Mié 21.12.2005

EL PAíS  › LA CHA PRESENTA HOY EN EL CONGRESO UN PROYECTO DE UNION CIVIL EN EL ORDEN NACIONAL

Para que la ley se parezca a la realidad

La iniciativa permite la unión legal de parejas de cualquier sexo, a quienes les otorga derechos sociales, patrimoniales y de herencia. El punto más distintivo es el que introduce la adopción con iguales derechos y deberes que el matrimonio. Incluye el divorcio por voluntad de una de las partes.

› Por Marta Dillon

Cuando se cumplan las doce de hoy, el primer paso hacia la protección de las nuevas familias habrá sido dado. Entonces, cuando la Comunidad Homosexual Argentina se presente en la mesa de entradas del Senado de la Nación, tendrá un número de expediente legislativo el proyecto de Ley Nacional de Unión Civil que habilita a las parejas del mismo sexo –a las de cualquier sexo, sería mejor decir, ya que todos y todas podrán optar por este régimen– a usar el mismo nombre, compartir su patrimonio, heredarse del modo en que decidan y, sobre todo, adoptar niños y niñas con los mismos deberes y derechos que los matrimonios tradicionales. En definitiva, si este proyecto, que al revés de Cenicienta empezará a ejercer su hechizo a partir de las doce del mediodía, se convierte en ley, el derecho a constituir una familia dejará de ser privativo de parejas heterosexuales.
Fue la camarista federal Graciela Medina quien redactó un proyecto que detalla con minuciosidad los derechos pero también las responsabilidades que les cabrían a las parejas que opten por este tipo de unión. Pensada para quienes eligen compartir su vida con alguien del mismo sexo, pero apta para cualquiera que prefiera pactar el modo en que va a relacionarse con libertad, pero contando con la protección del Estado en esas decisiones. Medina, quien también elaboró la letra de la Ley de Unión Civil que rige en la ciudad de Buenos Aires, estará este mediodía participando de la conferencia de prensa en la vereda del viejo edificio de la Caja de Ahorro donde funcionan parte de las oficinas del Senado Nacional. “Estoy trabajando en este proyecto desde 2003, analizando los antecedentes internacionales y buscando el modo más apropiado de no dejar ningún cabo suelto”. De convertirse en ley, la unión civil a nivel nacional modificaría el Código Penal, el Procesal y sobre todo el civil, en los capítulos que hablan de la herencia, el nombre, el estado civil y el derecho a adoptar.
“Hay muy pocas leyes en el mundo que tengan tantos artículos como este proyecto; la ley española, por ejemplo, tiene solo cinco –admite Medina–. Hubiera sido fácil redactar uno o dos que homologuen derechos y responsabilidades de la unión civil a los del matrimonio, pero yo parto de la base que esa es una institución creada para un hombre y una mujer y los miembros de la comunidad así lo quieren”.
¿Los de la Comunidad Homosexual también? “Seguro, porque es una figura hiperregulada y ligada a la Iglesia. Y como forma de regulación ha recibido críticas del feminismo y de otros sectores por el modo en que jerarquiza los géneros. Entonces empezamos a pensar en una figura nueva que contara con alta protección jurídica del Estado pero más respetuosa del poder de decisión de la pareja”, sintetiza Marcelo Suhntheim, secretario de la CHA y unido civilmente al presidente de la organización, César Cigliutti. Aunque si se consigue el estatus de ley para este proyecto nuevo deberán revalidar su vínculo ante un registro civil, como cualquier matrimonio. “Es que en el ámbito de la Ciudad la unión civil tiene un valor simbólico y administrativo, sólo a nivel local”, agrega.

Decisiones libres
El proyecto de Ley Nacional de Unión Civil contempla –haciéndose eco de las críticas mencionadas por Suhntheim– que las o los consortes (se llaman así para diferenciarse de las o los cónyuges) elijan si usar ambos apellidos como nombre común, o el de cualquiera de los dos, tanto para llamarse a sí mismos como a los hijos comunes. Que, obviamente, si hablamos de parejas del mismo sexo, serán adoptados por la pareja o por uno de los dos, si es que la otra parte tiene hijos o hijas biológicos.
Pero también deja caer, como a una sota en un partido de chinchón, a la monogamia como modelo único de pareja fundante de una familia: “La fidelidad ya no se exigirá a los o las consortes ni la infidelidad será causal de divorcio”, dice el secretario de la CHA. Para disolver el vínculo alcanzará con que una de las partes manifieste la voluntad de hacerlo, lo que es lo mismo que decir que ni siquiera hará falta el mutuo acuerdo.
Sí, en cambio, habrá división de bienes gananciales, aunque todo lo referido a la cuestión patrimonial podrá pactarse de antemano. Si así no lo hicieren, los bienes se considerarán propios o gananciales del mismo modo que en un matrimonio común y corriente. Para el pago de cuota alimentaria, si no hay hijos o hijas en común, la parte que reclama deberá acreditar la necesidad de recibirla. Si no, no habrá cuota. Y en el caso de la herencia, el participante de la unión civil heredará igual que un cónyuge pero no forzosamente. Es decir, que se puede testar su 50 por ciento, en todo o en parte.
Todos estos bemoles en cuestiones patrimoniales y de sucesión, igualmente que las de divorcio, se dirimirán en juzgados de familia. Porque si bien no se habla de matrimonio, sí se considera a estas uniones como familias con plenos derechos.

El quid de la cuestión
Tanto la CHA como la autora del proyecto, Graciela Medina, esperan que sea tomado por las y los legisladores para discutirlo y mejorarlo. De hecho, antes de las últimas elecciones, la mayoría de quienes han sido electos se manifestaron a favor de la unión civil para parejas del mismo sexo. Claro que la discusión se dará en torno del derecho a adopción. Desde la derecha que representaron Mauricio Macri y Ricardo López Murphy se escucharon los “no” más rotundos.
“Yo misma estaba en contra de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, pero después, analizando la legislación internacional y el derecho consuetudinario, me di cuenta de que negando esta posibilidad estaba desprotegiendo el interés superior de niños y niñas. Porque de hecho hay parejas homosexuales o de lesbianas que crían hijos juntas y negarles derechos a la obra social, la herencia e incluso el cuidado en caso de fallecimiento del padre o madre biológico es negarles todo”, admite Medina.
Lo cierto es que este modelo de amparo de las nuevas familias comenzó su camino legal. El debate ya se abrió hace tiempo y es probable que sean muchas las parejas heterosexuales que opten por un modo de unión más libre y basado en las propias decisiones autónomas. Lo demás está por verse.

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