Ricardo “Pacha” Velasco es director del Fonder y pareja de la ministra Felisa Miceli. Kirchnerista ferviente, fundamental, explica las condiciones con que se suma al proyecto.
› Por M. J.
Ricardo “Pacha” Velasco saltó a la escena nacional de la mano de la ascendente carrera política de su esposa: la ministra de Economía, Felisa Miceli. Pero hoy maneja un presupuesto de 50 millones de pesos en el Fondo de Desarrollo Regional (Fonder), para impulsar “proyectos productivos en el interior de país”, y fue nombrado como representante del Estado en Energás, el Ente regulador del servicio, por el Gobierno. Defiende su militancia detrás del proyecto presidencial, pero admite que carga con el estigma de ser la pareja de la ministra, con el que tendrá que aprender a “convivir”. Al tiempo que construye una fuerza política ligada a las organizaciones sociales para “defender el gobierno popular”, reconoce que no le molesta que los ex duhaldistas se sumen al kirchnerismo: “Tendrán que dar testimonio con sus actos de su adhesión al proyecto del gobierno y el Presidente, o si sólo se trata de una actitud oportunista”.
–¿Es compatible esto de ser un militante social y a la vez repartir créditos desde un Ente oficial?
–Uno es una misma persona como militante o como funcionario. Nosotros cuando llegamos a la gestión en el banco veníamos de una militancia social donde muchas de nuestras organizaciones trabajaban con los pobres de nuestros barrios más pobres. Nuestro objetivo era transformar los subsidios en créditos para que los desocupados pudiesen, gestión y capacidad mediante, organizar microempresas que fuesen resolviendo su problema de desocupación generando riqueza y colocarlo de vuelta en un lugar digno como persona. Por eso cuando llegamos a la gestión del Banco Nación creamos el Fonder, que es un programa de microcréditos y la formación de microempresas. Esto se explica desde lo conceptual, lo ideológico y lo filosófico.
–¿Le preocupa que digan que la pareja de la ministra de Economía maneje un fondo de 50 millones de pesos?
–No, no lo maneja. El marido de la ministra es presidente de un programa que es el Fonder, del cual participan no solamente el Banco Nación sino prácticamente áreas y programas de todos los ministerios del Gobierno Nacional: la Secretaría de Agricultura y la de Industria, el Ministerio de Interior a través del programa Mi Pueblo, y el de Desarrollo Social, ahora el de Trabajo y dentro de poco Cancillería, por la posibilidad que tienen estos sectores de la economía popular de exportar. No es un programa que lo maneja el marido de la ministra, sino que coordina y fue uno de los que lo promovieron.
–¿Cómo se selecciona el lugar para el emprendimiento?
–Esto no es una ventanilla de crédito. No es que un sector puede venir a ofrecer un proyecto. Se presentan a través de cada uno de los organismos que el Estado tiene en sus delegaciones en el interior. El otro elemento es la participación de los niveles nacional, provincial y municipal. Los preproyectos son aprobados en el comité directivo del Fonder.
–¿De dónde sale el dinero, estos 50 millones?
–Los aporta el Banco Nación solamente para lo que es crédito con una tasa muy baja e inicial del 10 por ciento anual. Con diez años de plazo y dos de gracia para su devolución.
–¿Le molesta que no lo asocien con su gestión sino con la de su esposa?
–No me molesta si no está dicho con mala intención: es un hecho con el que uno tiene que acostumbrase a convivir. Con Felisa compartimos una militancia desde hace muchos años y funcionamos como equipo, discutimos política y gestión, lo venimos tratando de hacer desde hace muchos años.
–También se cuestionó, como Carrió, su gestión en el Nación.
–La señora Carrió, al margen de tener mucha mala intención, hace una denuncia infundada que pensamos muchas veces en demandar judicialmente. Dijo que yo hacía la caja política, una denuncia que no puede probar y nisiquiera denuncia formalmente. Da una definición general que de última es un ataque político. Si por caja política se entiende pensar y armar programas como Fomicro y Fonder, ningún funcionario va a poder tener políticas hacia los sectores populares porque se va a entender como caja política. Lo que pasa que esta señora le molesta evidentemente que un gobierno se preocupe porque 30 millones de pesos vayan a sectores de desocupados que hoy tienen trabajo a través de una microempresa. El bastardeo de ponerlo a uno en un lugar de duda tiene que ver con una diferencia política, porque ella no defiende estos intereses.
–Usted armó un movimiento por fuera del PJ para “defender el gobierno popular”. ¿Cómo interpreta la recepción que hizo el Presidente a los sectores del justicialismo que lo enfrentaron duramente en la provincia de Buenos Aires?
–Es un proceso de cambio bastante fuerte. Una parte del justicialismo que tenía diferencias antagónicas con este gobierno, se dice que está saltando el cerco. Hay que mirarlo desde otro lugar: acá todo el que quiera comprometerse con este proyecto si antes no lo vio o estuvo equivocado puede entrar. No podemos tirar por la ventana a todos los argentinos que no se dieron cuenta que en los ’90 estábamos perdiendo hasta nuestra identidad como país.
–¿Hay límites o es bienvenido cualquiera?
–El tema es que hay que dar testimonio. No alcanza con la palabra, hay que dar testimonio. Hoy hay una avalancha en la provincia de Buenos Aires, y todo aquel que quiera ser parte de este gobierno y apoyarlo lo tiene que hacer con testimonio. Si un intendente del conurbano quiere ser parte de este proceso, su gestión en su territorio va a tener que ser coherente con la política de este gobierno. Esa va a ser la medida para ver si adhieren o es oportunismo.
–¿Por qué los sectores transversales, como el que usted alienta, nunca pudieron conformarse como una sola fuerza política?
–Tenemos como objetivo masificar la participación social y política de los argentinos. Nuestro trabajo en la Corriente Nacional y Popular 25 de Mayo está vinculado a los sectores que no estaban contenidos y en todo caso adherían al que se vayan todos, una consigna muy simple pero que expresaba la necesidad de participación en estructuras políticas que no eran las tradicionales. La única forma en que este gobierno se va a fortalecer es cuando el conjunto de la sociedad lo asuma como propio.
–¿Por qué fracasa el encuentro de la militancia como embrión de unificar al kirchnerismo?
–No sé si fracasa, son todos intentos de ir juntando detrás de identidades colectivas. Creo que cuando llega el momento electoral es necesario tener representaciones políticas en las que todo lo que es kirchnerismo esté expresado. Antes y después de los momentos electorales hay una dinámica política que cada una de estas organizaciones va a seguir teniendo la actividad de ir incorporando sectores distintos. En términos históricos es muy poco dos años y medio. Si este gobierno y este proceso logra que la Argentina sea social, política y económicamente distinta a la que teníamos en 2003, la superestructura política también va a ser distinta que la que actualmente está en proceso. Habrá, como después del gobierno de Perón, una representación política distinta que refleje esos cambios estructurales y que hoy podemos llamar kirchnerismo.
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