EL PAíS › LA POLICIA NO DESCARTA QUE EL ATACANTE DE BELGRANO HAYA BUSCADO MATAR A UNA PERSONA CONCRETA
Los investigadores creen “en un 80 por ciento” que el hombre que atacó en la avenida Cabildo es un enfermo mental. El otro 20 incluye la posibilidad de un asesinato premeditado a uno de los heridos. Se trata de un hombre con antecedentes por tenencia de armas de guerra. También evalúan la relación con dos hechos previos, también en Belgrano.
› Por Raúl Kollmann
El 80 por ciento de las posibilidades en torno del caso del hombre que mató a una persona e hirió a otras siete el jueves pasado en el barrio de Belgrano va para las hipótesis que conducen a un individuo que tuvo un brote psicótico o, aún peor, que es un psicópata que ya produjo incidentes similares, no tan graves, en dos oportunidades anteriores. El 20 por ciento de las posibilidades restantes se lo lleva la hipótesis de que el hombre efectivamente quiso apuntarle a otra persona. Y aquí entra a jugar el dato de que uno de los heridos, Diego Claros, quien estaba más cerca del sujeto que disparó, tiene un antecedente por tenencia de arma de guerra. De todas maneras, existen varias pistas que apuntan al perfil del hombre que disparó y que llevaba anoche a que distintas unidades policiales estuvieran tras los pasos de varios sujetos con característica similar: habitual uso de campera negra de las denominadas Alfa, el escudo cosido de una bandera argentina, pelo casi rapado, gran envergadura física, agilidad, entre 25 y 35 años aproximadamente y buen conocimiento del manejo de armas. La jueza María Dolores Fontbona de Pombo, en una decisión que fue cuestionada por otros magistrados consultados por Página/12, prohibió ayer que se difundan los dos identikits del agresor, que abriría grandes chances de que un vecino o conocido lo identificara.
La hipótesis de una persona que sufrió un brote psicótico o que protagonizó un hecho patológico es en la que más creen los investigadores. Estas son algunas de las razones:
- Los testigos más creíbles señalan que el sujeto no habló con nadie y de golpe, como pegando un giro, sacó el arma de la cintura y empezó a disparar en seguidilla.
- Los casos que existen a nivel internacional indican que personas que cometieron actos similares, cuando declararon, dijeron que alguien los perseguía y se defendieron o que una voz del más allá, de Dios, de Satanás, de un antepasado, de un marciano o de quien fuera, les ordenó disparar. Por la forma en la que se dio vuelta y disparó, los investigadores creen que sufrió un delirio persecutorio.
- Hay una sola persona que recibió cuatro disparos, Alfredo Marcenac, que estaba ubicado a unos 35 metros del agresor. Eso indicaría que no tuvo intención de apuntarle, ni de matarlo. De haber tenido esa intención se hubiera acercado para no fallar, como sucede en los ajustes de cuenta.
- No se disfrazó, lo hizo a plena luz del día, en un lugar abierto, muy transitado, no buscó protegerse ni tomar recaudos para que no lo vieran. No es la conducta de alguien que mata por una razón, es una conducta absurda, de desequilibrio mental.
Durante el día de ayer se agregó un nuevo elemento, muy preocupante: la posibilidad de que éste no haya sido el primer ataque del sujeto. Los investigadores que lidera el comisario Ricardo Torre pidieron un cotejo de los proyectiles recogidos en la avenida Cabildo con los que se encontraron en otros dos hechos. Y empezaron a aparecer algunas similitudes.
- El principal incidente ocurrió en marzo en la esquina de Crámer y Juramento, en la confitería Balcarce. El lugar está ubicado a diez cuadras de donde se produjo la agresión de la avenida Cabildo. El horario prácticamente el mismo: las 17.
- Un sujeto, que llegó en bicicleta, extrajo un arma y disparó quince tiros contra la confitería. Resultó herida una joven de dos balazos. Primero se dijo que era una ex pareja de la muchacha, pero eso quedó desechado.
- El calibre usado en esa ocasión es el mismo que el de la avenida Cabildo, 3.80, es decir una pistola 9 milímetros corta.
- El principal testigo fue un portero. Dijo que el agresor usaba campera negra, era corpulento y tenía el pelo casi rasurado.
