La Cámara de Diputados estableció este año una marca histórica porque fue el de más baja actividad en cuanto a cantidad de sesiones realizadas: sólo ocho ordinarias. Además, nunca antes había llegado el fin del período sin que el recinto se poblara para las habituales sesiones maratónicas en las que se aprueban decenas de proyectos que pierden estado parlamentario. Esta situación significará la caída de casi un centenar de iniciativas, entre las cuales se encuentran la ley de amparo, la reducción de miembros de la Corte Suprema y la anulación de los indultos.
El presidente del bloque del ARI, Eduardo Macaluse, lo calificó como un “hecho insólito” y anunció a Página/12 que pedirá una sesión especial para la semana que viene. Según explicó Macaluse, el ARI está consensuando un temario con otras fuerzas para impedir que se concrete este mal precedente. “Nunca antes en la historia del Parlamento se vio que el oficialismo sabotee las sesiones, cuando en general se encarga de conseguir el quórum”, opinó el legislador. Este diario le preguntó a uno de los actuales jefes del bloque oficialista sobre la caída de los proyectos y el diputado relativizó el hecho. “Esos dictámenes se vuelven a reponer”, especuló. Sin embargo, para lograr eso hay que volver a tejer los consensos políticos que los hicieron posibles. Y en determinados temas, con nuevos legisladores en sus bancas, esa tarea no parece tan sencilla.
El presidente del bloque radical, Horacio Pernasetti, atribuyó la pobre actividad a que “el peronismo trasladó el congreso justicialista al Congreso nacional” en el período preelectoral, y remarcó que “el radicalismo no pudo ejercer su obligación como oposición que es controlar la gestión de gobierno”.
A lo largo del 2005 hubo sólo 36 sesiones, de las cuales sólo ocho fueron ordinarias, entre las que se cuenta la que tuvo lugar el 30 de marzo cuando el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, informó en la Cámara baja. Las 28 restantes fueron sesiones especiales en minoría convocadas por la oposición. Sólo una de ellas obtuvo quórum, cuando ex duhaldistas, radicales y otros diputados opositores sumaron 130 y lograron sancionar la prórroga a las ejecuciones hipotecarias, un proyecto resistido por el oficialismo en Diputados que luego fue apoyado por los hombres del Gobierno en el Senado.
Sin sesión antes del fin del período (30 de noviembre), los diputados que no renuevan su banca no tendrán oportunidad de hacer su último discurso. Tal es el caso del propio Pernasetti, de Héctor Polino, Patricia Walsh, Luis Zamora y Alberto Natale, entre otros.
¿Por qué el oficialismo, que tiene el poder de la convocatoria, no propició una última sesión? La semana pasada hubo conversaciones entre los distintos jefes de bloque y la presidencia de la Cámara para llegar a un temario consensuado de temas pendientes, y evitar así su caída. La oposición insistió con iniciativas que no son simpáticas para la Rosada, como la reducción de los integrantes de la Corte. El presidente de la Cámara estuvo tratando de negociar “una sesión tranquila”, pero con temas como los que le plantearon eso no parecía posible, según comentó una fuente que participó de las negociaciones.
Además, el oficialismo temía que, durante la primera media hora, en la que se establecen las preferencias para el tratamiento de los proyectos, la oposición juntara el número de votos necesarios y aprobara alguna iniciativa resistida por ellos. Camaño llegó incluso a prometer que “eso no ocurriría”. Pero, al parecer, no logró convencer a los hombres K. Y fue así que él tampoco podrá tener su despedida como conductor de la Cámara baja.