EL PAíS
› ENCUESTA EXCLUSIVA DE PAGINA/12 EN TODO EL PAIS Y EN DIFERENTES GRUPOS SOCIALES
Bush no sería presidente en Argentina
El 60 por ciento de los argentinos desaprueba la visita de Bush. Su imagen fue afectada por la guerra en Irak y por las inundaciones en Nueva Orleans. La idea del Mercosur tiene consenso, en tanto que la propuesta del ALCA es rechazada.
› Por Raúl Kollmann
Seis de cada diez argentinos está en desacuerdo o muy en desacuerdo con la presencia de George W. Bush en la Argentina. Una encuesta exclusiva realizada para Página/12 por la consultora Opinión Pública, Mercados y Servicios (OPSM), que lidera Enrique Zuleta Puceiro, evidencia que la sociedad argentina tiene una pronunciada imagen negativa del presidente de Estados Unidos, producto de su política en Irak, pero también debido a la pobreza y el mal trato que se vieron en la asistencia a las víctimas de Nueva Orleans. Respecto del documento central de la Cumbre de las Américas, hay una fuerte percepción de que el desarrollo normal del mercado no va a crear empleo ni mejorar la situación de los pobres, por lo que una amplísima mayoría considera que el Estado debe intervenir activamente. También existe un claro rechazo al ALCA, que es percibido como una estrategia de anexión norteamericana y no una política de eliminar fronteras e integrar a los países. En todos los aspectos hay cambios notorios respecto de lo que el ciudadano común opinaba hace cinco años. Entonces había un endiosamiento de Estados Unidos, de los mecanismos de mercado y la gente quería que sus hijos fueran a estudiar al país del norte. Hoy, el primer país que se mira como destino deseable para los hijos es España.
Las conclusiones surgen de una profunda encuesta realizada en exclusiva para Página/12 por OPSM durante los días miércoles, jueves y viernes pasados. En total fueron entrevistadas 800 personas en todo el país, con respeto a las proporciones por edad, sexo, nivel económico-social y distribución entre ciudades grandes y chicas. El trabajo se realizó bajo la dirección de Enrique Zuleta, y la coordinación estuvo a cargo de Isidro Adúriz y Julián Lisa.
“El rechazo del 60 por ciento a la presencia de Bush en la Argentina no me sorprende –analiza Zuleta–. Desde Irak a la fecha, Estados Unidos proyecta una imagen negativa a nivel internacional. Tal vez lo más llamativo es que ya no se limita a que el encuestado opine mal del presidente norteamericano, sino que el rechazo se traslado incluso a la idea de modelo, de paradigma, con que Estados Unidos era percibido por muchísimos argentinos. En mediciones anteriores, había importantes proporciones de encuestados que veían al país del norte como un interesante destino personal o para sus hijos, un lugar óptimo para desarrollarse. Ahora puede haber buena opinión sobre los posgrados universitarios, pero las imágenes de la gente en Nueva Orleans dejaron un cuestionamiento muy fuerte sobre la pobreza, la educación, el desprecio racial. Estados Unidos dejó claramente de ser una tierra de promisión, algo que estaba claro en las encuestas hace cinco años, en las que se veía muchísima admiración hacia todo lo que fuera norteamericano”.
–¿Cómo puede ser que la gente rechace a Bush y acepte tan masivamente (75 por ciento) a Chávez?
–En la sociedad argentina hay una incidencia importante del concepto de integración latinoamericana –explicó Zuleta–. A eso súmele que quedó la idea de que Chávez se portó bien con la Argentina en todo lo que tiene que ver con el petróleo, la energía, la necesidad que había de cubrir una emergencia. Y no sólo en nuestra encuesta, sino también en el Latinobarómetro, que es un trabajo independiente de enorme prestigio, que usan el Banco Mundial y el BID, también se perciben muy pocos cuestionamientos a Venezuela y a su gobierno. No se ve para nada a Chávez como un dictador ni que haya roto las reglas del juego y se lo ve integrado al resto de países latinoamericanos. Si a eso le agrega que ha sido constructivo en su relación con la Argentina, queda explicada la aceptación de la gente. Lo de Lula más todavía. El ciudadano común no conoce las sutilezas sobre supuestos roces en la relación entre elpresidente brasileño y Néstor Kirchner, por lo que se ratifica lo que está en el fondo de la opinión de la gente: todo lo que es integración latinoamericana, puntúa alto, es muy aceptado.
–En la encuesta buscamos pedirle la opinión a la gente sobre un tema clave del documento de la Cumbre. Si la prioridad, que es combatir el desempleo, se logra con mayor libertad de mercado o con una fuerte intervención del Estado. ¿Hubo un pronunciamiento claro? –le preguntó Página/12 al titular de OPSM.
–Desde ya que una gran mayoría, el 72 por ciento, no cree que se vaya a salir del desempleo por obra del desarrollo natural del mercado. Hay una percepción muy fuerte de estos cuatro años de crecimiento y la idea es que tiene que haber una decidida intervención del Estado. ¿Si el Estado mismo debe crear empleo? No lo hemos preguntado, pero creo que la gente se inclina más por un papel del Gobierno y el Estado, por ejemplo, en impulsar a las Pymes o ponerle límites a los empresarios o reduciendo impuestos para los que creen puestos de trabajo. Insisto, no hemos preguntado qué significa exactamente “una fuerte acción del Estado”, pero es un hecho que no hay confianza en que los empresarios, por sí mismos, por la acción natural del mercado, reduzcan el desempleo.
–Existe un rechazo al ALCA y, al mismo tiempo, el ciudadano común no quiere ni más acercamiento a Estados Unidos ni confrontación con Estados Unidos. Quiere una política intermedia, como considera que es la actual.
–Así es. La gente cree que el ALCA es una especie de política de subordinación a Estados Unidos. Que no tiene el objetivo de superar las fronteras y unir a los pueblos, sino que es una especie de anexión comercial que sirve a los intereses norteamericanos. Todo eso deriva de la imagen negativa que tiene actualmente Estados Unidos y esa imagen se proyecta a todos los aspectos. Yo diría que el Mercosur ya está en la cultura argentina y al ALCA lo mira con desconfianza. Respecto de Estados Unidos tampoco es que se quiera una política de confrontación o distanciamiento. La elección es por un punto intermedio, moderado, ni confrontar ni subordinarse. Yo diría que lo más sorprendente de nuestro estudio –concluyó Zuleta– es cuando se les pregunta a los encuestados dónde querrían que estudien sus hijos, un 25 por ciento contesta que en España. Esa respuesta era impensada hace unos años. Tal vez por el idioma o porque a la gente le caen bien los reyes o el jefe de gobierno, Rodríguez Zapatero, pero lo cierto es que España se convirtió en esa tierra de promisión para los hijos. En los años ’90, en época de Menem, indudablemente Estados Unidos figuraba como el país al que la gente quería mandar a sus hijos.
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