EL PAíS
› EL GOBIERNO HIZO UNA DURA QUEJA ANTE FRANCIA POR LOS DICHOS DEL EMBAJADOR LOTT
“Un profundo malestar y disgusto”
El embajador francés había calificado al gobierno de Kirchner de “populista” y “sesentayochista” (por el Mayo Francés del ’68). Ayer fue citado a la Cancillería. No se aceptaron sus explicaciones y el Gobierno se quejó ante Francia.
› Por Sergio Moreno
Finalmente, la empresa Suez, tenedora y abandónica de Aguas Argentinas, tuvo la crisis diplomática que parecía buscar. Ocurrió cuando uno de sus principales lobbystas, el embajador de Francia en Buenos Aires, Francis Lott, acusó al gobierno de Néstor Kirchner de “populista” y “sesentayochista”, en referencia al levantamiento estudiantil de Mayo de 1968 en París. Esas palabras dispararon los hechos que ocurrieron ayer, hechos que terminaron con una queja diplomática, formal y por escrito, presentada por el gobierno argentino a última hora de la noche parisina al canciller francés, Phillippe Douste-Blazy. El texto expresa el “profundo malestar y disgusto por las expresiones del señor jefe de misión de la Embajada de la República Francesa en la República Argentina” y relata que el embajador francés fue convocado a una reunión en el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, donde “se le manifestó verbal y oficialmente el disgusto por los términos utilizados”. A pesar de la gravedad de los episodios, y de la dureza poco usual en los términos a que echaron mano los diplomáticos argentinos, una altísima fuente del Palacio San Martín dijo a Página/12 que todo este enredo “no es una crisis, es un incidente”.
La queja formal, entregada por el embajador argentino en París, Archibaldo Lanús, al Quai d’Orsay (Cancillería gala) es un gesto fuerte. El gobierno argentino, dijo uno de sus integrantes a este diario, espera una respuesta similar: oficial y por escrito de su par francés.
Detrás del “incidente” –como lo denominó la fuente mencionada– hay una historia, corta pero intensa, que comenzó con las palabras del poco diplomático embajador en una mesa de banqueros, empresarios y ejecutivos franceses. Entre ellos había, también, un periodista francés.
Nouvelle cuisine
El martes circuló por la ciudad un grupo de viajeros franceses nucleados en una sociedad llamada ARRI, Asociation Realité y Relationes Exteriéures. El grupo estaba integrado por directivos de Electricité de France (EDF) –la empresa que se retiró de Edenor–, otros empresarios, banqueros y ejecutivos. Y un periodista senior de la agencia France Presse (AFP) llamado Paul Jacques Truffaut.
El grupo se presentó en la Cancillería argentina, pasó por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y por la noche fue agasajado por el embajador Lott con una cena regada con buen vino de Boudeaux y la Borgogne. Allí, entre copas y exquisita nouvelle cuisine, el embajador calificó –no está claro si al Presidente o a otros funcionarios argentinos– como populiste y soixante-huitard (“populista y sesentayochista”).
Periodista al fin, Truffaut hizo saber a su delegado local lo ocurrido en la cena. La agencia AFP emitió el cable con los términos de marras de Lott, que fue reproducido por una agencia nacional.
Al promediar la tarde del miércoles, Néstor Kirchner arrugaba el papel con el cable de agencia donde se leían los dichos de francés. “Esto es gravísimo –dijo a sus allegados, reunidos en el despacho del jefe de Gabinete, Alberto Fernández–, es una intromisión en los asuntos internos del país”. Uno de sus ocasionales contertulios le señaló que el canciller Rafael Bielsa podía convocarlo al ministerio. Kirchner volvió a su despacho repitiendo: “Es muy grave, muy grave”.
Más tarde, en un acto de campaña, la senadora Cristina Fernández descerrajó su catilinaria contra Lott: lo acusó de ser el “gestor” de “los intereses económicos” del grupo Suez. “Cuando el embajador insulta al Gobierno, está insultando a la Argentina y tiene que saber que está en un país soberano donde las decisiones las toma el Presidente, el Parlamento y el Poder Judicial”, disparó la senadora. Luego del debate de los candidatos porteños, Bielsa se reunió con Alberto Fernández y el Presidente, quien lo instruyó para que cite a primera hora de la mañana a Lott.
Más que un reto
Presto, el jefe de Gabinete del canciller, Aníbal Gutiérrez, llamó al diplomático galo a las 8 de la mañana y lo citó para las 10.
