EL PAíS › EL RADICALISMO QUEDO AL BORDE DE LA FRACTURA
Luego de la reunión de los gobernadores K en Vicente López, la situación de los radicales parece sin vuelta atrás. Posse atacó a “la vieja matriz política” de la UCR. Moreau salió a responder.
Los radicales volvieron a polemizar ayer en un fin de semana donde reflotaron las profundas diferencias internas que mantienen frente a la estrategia que llevarán adelante en las elecciones presidenciales del año que viene. Del lado de los radicales que apoyan la concertación convocada por el presidente Néstor Kirchner, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, sostuvo que su contraparte interna –los radicales que impulsan la candidatura presidencial de Roberto Lavagna– representan “la vieja matriz política”. Desde el alfonsinismo, el ex diputado Leopoldo Moreau cuestionó lo que denominó “un cóctel explosivo populista”, en referencia a la confluencia de kirchneristas, e invitó a sus correligionarios a dirimir las diferencias en la Convención Nacional convocada para el 25 y 26 en Rosario, donde los gobernadores tienen minoría de representantes.
Luego de unas semanas de relativa paz, el centenario partido de Alem e Yrigoyen volvió a mostrar en público la encrucijada en la que se encuentra, al borde de una nueva fractura luego de las muchas sufridas en los últimos tiempos, como las idas de Elisa Carrió y Ricardo López Murphy. El sábado, cuatro gobernadores, el enviado de un quinto y más de 180 intendentes del radicalismo se encontraron en Vicente López para proclamar sus ganas de acompañar al Presidente en los próximos comicios.
La cara visible del grupo, el gobernador de Mendoza, Julio Cobos, incluso suena como posible candidato a vicepresidente. “Acá estamos los radicales que nos ensuciamos las zapatillas en los barrios, no los que se lustran los zapatos para ir al comité”, desafió Cobos desde el escenario.
Posse, anfitrión de la movida, ayer consideró el encuentro como “un llamado de atención muy importante” para las autoridades partidarias, inclinadas a sostener a Lavagna. En ese sentido, dijo que la aparición del ex ministro “tiene que ver con la necesidad del alfonsinismo y el duhaldismo de volver a estar en competición, porque no podían participar de un acuerdo con Kirchner al viejo estilo del Pacto de Olivos”.
En tanto, en el otro sector tampoco se quedaron quietos. El viernes pasado, el ex presidente Raúl Alfonsín –ideólogo del apoyo a Lavagna– inició en Adrogué una campaña en la provincia de Buenos Aires para convencer a sus correligionarios de las bondades del acuerdo. Y el mismo sábado del encuentro de los gobernadores, el presidente de la UCR, Roberto Iglesias –enconado adversario interno de Cobos–, hizo su propio acto en Mendoza para llevar agua para su molino.
Su postura es que la decisión del partido la debe tomar su órgano máximo, la Convención Nacional, en la reunión convocada para dentro de dos semanas. Ocurre que allí el alfonsinismo cuenta con una cómoda mayoría mientras que los gobernadores tienen una pálida representación. Por eso, en Vicente López se resolvió que Cobos y los suyos enviarán sólo a dos representantes para que dejen constancia de su postura y luego no participarán de la votación.
Moreau hizo hincapié en este punto. “La fortaleza de los argumentos y la autenticidad de las convicciones se van a medir en la decisión de ir o no a la convención”, subrayó. “Si no van, es porque los argumentos sólo encubren el intento de hacer un negocio electoral y las convicciones progresistas que dicen tener, son sólo un disfraz de ocasión”, agregó.
Con todo, Posse y Moreau –enfrentados desde hace años en la interna radical de la provincia de Buenos Aires– coincidieron en que aún es posible evitar la fractura partidaria. Además, fuentes del radicalismo adelantaron que la Convención Nacional no decidirá expulsiones, por más que el grupo K decida su propia estrategia. “No se puede expulsar a quienes ya no forman parte del partido”, argumentaron. En realidad, a quienes les cabe esa definición es a los intendentes que, como Posse, se abrieron de la estructura partidaria para conformar el llamado Grupo Olavarría. Pero el caso de los gobernadores es diferente y es probable que la Convención decida desentenderse de la cuestión disciplinaria.
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