EL PAíS
Los senadores radicales, al borde de la fractura
Terragno, Passo, Arancio y Morales cuestionaron la actitud de Isidori por permitir al PJ derogar la Ley de Subversión. Pero en una reunión del bloque, de acusadores se transformaron en acusados: Maestro casi los echa. Ellos podrían irse.
Por Eduardo Tagliaferro y Felipe Yapur
Por primera vez, después de tanto doblarse, el radicalismo en el Senado amenaza seriamente con romperse. Los legisladores rebeldes Gerardo Morales, Rodolfo Terragno, Juan Carlos Passo y Mónica Arancio estudian su separación de la bancada. Es el resultado de la bochornosa sesión donde los boinas blancas le facilitaron al gobierno de Eduardo Duhalde la derogación de la Ley de Subversión Económica. Y de siete horas de discusión entre los suyos, cuando pasaron de ser los acusadores de la rionegrina Amanda Isidori –que con su retiro de la sesión facilitó la anulación de la polémica norma–, al banquillo de los acusados. Formalmente el bloque le aceptó a Isidori su renuncia a la vicepresidencia y a Morales la suya a la secretaría general. Fueron por lana y salieron trasquilados. Así lo reconoció Morales: “Llegamos para pedir la separación de Isidori y casi nos expulsan a nosotros”.
“No hay que descartar que en un futuro (los rebeldes) fueran separados del bloque”, fue la respuesta de Carlos Maestro cuando se lo interrogó por la situación de los senadores que anteayer habían cuestionado a través de una nota a las directivos del bloque.
“Hubo persistencia de estos senadores en votar en contra de lo que decide el bloque”, continuó Maestro, dando rienda suelta a su enojo. La nota firmada por los cuatro rebeldes reclamaba la expulsión de Isidori, notificaba el paso al costado de Morales a la secretaría del bloque y pedía la elección de nuevas autoridades. Entre sus argumentos decían que “debemos señalar que la UCR jamás discutió y mucho menos aprobó una actitud colaboracionista” con el gobierno de Duhalde.
En su enojo, Maestro también criticó que la nota de “los rebeldes” hubiera tenido difusión pública. Por esas extrañas paradojas que suelen rodear a los radicales, las principales sospechas de filtrar la nota a una agencia noticiosa no recaen sobre los cuatro senadores que la firman al pie, sino precisamente de un encumbrado y emblemático hombre de la UCR. Sin embargo, Maestro no perdió la oportunidad y puso el dedo en la llaga. Una construcción digna del político florentino que supo hacer de sus enseñanzas a El Príncipe su mayor obra política.
Sobre la mesa de arena de los radicales hay temas muchos más profundos que la sanción a una senadora que amparada en su gobernador ayudó al triunfo del peronismo en la Cámara alta. La relación con el gobierno y el rol del partido a futuro son los principales dilemas. Por lo pronto, luego de las renuncias al bloque, Maestro ejerce el unicato.
“Romper con el gobierno sería debilitarlo mucho más aun y condenar al país al abismo”, fue la respuesta de Raúl Alfonsín a las voces de los críticos que recomendaban transitar otro camino. Luego fue un paso más allá y les dio a entender que antes de que ellos abandonen el bloque, él se iba a encargar de que los echaran. Básicamente fortalecer la identidad partidaria. Los críticos incluso pensaban reclamar que la UCR convoque a todos los que ocupan puestos en el gobierno nacional a renunciar a ellos. Por cierto ni lo pudieron insinuar. La voz de Alfonsín fue acompañada por varios de sus compañeros de bancada. Aunque el propio justicialismo está revisando la continuidad de la coalición parlamentaria con los radicales, estos continúan abrazados a Duhalde. Aunque los rodean las mismas llamas que al Gobierno, afuera del palacio el escenario se les presenta más hostil aún.
A poco de andar, los críticos percibieron que en el bloque la mayoría estaba volcada en su contra. “Ni bien Isidori vino a Buenos Aires me entregó su renuncia”, admitió Maestro. Incluso fue un paso más allá y reconoció que “estaba acordado con la mayoría de los senadores tomar la posición que hoy (por ayer) tuvo el bloque”. Lo que se dice un maestro a la hora de buscar respaldos. Deslizó también que “si no hubo sancionescontra los rebeldes fue porque el Comité Nacional le pidió que no avanzara en actitudes disciplinarias”. Para justificar su posición los miembros de la dirección de la UCR le recordaba a Maestro “la dispersión” que están sufriendo.
Los “rebeldes” llegaron a la reunión con sus fuerzas menguadas. De los siete que originalmente se negaron a dar quórum y facilitar la aprobación de la ley de subversión económica, sólo cuatro suscribieron la dura nota en la que reclamaban la renovación de la conducción del bloque. “La senadora Isidori nos anunció a todos nosotros, con 48 horas de antelación, qué era lo que se proponía hacer”, dicen en su nota. El tema no es menor y había sido reconocido a Página/12 por la propia Isidori cuando se retiraba del recinto. El dato pone de manifiesto que a pesar de su discurso contra la norma, ni Maestro, ni ningún otro dirigente de la conducción del bloque agotó sus esfuerzos para imponer la negativa a la derogación de la ley. El despacho de Morales fue testigo de la reunión que siguió al encuentro de la bancada. Allí Terragno, Passo, Arancio y el dueño de casa, discutían los pasos a seguir. “Estamos más afuera que adentro”, reconoció uno de ellos a modo de síntesis.
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