EL PAíS
Mitos y verdades de los métodos para abandonar el hábito de fumar
Cómo tomar la decisión. Y cómo sostenerla. Los grupos de ayuda, los parches, el bupropion. El láser, la acupuntura, los sedantes. Una experta del Ministerio de Salud explica mitos y verdades de los métodos para dejar de fumar.
› Por Pedro Lipcovich
Hay que aguantar dos minutos; no toda una vida sino sólo dos minutos sin fumar. Este es uno de los “tips” que Verónica Schoj –una de las responsables de la Guía de Tratamiento de la Adicción al Tabaco del Ministerio de Salud– da para el que quiera dejar de fumar por sí mismo. Otra sugerencia es, una vez tomada la decisión, fijar un plazo, no superior a 20 días, para cumplirla; también, poder decirse a sí mismo por qué tomó esa decisión y no dejar de comunicarlo a los demás. En la Argentina, son muchos los que tienen que afrontar solos ese momento de decisión, ya que los profesionales de la salud no suelen estar capacitados ni motivados para las discretas intervenciones sobre tabaquismo que debiera incluir cada consulta con un paciente. Indiscutida es la efectividad de los “grupos para dejar de fumar” y a veces la ayuda especializada puede incluir los parches de nicotina o el “bupropion”, que, de todos modos, “no pueden obviar el duro trabajo que implica dejar la adicción”. Y hay métodos que –la especialista cita estudios internacionales– son francamente inútiles: el láser, la acupuntura, los antidepresivos y sedantes. Lo que sí, se puede dejar de fumar sin engordar.
–¿Cómo puede buscar ayuda alguien que quiera dejar de fumar?
–Los médicos, enfermeros, psicólogos, odontólogos, debieran incluir el tema en las consultas, según un modelo ya probado que requiere de tres a cinco minutos y que empieza por preguntar si el paciente fuma o no: aunque parezca mentira, la mayoría de las historias clínicas en la argentina no incluye este dato. Algunos médicos aducen que no disponen de esos cinco minutos pero, si reciben a un paciente diabético o hipertenso, ¿no tienen tiempo para dedicarle a esos problemas? Si tuvieran incorporado que el 40 por ciento de la población fuma y es la primera causa de muerte, sabrían redistribuir el tiempo en las consultas. Pero el tema no está instalado en la formación del médico. En estos días se efectúa una reunión de las 32 facultades de medicina del país, con el Ministerio de Salud, para incluir el tabaquismo en los planes de estudio –señala Schoj, consultora en el Programa Nacional para el Control del Tabaco del Ministerio de Salud.
–¿Qué lugar puede tener la medicación para quienes desean dejar de fumar?
–Ante todo, la medicación no puede ser el eje de ningún tratamiento; sólo funcionan en conjunto con estrategias de soporte psicológico y que prevean la ayuda de la familia y amigos. En cualquier caso, dejar una adicción requiere un trabajo personal que no puede ser reemplazado por fármacos, los cuales, además, son innecesarios para quienes fumen menos de diez cigarrillos diarios. Con estas salvedades, hay dos fármacos que pueden mitigar los síntomas físicos de los primeros días de abstinencia: uno es la nicotina, que en la Argentina se presenta en parches. El otro fármaco es el bupropion, que ejerce en el sistema nervioso central un efecto parecido al de la nicotina.
–¿En cuanto a los grupos para dejar de fumar?
–Ofrecen un mayor tiempo de contacto, seis u ocho reuniones: a mayor intensidad hay más chances de éxito; también hay tratamientos individuales mediante series de entrevistas. En la ciudad de Buenos Aires, varios hospitales ofrecen servicios gratuitos para dejar de fumar: el Ramos Mejía, el Pirovano, el Argerich, el María Ferrer; como Lalcec, la Asociación Sin Pucho y la Iglesia Adventista, y otras como la Fundación Favaloro, el Hospital Italiano y el Cemic.
–¿Qué otros recursos hay, además de las consultas personales?
–Uno es el de las líneas telefónicas gratuitas. En otros países, son un pilar de la ayuda para dejar de fumar. El Ministerio de Salud tiene el 0800-222 1002, que todavía no está en condiciones de atender una demanda considerable: ya está aprobada su ampliación, que permitirá responder a pedidos del interior, donde muchas veces hay pocos recursos de ayuda. También hay muy buenos sitios de Internet, por ejemplo: www.dejohoydefumar.gov.ar, del Ministerio de Salud de la Nación;www.uata.org. ar, la Unión Antitabáquica Argentina; www.dejardefumar.ucsf.edu, de la Universidad de San Francisco, California, en español; www.cdc.gov/ spanish/tabaco/nodejaque.htm, del CDC de Estados Unidos, en español; www.surgeongeneral.gov/tobacco/ spquits.htm, del Cirujano General de Estados Unidos, en español.
–¿Cuáles son los métodos que no sirven para dejar de fumar?
–El láser, según estudios internacionales confiables, no tiene ningún efecto sobre el tabaquismo; tampoco da resultado la acupuntura, ni los sedantes o antidepresivos. Hay métodos que además de inútiles llegan a ser bizarros o humillantes, como las terapias de aversión: por ejemplo, le ordenan al paciente que junte los puchos en un vaso de agua y después se tome esa agua, como para generar asco.
–¿Qué sugerencias podría dar para el que quiera dejar de fumar sin ayuda profesional?
–Mucha gente logra dejar de fumar por cuenta propia y conviene tomar en cuenta algunos puntos. Hay que fijarse una fecha para dejar de fumar; ir “bajando de a poco” no sirve para dejar. La fecha no debe ir más allá de 15 a 20 días desde la decisión; el pico de motivación suele alcanzarse a los 15 días. Mientras llega esa fecha, conviene pensar qué motivos tiene para dejar de fumar: cuando uno le pregunta a la gente, dice cosas como: “No quiero presentarme como adicto ante mis hijos”, “Quiero seguir haciendo el amor y sé que el cigarrillo me va a afectar en eso”; son en general motivos positivos; el miedo, como motivador, dura poco. Recordar esos motivos le va a servir durante las primeras semanas, las difíciles.
–¿Qué otro “tip” para dejar?
–Es útil saber que la compulsión a fumar es intensa pero breve: dura dos minutos. Conviene tener previsto qué hacer en esos dos minutos críticos: tomar agua fría, lavarse los dientes, leer, quizá ducharse, llamar a alguien por teléfono. Hay que evitar la primera pitada y plantearse dejar de fumar “sólo por hoy”; pensar que uno ya no fumará en su vida sólo sirve para angustiarse. Evitar el café, porque da ganas de fumar, y el alcohol, porque, como comentaba un paciente, diluye todos los ideales y hace que todo importe menos.
–Algunos se preocupan por la posibilidad de aumentar de peso al dejar.
–Una forma segura de fracasar es, a la vez que se deja de fumar, ponerse a dieta para no engordar. No se puede hacer las dos cosas a la vez. La mitad de los que dejan de fumar no engorda y la otra mitad sube un par de kilos, porque la nicotina aumentaba su metabolismo basal. El que sube más que eso es porque comió demasiado durante el síndrome de abstinencia. La cuestión es comer lo que se desee pero preferentemente verduras y frutas, y hacer actividad física, por lo menos caminar. Si de todos modos uno sube unos kilos, podrá bajarlos dos o tres meses después, cuando haya pasado el tiempo más difícil.
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