EL PAíS › REVELACION DE KIRCHNER EN UNA REUNION CON RESIDENTES ARGENTINOS EN ESPAÑA
Al finalizar su agenda española, el Presidente se reunió con argentinos residentes en España. Reveló que poco antes de su asunción debió afrontar las presiones de una “concertación cívico-militar” y expresó su satisfacción por el juicio a Etchecolatz.
› Por Pablo Feldman
Desde Madrid
“Esto no lo dije nunca y lo quiero decir acá”, afirmó Néstor Kirchner ante una gran cantidad de argentinos que viven en España y que habían asistido a la residencia del embajador argentino. Tras esas palabras reveló que poco antes de asumir rechazó una operación de “la clase política para una concertación cívico-militar para consolidar la impunidad”. Esas palabras quedaron en el aire como explicando algunas de sus primeras medidas, entre ellas el descabezamiento de la cúpula militar. Cuando el Presidente sostuvo “me siento mejor porque se inició en La Plata el juicio contra el señor Etchecolatz, innombrable” aparecieron los primeros aplausos y desde el fondo de la sala se escuchó la voz de una mujer: “Los desaparecidos” “¡...Presentes!”, contestaron muchos más.
Cerrando las actividades de una agenda muy nutrida, ayer al mediodía la comitiva se trasladó hasta la residencia del embajador donde fue recibida la comunidad argentina en Madrid. A la recoleta casona de Fernando el Santo 11 bis llegó más de un centenar de invitados, figuras tan variadas como conocidas; el supermercadista Alfredo Coto, el ex arquero de la Selección Germán “Mono” Burgos, el ex Manal Claudio Gabis y el español José Sacristán, entre otros. Pero para el Presidente las “presencias especiales fueron algunos compañeros de la militancia de la década del ‘70”, que sin dudas llegaron a conmoverlo, y eso se vio reflejado en el discurso que improvisó en el salón principal, cuando agradeció la hospitalidad española y destacó “la emoción profunda que me causa encontrarme con hermanas y hermanos que la mayoría de ellos forma parte de los dos últimos grandes exilios que vivió la Patria. El terrible y horroroso del golpe de 1976, que dejó sobre las espaldas de la patria 30 mil desaparecidos, impunidad, quiebre de valores y se llevó la parte más lúcida de nuestra generación,... y el otro exilio, el de la década del ’90, las consecuencias finales del proyecto elaborado por Martínez de Hoz que tuvo su reflejo en la etapa democrática que nos tocó vivir en la década del ’90”. Si bien Kirchner abordó otros temas a lo largo de 20 minutos, la evocación de “los amigos de la infancia, viejos y queridos compañeros” marcó el clima de un encuentro.
De saco azul, sin corbata, Kirchner llegó a la última cita de la agenda, con ciudadanos comunes, en este caso “consecuencia del exilio”. En medio de bandejas con jamón, pinchos de tortilla, queso manchego y otros bocadillos, el Presidente recorrió de punta a punta el salón, saludó a todos los que se le acercaron, se sacó fotos y tuvo que esforzarse para contener la emoción. La primera vez, cuando se le acercó un hombre robusto, de barba canosa, al que Kirchner miró reconociéndolo: “¿Sos vos ..?”, le preguntó. Y Pablo Ramos, un ex diputado por la JP de Santa Cruz en 1973, se abalanzó sobre los brazos abiertos de su amigo al que no veía “desde hace 30 años”. Así se quedaron más de lo que indicaría el protocolo. El Presidente lo invitó a regresar, “tengo mi vida acá” le contestó Ramos, con los ojos llenos de lágrimas.
En otros salones vecinos al principal, diputados, ministros e invitados sólo dejaron de beber y conversar cuando el embajador Carlos Bettini presentó el discurso del Presidente.
Kirchner comenzó relatando “la profunda emoción que siento de encontrarme con algunos viejos y queridos compañeros, con otros que tuvieron la suerte de vivir conmigo, o la mala suerte porque después me fueron a buscar a la casa que estaba alquilada a mi nombre y se los llevaron a ellos... uno esta acá, yo lo miraba con culpa pero bueno, fue así”. “No nos han quebrado, y decía el otro día en la Plaza de Mayo ‘volvimos’... y la interpretación más fuerte que le quise dar es que volvió la gente con la esperanza, la voluntad de cambio.” Aprovechó además para destacar la actitud del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, al que calificó de “gran amigo, gran compañero”.