En la Cancillería decidieron que Bielsa no lo iba a atender, y que lo hiciese sólo el director del área –Europa Occidental–, Alberto Daverede. Mientras, desde la Casa Rosada clamaban dureza. Pidieron que estuvieran presentes los jefes de Gabinete del canciller, Gutiérrez, y del vicecanciller Jorge Taiana, Agustín Colombo Sierra. Taiana llamó a su hombre y le dijo que vaya él, que suele ser duro en las negociaciones. Antes de entrar a la charla con el embajador francés, Colombo Sierra recibió una llamada del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. “Que le cueste, que no sólo deje una disculpa y se olvide del entredicho”, le encomendó a Colombo Sierra.
Los tres diplomáticos argentinos esperaron a Lott en la Cancillería, en el despacho de Gutiérrez. Lott estaba demacrado, se notaba que había pasado una mala noche.
Gutiérrez le manifestó el disgusto y el desagrado del Gobierno argentino, le dijo que el Presidente se sentía insultado. Luego, las palabras de Gutiérrez fueron reproducidas fielmente en un comunicado de la Cancillería. Allí rezaba que le expresaron el “profundo desagrado y malestar del Gobierno argentino por los términos que utilizó” y le pidieron “explicaciones” por ello.
Tratando de contrarrestar la andanada, Lott recordó las cientos de veces que había hablado bien de los argentinos y de la Argentina. Luego contó que lo afirmado lo dijo en una cena privada del ARRI, y reconoció su equivocación. “Fueron términos erróneos. He utilizado palabras que no debería haber utilizado.” Entonces dijo que lo del ‘68 no era peyorativo.
Al discurrir sobre el término “sesentayochista”, ensayó que hizo alusión a ello como a alguien romántico, idealista, acaso algo impulsivo. Lo cortó Colombo Sierra, quien expuso otra interpretación. Colombo Sierra vivió su exilio –producto de la persecución de la dictadura– en París, es bilingüe y conoce del francés sus jergas y monsergas. Refutó la idea naïf que transmitía Lott respecto del término y le dijo que, refiriéndose a un hombre de más de cincuenta años, dicho en un ámbito de empresario y banqueros franceses, suena más que a un romántico a un ultramontano, intransigente, cuadrado y torpe. “Alguien que no puede gobernar el Estado porque se quedó en el ’68”, acometió.
Gutiérrez dijo, entonces, que esa actitud no se condecía con el nivel de las relaciones bilaterales ni con la relación que mantienen los presidentes Kirchner y Jacques Chirac. Las explicaciones del embajador francés no fueron aceptadas.
Lott se ensombreció. Venía mal y estaba peor. Reveló que había recibido instrucciones del Quai d’Orsay para decirle a la prensa que había utilizado términos erróneos “pero que fueron sacados de contexto” (ver aparte). Los diplomáticos argentinos dijeron que si tenía instrucciones actúe según ellas. Lott también sostuvo que ayer mismo iba a tomar contacto con Cristina Fernández de Kirchner para darle explicaciones y disculpas. Al cierre de esta edición, ni la Embajada de Francia ni el Gobierno argentino informaron a este diario sobre si esa conversación se produjo.
La referencia a CFK responde a sus duras palabras de la antevíspera. La Cancillería francesa la había mencionado. Al respecto, su portavoz, Jean-Baptiste Mattei, aseguró que su país “respeta plenamente” la soberanía argentina. Mattei afirmó ayer por la mañana que su gobierno tomó nota “de los comentarios de la señora (Cristina Fernández de) Kirchner tras las declaraciones del embajador en Buenos Aires, en un marco informal, acercadel contencioso que involucra a la sociedad Suez”, la concesionaria de Aguas Argentinas que anunció su retiro del país.
La queja
Tras la reunión con Lott, los embajadores criollos informaron a Bielsa que, a su vez, informó a Kirchner. El Presidente decidió que la queja se hiciese directamente en París, ante el Quai d’Orsay.
La nota se terminó de redactar luego del mediodía porteño. En París estaba esperando el embajador “Archie” Lanús, que ya había sido alertado sobre lo que ocurriría. Se le había pedido que tenga detectado al director de América latina de la Cancillería francesa para entregarle la nota de queja, que iba dirigida al canciller Douste-Blazy.
La queja argentina llegó ayer mismo. Expresa el “profundo malestar y disgusto por las expresiones del señor jefe de misión de la Embajada de la República Francesa en la República Argentina” y relata que el embajador francés fue convocado a una reunión en el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, donde “se le manifestó verbal y oficialmente el disgusto por los términos utilizados”.
“Convocarlo para retarlo es grave en términos diplomáticos; mandar una queja por escrito a la Cancillería es mucho más duro. El Gobierno argentino pretende, ya que envió una queja por escrito, una respuesta por escrito. Y dejarlo ahí”, contó una primera espada de la diplomacia local a Página/12.
–Y con Lott, ¿qué va a pasar? –preguntó este reportero.
–Lo que hagan ellos con el embajador es cosa de ellos –respondió el diplomático.
Subnotas