Como los proyectiles del incidente de Crámer están en otro juzgado, todavía no se había empezado anoche a hacer el cotejo que podría determinar o no que se trata de la misma arma.
El tercer incidente ocurrió en Cabildo al 300 y no tuvo trascendencia periodística. Un sujeto, al que no se pudo aprehender, disparó contra un colectivo sin motivo alguno. También se trata de la misma zona, a 14 cuadras del ataque del jueves. Inicialmente se pensó en que el disparo tuvo que ver con un incidente de tráfico, pero esa versión se descartó y el caso quedó sin solución. Ahora se está reviendo aquel hecho.
Siguiendo los datos que fueron surgiendo, algunos aportados por ciudadanos en forma espontánea, anoche se seguían los pasos de un vigilador privado con antecedentes de desequilibrio mental, un sujeto de características parecidas detectado por otra comisaría y varias pistas más.
A lo largo del día de ayer, los investigadores repararon en un elemento que les llamó la atención: el sujeto no disparó al voleo y en distintas direcciones, como se pensó inicialmente, sino que los ángulos de disparo van en un mismo sentido. Es cierto que hay proyectiles incrustados en marquesinas ubicadas a cien metros que están por encima de algún negocio, pero el estudio de la línea de disparo muestra que la orientación es la misma, con pequeñas desviaciones que se convierten en grandes por los cien metros recorridos.
A partir de ese elemento se empezó a barajar la idea de que el sujeto quiso dispararle a alguien, con quien mantuvo una discusión o con quien tuvo una controversia. El dato contrasta con lo que dijeron los testigos, que no vieron al sujeto hablar con nadie sino que simplemente sacó el arma y disparó. Pero otro elemento surgió durante la jornada: el herido que estaba ubicado más cerca del agresor, Diego Claros, tiene un antecedente de detención por tenencia de arma de guerra. Si se toma en cuenta que el hombre que disparó tiene el perfil de aficionado a las armas, más la campera negra, la bandera argentina y algún nivel de entrenamiento en tiro, la conclusión a la que se llegó es que se trata de una pista que debía investigarse. La hipótesis sería que el agresor tuvo un entredicho con Claros en un momento previo y sin que en ese momento lo notara nadie, luego le disparó, le pegó en un brazo y siguió disparando en forma casi enceguecida en la misma dirección, matando a Marcenac que iba con sus dos amigos que venían caminando detrás de Claros, e hiriendo a todos los que estaban en esa línea de disparo.
El otro elemento que juega en contra de esta hipótesis es que los testigos son coincidentes en que el agresor empuñó la pistola con las dos manos, es decir apuntó con el estilo de quien tiene cierta práctica, y la lógica indicaría que no puede ser que haya fallado en su intento de matar a Claros y no se explica cómo erró tanto que mató a otra persona e hirió a las restantes. No falta quien dice que tal vez disparó mucho para sembrar confusión y tener la oportunidad para escapar.
Más allá de las hipótesis, los investigadores tenían enormes expectativas cifradas en la publicación de dos identikits: uno hecho con un programa de la Policía Federal y el otro con un programa del FBI. Según trascendió, ambos identikits eran muy nítidos e incluso uno de ellos tiene un 90 por ciento de certeza. La esperanza es que, al ver los rostros publicados, algún vecino o conocido del sujeto aportara los datos decisivos para identificarlo, ya que la campera negra con la bandera argentina, más los datos del rostro y alguna característica de pasión por las armas y desequilibrio mental son rasgos distintivos muy nítidos. Sin embargo, la jueza Pombo prohibió la difusión de los identikits sin hacer conocer las razones de esa medida. Según parece, la magistrada impuso el secreto del sumario y el identikit entraría en ese secreto. Los jueces y camaristas penales consultados por este diario no coincidieron con Pombo, pese a que la consideran una jueza con experiencia, profesionalidad y actuaciones coherentes. “Parece más un capricho. Difundir el identikit puede resultar eficiente para encontrar al sujeto y no hay antecedentes de una postura así. Igual es difícil hablar sin ver el expediente. Pero atención: está en la calle un individuo que ya mató, no se sabe bien por qué y podría volver a matar”, sintetizó ante este diario un camarista.
Al cierre de esta edición, entre los investigadores reinaba el optimismo y se hablaba de un esclarecimiento rápido. Habrá que ver si es efectivamente así.
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