“A los argentinos nos sucede esto de pasar de sobreestimarnos a perder la autoestima”, dijo Kirchner, para enumerar –como lo hizo a lo largo de cada uno de sus discursos– los indicadores que marcan “la recuperación económica” del país, remarcando la necesidad de “construir una nación y no ser apéndice de otros proyectos”. “Nosotros creemos en el consumo interno, creemos en el desarrollo industrial, en que la consolidación de los mercados y la exportación tienen que ir de la mano del crecimiento del consumo interno, que son roles fundamentales del crecimiento económico”, dijo el Presidente, que volvió a descalificar a la “ortodoxia” y sostuvo que “a mí me gusta la economía, se enojan conmigo, yo leo y algunos economistas se ponen nerviosos conmigo porque me meto... pero es siempre mejor darle un poco de realismo con los pies en el barro a los economistas para que no se confundan”, disparó.
“Yo soy sureño, pingüino”, recordó para describir la pobreza de “algunas regiones, Chaco...”, y se enorgulleció de su origen: “Quieren descalificarme, agraviarme, pero a mí me encanta, hay que ver La marcha de los pingüinos para ver cómo cuidaban la vida, si lo hubiéramos hecho en la Argentina, muchas cosas no hubieran pasado, no tengo ninguna duda, la pobreza estructural no vista antes en la Argentina, la resignación, el hacerlos bajar los brazos, creer que se podía vivir en un feudo”.
Poco después de anunciar que “mientras me toque ser Presidente no habrá pacto de impunidad” y levantar nuevos aplausos al sostener que “memoria, verdad y justicia son banderas en las cuales no hay que dar ni un paso atrás”, pasó a relatar un suceso que calificó como “concertación cívicomilitar” en la que “en los días previos a asumir me vinieron a ver diciendo: ‘Para que tengas más espacio para gobernar sería bueno que se declare la constitucionalidad de las leyes’. “Esto no lo dije nunca”, se confesó el Presidente, que finalizó el relato recordando que “yo les decía ‘por favor esperen, lo hacemos cuando me toque asumir’, evidentemente mi pensamiento no era ése”. “La recuperación de la Argentina pasa por cerrar el pasado, creía, pero el pasado es pasado cuando se resolvió, y acá será pasado cuando la Justicia termine de resolver todos los temas que corresponden”, concluyó.
“Estamos con muchas ganas... los convocamos a recuperar los viejos sueños, las viejas pasiones. No tengan miedo de discutir y debatir, en los ’90 nos quisieron decir que se habían muerto las ideas y las ideologías... los hombres y mujeres tenemos ideas e ideologías, es bueno tenerlas y es bueno debatirlas”, dijo el jefe de Estado para cambiar el clima.
“Para mí es un inmenso placer haber estado con ustedes... me hicieron emocionar fuertemente, hay mucho por hacer y mucho por cambiar... no hay que perder la capacidad transgresora, si se pierde, lo mejor es irse a la casa, porque el mundo que no tiene dirigentes que tengan voluntad de cambio y la posibilidad de construir nuevas cosas, va perdiendo el sentido. Se lo digo a mis colegas de Latinoamérica, se peleó mucho en la región para que haya gobiernos progresistas, ¿no será ahora que hay gobiernos progresistas que se olvidaron de las ideas progresistas? Tengamos cuidado, no sólo hay que llegar al gobierno sino que después hay que implementar las convicciones. Muchas gracias, un fuerte abrazo, arriba Argentina.”
Fue el final del discurso pero no de la reunión, todavía quedaban abrazos para dar y recibir. Cerca de la medianoche, el avión que trajo al presidente Néstor Kirchner a Madrid levantó vuelo del aeropuerto Internacional de Barajas de regreso a Buenos Aires, atrás quedaban cuatro intensas jornadas.
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