EL PAíS
› NO HAY NADA EN LA ARGENTINA QUE DE MAS CONFIANZA QUE LA SELECCION NACIONAL DE FUTBOL
El festejo es algo seguro para dos de cada tres
Sólo un cinco por ciento cree que el Seleccionado tiene pocas chances de ganar el Mundial de Fútbol. La expectativa es tan grande que el Gobierno teme una ola de decepción si el equipo no regresa con la copa. Si eso pasa, el equipo que menos quieren ver campeón los argentinos es Inglaterra.
› Por Raúl Kollmann
El diagnóstico es claro: confianza ciega. Sólo un cinco por ciento de los argentinos cree que nuestro Seleccionado tiene pocas posibilidades de salir campeón mundial. En cambio una amplia mayoría, dos de cada tres ciudadanos, está convencida de que hay muchas chances de que los jugadores den la vuelta olímpica y regresen con la corona. Los datos muestran un descomunal optimismo y, al mismo tiempo, un enorme peligro de decepción, algo que en la Casa Rosada perciben con terror.
“Una catástrofe en la cancha no va a derivar en puteadas a los jugadores, sino en puteadas a nosotros”, graficaba anoche uno de los hombres más cercanos a Eduardo Duhalde. Sorpresivamente, si la Argentina no gana, Brasil aparece como el país preferido por los argentinos para alzarse con el campeonato, seguido por Uruguay. La bronca por Malvinas y la propia tradición futbolística ubica a Inglaterra como el país que la gente quiere menos como campeón mundial, aunque en esta lista también figura Brasil y en un toque de antiimperialismo, Estados Unidos.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada, especialmente para Página/12 por la consultora Ibope OPSM, que encabeza Enrique Zuleta Puceiro. Fueron entrevistadas 600 personas de Capital Federal y Gran Buenos Aires, y se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. Por supuesto, la muestra incluye a personas que conocen y se interesan por el fútbol y también a quienes no le prestan la más mínima atención. La coordinación del estudio estuvo a cargo de Isidro Adúriz y Julián Lisa.
La sintonía de la gente con el equipo es inusual y casi no registra antecedentes. En el clima de mala onda actual, en que ocho de cada diez personas piensan que las cosas van a empeorar y en que la gestión de Duhalde es calificada como mala o muy mala por el 70 por ciento de los consultados, es llamativo que una franja tan mayoritaria de la población le tenga confianza a algo. En forma unánime los sondeos de opinión exhiben rechazos de los ciudadanos a casi todas las instituciones: los únicos que se salvan del incendio son la Iglesia, los maestros y los periodistas. Pero lo real es que incluso la gente le tiene más fe al seleccionado que a los sacerdotes, los docentes y los medios de comunicación.
Es cierto que la confianza se basa en una serie de condiciones que los ciudadanos no perciben en otros ámbitos y en especial en la política:
- El equipo se ha mostrado serio, trabajador.
- Es eficaz y ha conseguido resultados.
- El técnico tiene imagen de honestidad. No hubo hasta ahora ninguna denuncia, ni siquiera una sospecha, de que puso a algún jugador para que se cotice y sea buen negocio.
- Ha exhibido sintonía con la gente y con la situación del país.
- Ni los jugadores ni Bielsa aparecen como superpiolas, vivarachos ni tramposos. Ninguno se prestó a una maniobra como, por ejemplo, levantarse de su banca para dejar ganar al otro equipo.
Tanta confianza, y la desesperación por una alegría, alimentan la otra cara: la del peligro. En la reunión de La Pampa donde se encontraron Duhalde y los gobernadores, Carlos Reutemann se despachó con una frase que plasma los riesgos: “Hay que solucionar la cuestión del corralito, porque si nos eliminan del Mundial y encima no arreglamos lo del corralito es imprevisible lo que puede pasar en el país”. Los demás gobernadores asintieron con la cabeza. En la Casa de Gobierno están de acuerdo con ese diagnóstico: “Es difícil que la gente se banque otra frustración. Hay demasiadas ilusiones y ya se vienen absorbiendo frustraciones como nunca en la historia argentina”, razonó el hombre del entorno duhaldista. Para colmo, la derrota de Francia, el otro favorito, encendió más luces de alarma. “A ver si también nos pasa a nosotros”, suspiran en el Ejecutivo. El Mundial también permite poner sobre el tapete las buenas o malas ondas con otros países. En campeonatos anteriores Brasil nunca encabezó la lista de países que los argentinos ven con buenos ojos para ganar la copa en caso de que el triunfador no fuera el equipo autóctono. Sin ninguna duda el proceso del Mercosur moderó un poco el ambiente de competencia y bronca con los auriverdes. En una encuesta similar realizada antes del mundial 98, Brasil aparecía como el seleccionado que los argentinos de ninguna manera querían ver ganar. Eso cambió: por de pronto hay un 17 por ciento de los encuestados al que le gustaría ver campeón a Brasil si no gana la celeste y blanca. Es decir que Brasil tiene el triple de simpatía de la que tenía hace cuatro años. El segundo en la tabla de preferidos es Uruguay y a continuación las dos madre-patrias, Italia y España, ésta última seguramente un poco dañada por su papel reciente en relación con los bancos y empresas privatizadas.
En el rubro de los países que los argentinos no quieren ver en lo más alto del podio, Inglaterra figura lejos primero (32 por ciento). La bronca viene desde hace mucho y se agudizó a raíz de la Guerra de Malvinas. El centro de la animosidad está en las franjas de menores recursos, que están convencidas de que una vuelta olímpica encabezada por David Beckham sería la peor de las pesadillas. El segundo lugar es para Brasil, lo que significa que hay una parte de la población que los ve como socios del Mercosur y otra que los sigue teniendo como grandes contrincantes en todos los terrenos y no los quieren ver ganar ni por asomo.
En la lista de las broncas figura llamativamente Estados Unidos. Es un absurdo porque casi no tiene chances de ganar y la lógica es que uno diga que no quiere que gane el que tiene alguna posibilidad, no aquel que no tiene ninguna. Su puesto en el ranking recoge la protesta y la bronca contra el FMI, Bush, el dólar que se dispara y la derogación de la Ley de Subversión Económica.
El trabajo de Ibope sugiere que la ansiedad está en el punto máximo y que hay confianza. Es una sensación proporcional a todos los goles en contra de los últimos años.
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