Ya no hay mucho espacio para sorpresas. Con la jura de tres bonaerenses más, ayer Eduardo Duhalde quedó al borde de completar su gabinete de “unidad nacional”. Con la asunción del radical Horacio Jaunarena en Defensa, Graciela Giannettasio en Educación y Antonio Arcuri como secretario de Legal y Técnica, sólo quedan vacantes Salud y Desarrollo Social, pero como la idea es unificarlos, esa designación seguro demorará un poco. Apenas asumidos, los ministros se dedicaron a tranquilizar a los interesados directos de cada área, cuestión de no abrirle más focos de conflictos a la nueva gestión. Jaunarena se ocupó de los militares recordando su posición en contra de la extraterritorialidad de la justicia, Giannettasio de los rectores y estudiantes universitarios con la promesa de saldar las deudas y mantener la gratuidad de la educación.
Las juras del duhaldismo en el Salón Blanco de la Casa Rosada ya tienen un par de características que las distinguen. Una es la presencia estelar de la primera dama, Hilda “Chiche” Duhalde, en el centro del escenario. Siempre de trajecitos de colores vivos, ayer fue el turno del amarillo. La otra característica es que cada ceremonia termina con el Himno. En la primera jura se improvisó una versión a capella bastante desafinada. Ayer, por suerte para todos, apareció el disco salvador.
Terminada la ceremonia cada ministro se ocupó de lo suyo. Jaunarena con la urgencia que le correspondía por el pedido de extradición solicitado por la justicia sueca contra el represor Alfredo Astiz, se dedicó a tranquilizar a los militares. “Lo he expresado hasta el cansancio”, dijo el segundo radical que asume en la gestión de Duhalde. “Entiendo que se debe defender el principio de la territorialidad en la aplicación de la ley y el juzgamiento de los casos, y lo sigo manteniendo”, remarcó.
Jaunarena obtuvo ayer el extraño record de ocupar el mismo cargo en tres gobiernos diferentes: fue ministro de Defensa con Raúl Alfonsín, con Fernando de la Rúa y ayer reasumió con Duhalde, veinte días después de haber renunciado. Por la tarde, desde el ministerio se anunció la primera designación: Jaunarena nombró como secretario de Planeamiento a Raúl Borrás, vocero de Alfonsín y dirigente radical bonaerense.
Como había prometido, Giannettasio dedicó su primer día de gestión a reunirse con los sectores que integran lo que podría denominarse la comunidad educativa: los ministros que conforman el Consejo Federal, los rectores públicos y privados y los sindicatos docentes. Giannettasio ya tenía un logro para mostrarles a cada uno que era la continuidad de Educación como ministerio frente a los fuertes intentos por bajarlo al nivel de secretaría. Es más, Giannettasio anunció una virtual ampliación de su jurisdicción al sumar el área de Cultura a las que ya tenía de Ciencia y Tecnología, retornando a la estructura tradicional de la cartera que había sido abandonada durante la administración de la Alianza.
Las urgencias de Giannettasio pasan por el lado de los recursos. A los gremios les preocupan las cuatro cuotas del Incentivo Docente que quedaron pendientes del 2001 mientras que a los rectores se les adeuda unos 230 millones de pesos correspondientes al mes de diciembre y al pago del aguinaldo. La ministra les prometió a todos que el Gobierno trataría de cumplir cuanto antes de manera de “garantizar el inicio y la continuidad del ciclo lectivo 2002”.
La titular de Ctera, Marta Maffei, contó que la ministra les detalló los inconvenientes presupuestarios de la cartera pero que les podría dar una respuesta más precisa luego de que se reúna con el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov. Por eso, Giannettasio quedó en repetir las reuniones hacia el fin de semana, cuestión de saber con cuántos recursos contará y armar un presupuesto 2002 consensuado.
Giannettasio aún debe definir su gabinete. En Educación sonaba María del Carmen Feijoó –quien ya la acompañó en su gestión en la provincia– para el viceministerio. Mientras la ministra proclama una gestión pluripartidaria, el Conicet continúa presidido por el frepasista Andrés Carrasco porque –explicaron en su entorno– nadie le aceptó la renuncia.