hasta la movilización popular que lo escoltó hasta los tribunales jujeños, pasando por una improvisada interpretación a capella de Sólo le pido a Dios, en la calle, y la sensación final de que el absurdo jurídico que había disparado todo eso se estaba convirtiendo irremediablemente en otra cosa, mucho más trascendente.
Debe decirse que, a despecho de las intenciones del abogado querellante Pedro Miguez Agraz, representante legal del vecino a quien Tejerina señaló como su violador, su denuncia contra León Gieco se transformó en un boomerang: reactivó milagrosamente una causa que ahora vuelve a instalarse en la discusión pública. Ayer no se hablaba de otra cosa en Jujuy. La “visita” de Gieco inclinó la balanza en un debate que mantenía dividida a la sociedad jujeña. Agraz, sin querer, embarró la cancha en su contra: consideró que la canción Santa Tejerina, incluida en el disco Por favor, perdón y gracias, incurría en apología del delito por “santificar” a la joven condenada en primera instancia a 14 años de prisión por matar a su bebé recién nacido. Basó su acusación, según indica el expediente, en la letra del tema y en el reportaje que publicó Página/12 el 26 de junio pasado en su suplemento Radar. El hombre acusado de violación fue absuelto por la Justicia y reivindica su paternidad sobre el bebé muerto.
Fiel a su estilo, el músico hizo algo más que responder lo obvio y natural ante cuanto micrófono se le acercó (que se estaba atentando contra la libertad de expresión, que sólo había “santificado” el dolor de Romina, que era ridículo que se lo hiciera comparecer en San Pedro). Redobló la apuesta y contestó también a su manera, con la única artillería que conoce: le prometió a Tejerina que en su próximo viaje va a tocar en la cárcel, se juntó con el Perro Santillán, que está al frente de la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad (a quien le aseguró que va a financiar durante un año la revista que está por publicar la Comisión), efectuó donaciones, recibió la visita de la familia de Tejerina, viajó a Tilcara y Purmamarca, filmó un video, firmó cientos de autógrafos, recibió miles de pedidos de todo tipo y hasta se hizo un tiempo para participar anoche de la multitudinaria Fiesta de los Estudiantes. Un León Gieco full time.
Jujuy es una provincia muy especial para Gieco. Hasta ha llegado a recomendar, en uno de sus arrebatos: “No veraneen en Europa, vayan a Jujuy”. Su carrera artística está plagada de citas jujeñas: su disco De Ushuaia a La Quiaca, las canciones Maestras de Jujuy y Caminito de llamas, por citar sólo algunos ejemplos. Dice que Santa Tejerina es, en definitiva, el precio que le cobró su “atracción fatal” por la cultura jujeña. Anoche se lo veía contento. Pudo decirle cara a cara a Romina, en la cárcel: “Vos estás purgando algo que va a servir para que muchas chicas en el futuro tomen conciencia de que pueden hacer valer sus derechos”. Tejerina lo había estado esperando con ansiedad, y lo primero que le dijo cuando lo tuvo enfrente fue: “Le tengo que pedir disculpas por todo esto que le estoy haciendo pasar”. Después de agradecer que “un cantante de su magnitud haya escrito sobre mí”, le entregó una carta, que en uno de sus párrafos reza: “Me parece un sueño saber que un genio, un maestro de la música como usted se haya tomado el trabajo de hacer algo por mí después de tanto dolor, tanto sufrimiento. Pero sé que Dios me va a dar una oportunidad, ya me la está dando con usted presente; hay momentos en que no puedo seguir y pienso en hacerme daño, pero después me pongo a pensar en mi familia y en los que se han hecho eco de mi causa y siguen luchando.”
Son efectivamente muchos los que respaldan a Tejerina. Además de sus abogados Mariana Vargas y Fernando Molinas están sus hermanas Mirtha y Erica, su madre, y Santillán, que desde que se conoció el caso utiliza todo su ascendiente y poder de convocatoria a favor de la causa de Romina, que espera una nueva instancia en Casación.
Antes de notificarse ante el juez, Gieco debió bajarse de la camioneta que lo llevaba hasta el tribunal, porque una columna de más de 500 manifestantes (de la Corriente Clasista Combativa, de Madres y familiares de Detenidos-Desaparecidos de Jujuy, el PCR, Comisión de Derechos Humanos, Comisión de Mujeres de San Pedro, entre otros) lo reconoció y empezó a vivarlo.
Caminaron juntos hasta el juzgado. Una bandera rezaba: “Pedro Miguez Agraz: ¿conoce algo del derecho a la libre expresión?”. Mirtha, la hermana de Romina, decía: “Lo que le están haciendo a León es una vergüenza, y al mismo tiempo estamos orgullosos de que él esté aquí. Esto, aunque es ridículo, nos da fuerzas, porque: ¿nos irán a imputar a los miles que estamos defendiendo esta causa?”
El abogado querellante, por las dudas, entró por la puerta de atrás, después de luchar contra un candado rebelde. No podía soportar el escrache. Un inusitado despliegue policial le añadió un toque de grotesco al asunto. A la salida, Gieco volvió a ser escoltado por la gente, la mayoría de origen humilde, que le pedía “no aflojes” y el músico, literalmente, no aflojaba en la firma de autógrafos y en el reparto de saludos. Hasta que alguien conectó como pudo un micrófono al megáfono que estaba en el techo de un auto un poco destartalado, y Gieco cantó con la gente, en medio de la calle, eso de que “el dolor no me sea indiferente / que la reseca muerte no me encuentre / vacío y sólo sin haber hecho lo suficiente”.
Poco antes les había prometido a los familiares de Romina: “El destino la puso a ella en este lugar y nosotros no la vamos a dejar sola”. Todos tomaron lo dicho como de quien viene: palabra de León.

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